Todos en algún momento hemos sentido la emoción de tristeza, esta es funcional y adaptativa con cualquier otra emoción. Pero ¿cuándo deja de ser funcional? ¿qué es la depresión? ¿y la distimia? A lo largo de este artículo aclararemos de los rasgos de la distimia.

La distimia se trata de un tipo de depresión leve que se mantiene a lo largo del tiempo y en el que destacan periodos de mejoría de manera intermitente. Hablaremos de distimia en los casos en los que la depresión permanece durante al menos dos años. Los afectados pueden desarrollar su vida con relativa normalidad, pero con una sensación de abatimiento o tristeza.

Además, podemos encontrar como la distimia se da junto con otros trastornos como pueden ser el trastorno depresivo mayor y otros trastornos del ánimo, trastornos de ansiedad o con trastornos relacionados con el consumo de sustancias.

Es común que las personas con distimia se sientan desesperanzadas, poco productivas, con falta de energía o incapaces de afrontar o sentirse optimistas frente a diferentes situaciones, lo que provocará un resentimiento en su autoestima y en la autopercepción de valía.

Por tanto, la distimia es un tipo de depresión de poca gravedad pero que debido a su larga duración, puede ser difícil de sobrellevar tanto para las personas que lo sufren como para las personas de su entorno. A continuación, vamos a conocer más en detalle este tipo de problemática.

Síntomas de la distimia

Todas las personas sentimos tristeza en diferentes momentos de nuestras vidas, como decíamos con anterioridad, es algo normal, funcional y saludable. Sin embargo, hablamos de distimia cuando esa sensación de tristeza se hace permanente, en un periodo de tiempo superior a los dos años. Los síntomas más significativos de esta problemática son:

A nivel emocional: cansancio psicológico, sentimientos de tristeza la mayor parte del día, desesperanza, vacío, sensación de incapacidad y pesimismo. Falta de motivación para realizar las tareas cotidianas y sentimiento de culpa ante la dificultad para hacerlas frente.

• A nivel cognitivo: dificultad para concentrarse, tomar decisiones o retener información. Son frecuentes los pensamientos negativos en cadena, sensación de embotamiento mental y sesgos a la hora de percibir e interpretar lo que ocurre alrededor.

• A nivel conductual: poca actividad, aislamiento social, evasión de responsabilidades al no sentir capacidad para llevarlas a cabo, dificultad a la hora de tomar decisiones e irritabilidad.

• A nivel somático: sensación de malestar generalizado, cambios en el apetito, problemas en el sueño (insomnio o hipersomnia), falta de energía. Destacaría una gran tendencia a la somatización.

Estos síntomas pueden provocar diferentes consecuencias negativas en los diferentes ámbitos de su vida.

• A nivel físico, además de pérdida o aumento de peso, es común que debido a los cambios en la conducta de sueño y alimentación las personas que sufren distimia suelen instaurar hábitos inadecuados que le pueden predisponer a enfermedades de tipo cardiovascular, hipertensión, diabetes, etc.

• A nivel psicológico, pérdida de autoestima y confianza en uno mismo.

• A nivel social, deterioro de las relaciones interpersonales, debido muchas veces a la evitación constante al contacto con su ámbito más social.

Bajo rendimiento académico y/o laboral.

Tratamiento psicológico de la distimia

En este tipo de problemáticas es normal que se combine un tratamiento farmacológico junto con la psicoterapia para que, la persona, pueda enfrentarse a la modificación de determinados patrones de conducta y reducir en gran medida la sintomatología de este trastorno.

Una de las terapias que mejores resultados ha demostrado en el tratamiento de los trastornos depresivos es el modelo cognitivo-conductual. A través de este enfoque se trabaja en que el paciente comprenda sus emociones y cómo estas afectan a su estado anímico o comportamiento, a la vez que modificamos distorsiones cognitivas productoras de estímulos y proporcionamos al paciente herramientas que le permiten enfrentarse mejor a situaciones que le producen malestar de una forma más adecuada y funcional frente a su bienestar y salud mental.

Alguno de los aspectos más importantes que se trabajan desde este enfoque cognitivo-conductual en la distimia son: fortalecer autoestima; crear fuentes de reforzadores, es decir aumentar las actividades gratificantes del agrado del paciente; potenciar y mejorar las relaciones interpersonales; instaurar una forma nueva de relacionamos con los pensamientos y no entrar en lucha con ellos, es decir, no tratar de eliminarlos; introducir técnicas en solución de problemas; instaurar un programa de prevención de recaídas.

En cualquier caso, si te has sentido identificado con algo de lo anteriormente descrito te recomendamos que pidas ayuda a un profesional para que pueda ayudarte y guiarte en tu proceso de mejora.

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