Una de las fases del proceso terapéutico que más me apasiona de mi trabajo son las exposiciones en vivo con mis pacientes. En esta entrada del blog más personal, me gustaría agradecerles a todos y cada uno de ellos todo lo que me han enseñado durante las mismas, importantes aprendizajes, enseñanzas clave y, por qué no, lecciones de vida que me permiten mejorar como terapeuta. Porque, como yo siempre digo, somos un equipo, y al igual que yo les oriento o enseño las estrategias eficaces para manejar la ansiedad, ellos también me enseñan a mí día a día. Hoy os cuento tres grandes lecciones que he aprendido de mis pacientes.

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Las 3 grandes lecciones que he aprendido de mis pacientes en las exposiciones

1. Rompe los límites, los “imposibles”, supérate a ti mismo/a.

Este aspecto primordial es un denominador común que, de forma más o menos consciente, suelo ver en cada uno de ellos. Las exposiciones son necesarias para eliminar la ansiedad desadaptativa y, una vez entendido el proceso, antes de exponerse muchos de ellos son capaces de reinterpretar la situación como un desafío personal, una meta a alcanzar, independientemente del resultado obtenido, en vez de como una amenaza. Escuchar esos “Hace unos meses esto sería impensable, un no rotundo” para después decir “En la vida hubiese pensado conseguir esto, ¡mírame! ¡Soy capaz!”.

2. Hazlo, a pesar del miedo.

El coraje, la fuerza, la determinación, aun teniendo miedo, son algunas de las cualidades que más valoro y admiro de mis pacientes. Porque, seamos sinceros, no es nada fácil exponerse y afrontar lo que uno teme. Si nos lo dijesen ahora mismo, quizá muchos de nosotros saldríamos corriendo, huyendo, evitándolo. Pero ellos no, ellos conocen el mecanismo de mantenimiento de la ansiedad, y son capaces de acudir a consulta y exponerse con nosotros al lado, acompañándoles en ese camino (y después solos). Pero no sólo eso, sino que ellos mismos, entre semana, son capaces de afrontar las situaciones o síntomas temidos en autoexposiciones. Como un paciente me dijo hace ya mucho tiempo: “El objetivo es hacerlo, no no tener ansiedad durante la exposición”.

3. La importancia del autorrefuerzo.

Relacionado con lo anterior, no sólo es importante hacerlo durante, sin evitar o escapar de la situación, sino que también es muy importante el después, el qué me digo a mí mismo/a después de la exposición, cómo me la cuento y, sobre todo, qué me digo tras ello. Porque estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para poder aceptar el miedo y hacerle frente, y eso agota al principio. Por tanto, ¿por qué no darnos un pequeño premio en forma de elogio –o incluso algo material puntual-?

Pero lo más importante, lo que destacaría por encima de todo, es su actitud y su fuerza una vez realizada la sesión de exposición. Sus caras de ilusión y alegría –y, también hay que decirlo, de incredulidad inicial al haberlo conseguido- y testimonio de superación, de orgullo y satisfacción son fiel reflejo de ello. Porque son, sin duda alguna, unos valientes. Los protagonistas de su proceso, sus propios terapeutas. Unos modelos a seguir. De los que aprender cada día. Y qué profesión más bonita. Gracias por tanto.

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