La presente guía fundamental sobre la ansiedad generalizada ofrece información general sobre la naturaleza, síntomas, diagnóstico y tratamiento del Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) con base en las fuentes que se citan en el apartado de referencias que figura al final del artículo. Debe tenerse en cuenta, que el diagnóstico y tratamiento del TAG siempre debe ser realizado por profesionales clínicos o sanitarios habilitados al efecto (ej. psiquiatras, psicólogos o médicos de atención primaria, cada uno dentro del ámbito de sus respectivas competencias).

¿Qué es la ansiedad generalizada?

El TAG se caracteriza por la presencia de ansiedad y preocupación excesivas y difíciles de controlar, que a menudo llevan a quien lo padece a anticipar la posibilidad de que ocurran sucesos aversivos y con consecuencias negativas graves en relación con diversos ámbitos (ej. familia, salud, trabajo, etc.)

Desde el punto de vista clínico, para que se cumplan los criterios diagnósticos del TAG, la ansiedad y preocupación deben estar presentes la mayor parte de los días durante varios meses (al menos 6 según algunos criterios) y debe causar malestar significativo o deterioro en el funcionamiento de quien lo padece (ej. en el ámbito social, laboral, educativo u otras áreas relevantes de funcionamiento).

¿Cuáles son sus síntomas

Los síntomas más habituales del TAG incluyen:

  • Sentirse inquieto
  • Sentirse atrapado
  • Tener los nervios a flor de piel
  • No poder concentrarse
  • Quedarse en blanco
  • Estar irritable
  • Tener la musculatura tensa
  • Tener problemas de sueño

¿Sólo me pasa a mí?

No. Los trastornos de ansiedad son relativamente frecuentes, estimándose que afectan aproximadamente al 12,6% de la población general. El TAG en particular, se estima que podría tener una prevalencia anual en torno al 3%.

¿Por qué me ocurre?

No siempre es posible identificar una causa responsable del TAG. No obstante, los siguientes factores puedes estar relacionados con su aparición:

  • Estrés
  • Otras condiciones físicas o psicológicas comórbidas
  • Predisposición genética (i.e. familiares de primer grado con TAG).
  • Factores ambientales (ej. eventos estresantes o traumáticos)
  • Uso o abuso de sustancias

¿Existe un tratamiento?

Sí. Además del posible tratamiento farmacológico, cuya administración debe ser en todo caso prescrita y supervisada por profesionales médicos habilitados al efecto, existen herramientas que incluyen las que citamos a continuación:

  1. Terapia Psicológica

La Terapia Cognitivo Conductual (TCC) está considerada como el tratamiento de elección para el TAG por la mayoría de los estudios existentes sobre la materia. La TCC puede incluir, entre otras, las siguientes técnicas de tratamiento:

  • Reestructuración cognitiva. Consiste en modificar las interpretaciones y creencias del paciente sobre los acontecimientos en una dirección que genere menores niveles de ansiedad.
  • Exposición. A menudo la evitación de determinados acontecimientos o experiencias contribuye a generar ansiedad. Mediante esta técnica se expone al paciente a los acontecimientos evitados como medio para reducir los niveles de ansiedad.
  • Relajación. Resulta especialmente útil para disminuir los signos fisiológicos de la ansiedad y puede incluir técnicas de relajación y respiración (ej. Relajación Muscular Progresiva de Jacobson, relajación autógena de Schultz, etc.).
  • Desensibilización sistemática. Consiste en exponerse a los estímulos aversivos en grado de dificultad creciente a la vez que se ejecuta una respuesta incompatible con la ansiedad (ej. relajación) hasta desensibilizar la respuesta ansiosa a los mismos.
  • Solución de problemas. Consiste en desarrollar herramientas para la solución de problemas (ej. generar alternativas, seleccionar una opción e implementarla) de modo que el afrontamiento de estos problemas genere menores niveles de ansiedad.
  1. Estrategias de Autocuidado

Además de la terapia, los siguientes consejos puede resultarte útiles en el manejo del TAG.

  • Evita el consumo de alcohol y drogas. De acuerdo con la última posición de la OMS al respecto, no existe realmente un nivel de consumo de alcohol que pueda considerarse seguro para la salud.
  • Haz ejercicio (preferiblemente aeróbico). El ejercicio aeróbico contribuye a reducir la tensión y el estrés y a estabilizar el ánimo mediante la liberación de serotonina. El ejercicio aeróbico es el que implica un cambio en el ritmo de respiración y la frecuencia cardiaca, como por ejemplo correr, caminar, nadar, jugar al tenis, etc.

En adultos entre 18 y 64 años, la OMS recomienda hacer al menos 150 minutos de ejercicio físico moderado a la semana (salvo en personas que tuvieran alguna contraindicación específica para ello).

  • Mantén hábitos de alimentación y sueño saludables. Según la mayoría de las fuentes consultadas, el umbral de horas de sueño saludable en los adultos estaría en 7-8.
  • Emplea técnicas de respiración y relajación. Existen muchas técnicas de respiración que contribuyen a la relajación. Un tipo de respiración sencilla y eficaz es la respiración abdominal, que es aquella en la que se hincha el abdomen cuando inspiramos. Dedicar unos minutos al día a realizar este tipo de respiración de manera proactiva (incluso aunque no identifiquemos señales de ansiedad o nerviosismo) puede ser muy útil.

Ejercicios algo más activos como el yoga o el pilates pueden también producir efectos de relajación notables.

  • Dedica algo de tiempo a la atención consciente de manera regular. Mantener la atención consciente en el entorno y en las actividades que estamos realizando puede ser útil para reducir los pensamientos rumiativos y las preocupaciones. Algunas personas son capaces de dedicar algunos minutos al día a la meditación formal, lo que a menudo incrementa el grado de atención consciente tanto en el momento de la práctica como en momentos posteriores del día. Si no eres capaz de dedicar un tiempo a la meditación formal, puede ayudarte simplemente tratar de ser más consciente cuando realizas actividades sencillas como caminar, tomarte un café o darte una ducha.

Referencias

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