Los mecanismos de defensa forman parte de nuestra vida cotidiana, aunque no nos percatemos de su existencia. De hecho, no constituyen una estrategia racional de abordaje, sino que son más bien una especie de “carta bajo la manga” que juega nuestro inconsciente para ponernos a salvo de un supuesto peligro.

Dicho de otro modo, son métodos que utiliza la parte inconsciente de nuestro cerebro para mantener el equilibrio en situaciones emocionalmente difíciles o que conlleven un gran esfuerzo psicológico de adaptación.

La función de los mecanismos de defensa nos permite seguir funcionando, minimizando las consecuencias de las situaciones tanto externas como internas que para nosotros resulten demasiado intensos emocionalmente.

La defensa psicológica comienza a actuar si se introducen elementos en el sistema psíquico (como ideas o conceptos) que no podemos aceptar y que desequilibran nuestro funcionamiento. También surgen cuando nos encontramos en situaciones emocionales inesperadas o muy dolorosas, para las que no estamos preparados y no podemos a veces, inconscientemente, ni aceptar ni elaborar.

Los mecanismos de defensa implican una rigidez en el procesamiento de la información, que no nos permite hacer un análisis objetivo de la realidad que nos rodea o de nuestras propias reacciones, viéndolas de forma sesgada e inflexible, o, directamente, a no verlas, a no “darnos cuenta”.

Tipos de mecanismos de defensa

Represión: consiste en impedir que los pensamientos, sentimientos, emociones, dolorosos que producen ansiedad entren en la conciencia. Por ejemplo, tener el deseo de herir a otra persona.

Negación: se trata de ignorar las realidades desagradables para no tener que enfrentarse a ellas. Por ejemplo, preocuparse excesivamente por el trabajo y así no pensar en los problemas personales.

Racionalización: con este mecanismo se pretende justificar las ideas o conductas propias ante el temor de que no sean aceptadas por los demás. Ejemplo: Es el caso de un estudiante que recibe un suspenso y dice a su familia que «el profesor me tiene manía».

Fantasía: consiste en realizar con la imaginación aquello que no puede conseguir en la realidad. Por ejemplo, una persona tímida que se imagina a sí misma plantando cara a sus amigos.

Identificación: implica incorporar, como propias, ciertas características ajenas. Es una necesidad evolutiva de los niños que se apropian de cualidades de las personas que admiran. La identificación es positiva si proporciona ideales o finalidades y negativa si es exagerada, por ejemplo, si alguien cree que es Napoleón.

Proyección: Consiste en atribuir pensamientos, conductas o sentimientos que son inaceptables para uno mismo a otras personas. La persona las niega en sí mismo y las proyecta al exterior.  Por ejemplo, puede ser que sientas odio por una persona, pero creas que este es un sentimiento inaceptable. Tu mente creará la idea de que esa persona te odia a ti.

Regresión: se pretende volver a una fase anterior del desarrollo ante situaciones de estrés o ansiedad. Por ejemplo, ocurre cuando un niño al nacer su hermano se comporta como si fuese más pequeño para recibir más afecto de sus padres. Esto también pasa si en la vida adulta, cuando el estrés o la ansiedad son demasiado dolorosos o estamos muy asustados o nuestros problemas son muy graves podemos adoptar comportamientos infantiles o primitivos.

Formación reactiva: consiste en adoptar o expresar sentimientos contrarios a los verdaderos. Freud denominó a estas conductas, «actos disfrazados». Cuando alguien dice «No me volveré a enamorar nunca más», desarrolla una formación reactiva, se presenta ante los demás con una “coraza” para proteger su vulnerabilidad y evitar nuevos daños psicológicos. Es decir, la persona se comporta de la manera opuesta a la que piensa o siente. De esta forma, la persona se mantiene a salvo ignorando sus verdaderos motivos y sentimientos.

Desplazamiento: con este mecanismo se descargan sentimientos hostiles sobre personas u objetos que no suscitaron las emociones. Por ejemplo, un padre que pega a su hijo porque ha reñido con su mujer.

