¿Sabías que el nervio vago guarda una estrecha relación con la ansiedad? ¿Y que estimulándolo fácilmente podemos reducir la ansiedad y el estrés? (… ¿o acaso eres como la mayoría de las personas y directamente no sabías siquiera que existía un nervio llamado así?). Pues bien, en la entrada del blog de esta semana nos proponemos hablar de biología, y conocer un poco más en profundidad este tipo de nervio y cómo puede ayudarnos enormemente a disminuir la ansiedad.

El nervio vago y su relación con la ansiedad

Empecemos por el principio. El nervio vago (tener un nombre tan curioso ayudará a que probablemente ya no te olvides de él) es el décimo nervio craneal, el nervio cerebral más largo de todo el cuerpo, que une o conecta el cerebro con otros órganos del cuerpo, controlando los actos y funciones vitales involuntarias (como la respiración o los latidos del corazón). Por tanto, es uno de los nervios más importantes del ser humano.

Comienza en el bulbo raquídeo (una zona del cerebro) y desciende a través del cuello hacia el tórax o abdomen (pasando por numerosas partes del cuerpo: la faringe, esófago, laringe, tráquea, bronquios, corazón, estómago, páncreas e hígado).

Y ahora bien, ¿qué tendrá que ver con la ansiedad? Es el nervio principal que activa y controla el Sistema Nervioso Parasimpático, el encargado de desactivarnos. Entre muchas de sus variadas funciones se encuentran algunas muy importantes relacionadas con los síntomas físicos de la ansiedad:

• Transmite la frecuencia y ritmo respiratorios, controlando y manteniendo la respiración.

• Regula los latidos cardíacos, reduciendo la frecuencia cardíaca y la presión arterial.

• Controla el movimiento muscular y la digestión.

¿Cómo podemos estimular o modular el nervio vago?

A continuación os detallamos tres pequeñas técnicas de inervación vagal o aumento del tono vagal para conseguir relajarnos de forma más rápida y eficaz:

1. Practica técnicas de relajación (respiración controlada). Realizar respiraciones lentas, regulares y profundas, de forma abdominal o diafragmática (ya que “detrás” del abdomen se encuentra, como hemos visto antes, este nervio) nos ayudará de forma indirecta a estimular el nervio vago.

2. Medita. Por su parte, se ha demostrado también científicamente (según investigadores de la Universidad de Oregon) que el nervio vago puede regularse o tonificarse a través de la meditación, de forma automática.

3. Y.. ¡ríete y canta! Sí, has leído bien. Durante la risa o el canto, estimulas sin darte cuenta el nervio vago, según varias investigaciones científicas.

En definitiva, nos interesa que el nervio vago se convierta en uno de nuestros principales aliados contra la ansiedad porque es el que precisamente permite que nos relajemos, transmitiendo la información de calma, tranquilidad y relajación al cerebro.

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