Cuando una persona acude a un psicólogo para tratar sus problemas de ansiedad, acude, por lo general, con otra serie de “consecuencias” que le dificultan también su funcionamiento. La ansiedad repercute en muchas áreas de nuestra vida tan importantes como el sueño o la alimentación.

Hoy hablamos del sueño, un verdadero quebradero de cabeza para muchas de las personas aquejadas de ansiedad. Dificultades para conciliar el sueño, dificultades para mantenerlo, o tal vez una sensación de sueño constante que no te permite afrontar tu día a día con la vitalidad deseada. La ansiedad y el sueño son dos conceptos directamente relacionados.

El sueño y la salud mental

Los datos apuntan a que entre un 20 y un 48% de los españoles tienen problemas de sueño.

Un buen descanso es necesario para nuestro correcto funcionamiento, así nos lo muestran los numerosos estudios dirigidos a un aspecto que preocupa y mucho a la sociedad: los problemas de sueño son unas de las cuestiones médicas más buscadas en internet.

Seguro que has notado como tu cuerpo no te respondía igual aquel día en el que dormiste fatal, como te sentías más pesado o incluso torpe, también es posible que observaras como estabas más irascible, ansioso o tal vez triste, y es que los procesos de sueño y el estado de salud físico y psicológico de una persona está estrechamente relacionado.

Parece obvio ¿no? Nuestro cerebro necesita descansar y si éste no lo hace podemos encontrarnos con más problemas psicológicos de los esperados. Nuestro cerebro siempre está funcionando y cómo es normal, al igual que sucede con el cuerpo, también se siente saturado y necesita su descanso para “resetear” y empezar la tarea de nuevo.

Como podréis comprobar, descansar eficientemente es una de las grandes recomendaciones relacionadas con la salud. Y es aquí donde surge uno de los problemas. Cuando tenemos ansiedad nuestro sueño puede verse también dañado. Una mayor activación que no nos deja dormir bien, un cansancio que se arrastrar durante todo el día… Y una dificultad para poder modificar estas problemáticas, pues en el fondo, la raíz, no es el sueño en sí, sino mi ansiedad, y si no la trabajo a ella, muchas veces será muy complejo que la consecuencia, en este caso el empeoramiento del descanso, mejore.

¿Por qué no puedo dormir? ¿Por qué siento que tengo sueño constantemente? ¿Eres una de las personas que ha visto afectado su calidad de sueño? Te contamos por qué.

Insomnio y ansiedad

Desde que María sufre ansiedad le resulta tremendamente complicado conciliar el sueño. Pasa horas dando vueltas en su cama, más activada que en cualquier momento del día. Su cabeza no para de dar vueltas, repasa aquellas conversaciones en las que cree que ha podido cometer un error, analiza cada silencio, cada mirada recibida, cada objetivo que teme no poder cumplir. Y así todas las noches…

El insomnio es entendido como la incapacidad o dificultad para conciliar el sueño. Si este problema ya afecta a un gran porcentaje de la población, cuando la ansiedad está presente, se multiplica. Es uno de los síntomas comunes en los problemas que padecen diferentes patologías ansiosas.

¿Y por qué?

Las personas que padecen trastornos de ansiedad se encuentran con una mayor activación tanto fisiológica como cognitiva. Estos problemas pueden ser puntuales, acentuándose en momentos de mayor ansiedad para la persona, en otros casos, por el contrario, puede cronificarse, encontrándonos con personas que llevan teniendo dificultades para dormir durante años.

Por otra parte, cuando los problemas de sueño se han instaurado en nuestra vida y tenemos como consecuencia una falta de sueño, nuestro organismo padece una repercusión, más ansiedad y más estrés, más estado de alerta y más dificultades para poder relajarnos. Como vemos, estamos ante un potente círculo vicioso. Mi ansiedad no me deja conciliar el sueño y mi falta de sueño me genera más ansiedad que volverá a impedir un adecuado descanso.