Compensación: se oculta el fracaso en una actividad tratando de triunfar en otra, como el caso de una persona poco atractiva que desarrolla habilidades musicales extraordinarias.

Sublimación: Este mecanismo de defensa ocurre cuando desplazamos nuestras emociones a través de actividades constructivas. Se puede tratar de la creación de arte o la práctica de algún deporte.

La racionalización en ansiedad

Básicamente, la racionalización es la búsqueda de razones aparentemente lógicas para justificar nuestros pensamientos, emociones, conductas, deseos, errores, debilidades o contradicciones que no queremos aceptar porque nos generan mucho mal estar o con las cuales no sabemos cómo lidiar.

Es decir, es un mecanismo de defensa que nos permite aparentemente manejarnos con los conflictos emocionales o con situaciones estresantes internas o externas inventando explicaciones tranquilizadoras pero incorrectas para los pensamientos, acciones o emociones propios o ajenos con el objetivo de encubrir los motivos verdaderos.

Un ejemplo de racionalización lo podemos encontrar en la fábula de la zorra y la uva. Una tarde de otoño una zorra vio un racimo de uvas que se encontraban en una vid muy alta y se le hicieron apetecibles. La zorra decidió coger carrerilla y saltar para poder hacerse con semejante manjar. Lamentablemente para ella, a pesar de sus repetidos esfuerzos, no consiguió saltar lo suficientemente alto como para alcanzar el dulce fruto y terminó exclamando: “¡Ah, esa uvas están muy verdes!”, por lo que dejó de saltar y se fue por otro camino. – Sí, es cierto, están verdes y esta apreciación era cierta, sin embargo, el motivo real por el que la zorra desistió en su intento es porque no consiguió saltar lo suficientemente alto, en vez de aceptar que no era capaz de saltar a esa gran altura, y conectar con la frustración de no poder conseguir lo que se había propuesto.

La racionalización se produce en dos fases:

  • En un primer momento tomamos una decisión o ponemos en práctica un comportamiento motivado por determinada razón.
  • En un segundo momento construimos otra razón, revestida de una aparente lógica y coherencia, para justificar nuestra decisión o comportamiento, ya sea para con nosotros mismos o ante los demás.

La racionalización relacionada con la ansiedad pasa por cualquier respuesta (cognitiva, emocional y conductual) que llevemos a cabo bajo cualquier justificación para no sentir el malestar propio de la emoción de ansiedad.

¿Qué es lo que se tienen a racionalizar con la ansiedad? Las conductas de evitación y/o escape

  • Evitación conductual: dejar de hacer aquello que nos genera mal estar – Ejemplos:
    • No subo en metro porque prefiero ir coche y así me ahorro las aglomeraciones de primera hora” – En realidad esta decidiendo no subir en metro porque es una situación que le genera ansiedad, y en vez de reconocer que es por ello y quiere evitar el malestar, lo justifica poniendo como detonante de la decisión las aglomeraciones a primera hora.
    • No montón en avión porque prefiero viajar por la península que hay muchas cosas que ver aquí” – En realidad está decidiendo no montar en avión porque que es una situación que le genera ansiedad, y justifica su decisión bajo la perspectiva que hay mucho que conocer de España.
    • Prefiero no meterme en pleno meollo del concierto por si tengo que ir al baño, así lo tengo cerca” – En realidad está decidiendo quedarse cerca del baño porque justo al lado esta la puerta de salida, por si se en encuentra mal poder escapar rápidamente.

Bibliografía:

Ionescu, S., Jacquet, M. M., & Lhote, C. (1997). Les mécanismes de défense. Nathan.

Persano, H. L. 27- Mecanismos de Defensa.

McWilliams, C. I. N., & Shedler, J. Vida adulta (Manual de diagnóstico psicoanalítico 2 [Lingiardi y McWilliams, 2017]).

McLeod, S. A. (2019). Defense mechanisms. Simply Psychology. https://www.simplypsychology.org/defense-mechanisms.html

McLaughlin, Brian P.; Rorty, Amélie, eds. (1988). Perspectives on Self-deception. University of California Press. ISBN 9780520061231.

¡NUESTRO NUEVO LIBRO YA A LA VENTA!