Las situaciones que nos producen ansiedad o estrés desencadenan en nosotros una serie de respuestas que pueden variar de persona a persona. No todos reaccionamos igual ante las situaciones de ansiedad, pues la valoración del acontecimiento estresante o ansioso no deja de ser algo subjetivo. Al contrario, existen una serie de procesos y de reacciones a nivel fisiológico que son comunes a todos los seres humanos. Uno de estos procesos comunes es la liberación de hormonas. El sistema neuroendocrino se activa cuando percibimos un fenómeno que consideramos estresante y con ello se acelera la activación de las glándulas adrenales, liberándose entonces diferentes hormonas necesarias para hacer frente al estímulo ansioso. ¿Te suena el cortisol? Es una de las hormonas más significativas que se liberan cuando tenemos ansiedad, de hecho es apodada como “la hormona del estrés”. El cortisol inhibe y suprime el sueño, así como de la prolactina o la serotonina están muy relacionadas con la regulación de los ciclos del sueño, estados de ánimo, percepción subjetiva del dolor…

Como podemos ver, la ansiedad se convierte en una causa del insomnio y a la vez éste es también consecuencia.

Exceso de sueño y ansiedad

Pedro tiene la sensación de estar cansado continuamente. Cada vez que tiene un hueco libre lo aprovecha para echar una cabezada. Por las noches descansa bien, pero su ansiedad continua le hace estar continuamente cansado. Todo esto se acentúa cuando sufre una crisis de pánico. Le cuesta mucho seguir haciendo actividades después de experimentar una crisis, se siente literalmente agotado.

Otras de las cuestiones muy mencionadas por las personas aquejadas de ansiedad y de la que contamos con menor bibliografía tiene que ver con la sensación de sueño constante aun cuando ha existido un descanso por la noche.

La ansiedad aumenta notablemente nuestra capacidad de alerta, por lo que no es de extrañar que si nuestro cuerpo se encuentra en un estado de sobreactivación continua, esté mucho más cansado de lo normal. ¿Y qué hay de las crisis de pánico? Las crisis son cortas, pero el gasto energético es tremendo, así que no es de extrañar que dejen a la persona completamente agotado.

Muchos de mis pacientes me cuentan cómo encuentran en el sueño un refugio en su ansiedad, se sumergen en largas siestas, que les ayudan a relajarse y a descansar de una sensación de fatiga que parece no quitarse nunca.

Una de las explicaciones a esta cuestión que me encuentro en numerosas ocasiones en consulta tiene que ver con los elevados niveles de glucosa requeridos cuanto tenemos ansiedad. La ansiedad eleva los niveles de glucosa. Por lo que es normal, que encontremos en el sueño un momento en el que “restablecernos”, es decir, a través del sueño ayudamos a nuestro organismo a restaurar los aspectos metabólicos.

Saber cómo tener una buena higiene del sueño es importante y necesario, pero cuando es la ansiedad la desencadenante de mi falta de afinidad con la cama, necesitamos atajar el tema desde la raíz. Técnicas de reestructuración cognitiva, parada de pensamiento, autocontrol, control estimular, autoinstrucciones, relajación, respiración… y un largo etc. que se ajustaría al caso particular de la persona afectada. Si conseguimos gestionar la causa, el efecto indirectamente se trabajará también.

Cuando era chica fantaseaba con quedar atrapada, mi familia y yo, en nuestra casa cómoda y segura, nuestro nido de luz. Ya no quedan nidos de luz. Ni quedan nidos. No estoy triste. Es sólo que quisiera, a veces, acallar ese ruido continuo dentro de mi cabeza de dragón. Ese murmullo que no cesa. Quizás les pasa: un tironeo, una tensión que viene desde todas partes: el pasado, el futuro. Las preguntas por lo que vendrá. Porque ¿qué vendrá? ¿Estará allí siempre todo lo que está allí ahora? ¿Qué, de todo esto, será pantano, recuerdo, gajo desvaído de lo que alguna vez fue? Todos los desvelos vienen de no saber y de querer saberlo todo

Leila Guerriero

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