Estás leyendo un libro y sucede, aparece una frase que te deja pillado, te remueve por dentro, te identificas, puedes hacerla tuya, puedes darle un sentido, es reveladora. Los que somos aficionados a la lectura solemos vivir estos momentos, que supongo, nos hacen un poco más aficionados cada vez que pasa. En el blog de hoy, os traemos 3 frases que fueron inspiradoras, que nos ayudaron a darle más sentido a la ansiedad, o, mejor dicho, a la vivencia experimentada cuando las personas conviven con ella. Hoy os traemos las mejores frases frente a la ansiedad.

Llevemos nuestras penas con nuestro llanto, asumamos la vergüenza de lo pequeños que somos y siendo pequeños riámonos de nosotros, para que con ambas actitudes tengamos el tono muscular que le corresponde a la libertad. La transparencia no se puede esconder y no se puede exhibir: se es. La norma de la vida, es ser anormal

La locura lo cura

“La salud comienza cuando uno logra neutralizar lo prohibido con permisividad, la fantasía es más patológica que la realidad” (Guillermo Borja)

Y así, Guillermo Borja, en su libro “La locura lo cura” dejó plasmado el verdadero sufrimiento de la mayoría de los seres humanos; aquello que imaginan. Y ojo, no pretendo demonizar, ni mucho menos a nuestra imaginación. La imaginación es totalmente crítica para nuestra calidad de vida, nos permite evadirnos de nuestra existencia diaria, fantasear con viajar, comer, practicar sexo, enamorarnos, triunfar o discutir y tener la última palabra, es decir, todo aquello que hace que la vida resulte interesante. Enciende nuestra creatividad y mitiga nuestro aburrimiento. Sin imaginación no hay esperanza, no hay posibilidad de contemplar un futuro mejor, no hay sitio donde ir, no hay objetivo que alcanzar.

Pero imaginar que nos tocará la lotería y sentiremos la adrenalina corriendo por nuestras venas, no nos hace, o al menos no debería hacernos vivir como si ya estuviese pasando. Pues algo así (con mil matices) sucede con muchas de las personas aquejadas con trastornos de ansiedad. Su vida está hipotecada por el miedo a un futuro imaginado, es decir, como podría pasar, como imagino que va a pasar, lo convierto en una realidad y construyo una vida para evitar aquello que imagino que pasará. La verdadera causa del sufrimiento no tiene tanto que ver con lo que está pasando, sino con lo que se imagina que podría pasar.

Por último, no podríamos dejar pasar la alusión que hace el autor de este libro a la permisividad y a lo prohibido. Si por algo se caracteriza la ansiedad, es por la aparición de pensamientos intrusos, desagradables y catastróficos. Pensamientos que si pudieran dibujarse llevarían colgado el cartel de “prohibido pasar” Y así se viven, con la sensación de no poder escucharlos, de no poder soportarlos, de ser islas que uno nunca debería transitar. Paradójicamente, es curioso observar lo que ocurre cuando se permite indagar en ellos y el proceso de desmitificación que se produce: ¡Eran solo pensamientos!

Me contaba una paciente en una sesión terapéutica, que trató a sus pensamientos durante años como a un “enano molestón”, así lo llamaba. Si venía, se repetía en bucle “fuera, no quiero escucharte“. Evidentemente el enano venía a visitarla de manera frecuente. Darse el permiso de pensar, sin tenerse demasiado en cuenta, suele resultar más terapéutico que cualquier rechazo pronunciado hacia todo lo que somos capaz de generar.

“La tarea psíquica que una persona puede y debe establecer para sí misma no es sentirse segura, sino ser capaz de tolerar la inseguridad” (Erich Fromm)

Nos empeñamos en convertir y convertirnos en individuos capaces de todo, en personas lo suficientemente resolutivas y efectivas para poder hacer frente y aplacar a todo aquello que nos moleste en nuestra mente. Vivimos en la cultura del rechazo al dolor. Cuando un paciente se pone delante de un psicólogo quiere “que le quites todo lo que le molesta“, lo cual puede ayudarnos a vislumbrar cuál es la idea que subyace a este tipo de pretensiones: “no debería sentir esto“. Aferrarnos a la idea de convertirnos o convertir a los a otros en seres vivos capaces de conseguir todo aquello que desean, conlleva generaciones frustradas y acomplejadas, cuando quizá, como decía Erich Fromm, nuestra paz mental esté más cerca de aprender a tolerar que de eliminar todo. De eso se trata la aceptación y cómo decía Guillermo Borja “solo con la aceptación se acaban los porqués”.

Las personas luchan incansablemente por no sentir ansiedad, justamente, cuando se permiten tolerar su miedo, su inquietud, su incertidumbre, el camino se vuelve más transitable. Ya no hay lucha, no hay guerra ni enemigos. Intentar tratar la ansiedad como algo externo, como algo que no nos pertenece, como un enemigo al que combatir, nos produce guerras internas. Nadie puede recuperarse odiándose a sí mismo, despreciando a sus miedos y girándoles la cara.

“La esperanza es paradójica. Tener esperanza significa estar listo en todo momento para lo que todavía no nace, pero sin llegar a desesperarse si el nacimiento no ocurre en el lapso de nuestra vida” (Erich Fromm)

Es humano y supongo que prácticamente inevitable intentar desprendernos de aquello que nos hace daño. Y así nace una de las preguntas más realizadas a los psicólogos: “¿Superaré mi problema con la ansiedad? “. Teniendo en cuenta que es una de las primeras cuestiones que se plantean las personas con ansiedad en una consulta psicológica, podemos imaginar la desesperación y el dolor que produce pensar que uno tiene que convivir con sus angustias el resto de su vida. La verdad, es que no hay verdad para esa pregunta y que transitar el camino de la recuperación, conlleva que no existan certezas sobre lo que ocurrirá. Nos desesperamos ante la ausencia de certezas, depositando nuestro bienestar en una utópica ausencia de incertidumbres.

La desesperación por dejar de sentir lo sentido, por estar donde uno quiere o por alcanzar lo que uno cree que debería, provoca una incapacidad para poder conectarse con uno mismo, pues el único, o al menos principal, lenguaje interno que existe en la persona es el desprecio por su presente y su persona actual. La paciencia, supone poder conectarte con el aquí y ahora, implica aceptar tu problemática, aunque fuera otra situación la que te gustaría vivir. Esto hace posible, escuchar mis necesidades y dirigirme hacia a ellas.

La mayoría de personas con ansiedad, creen que nunca saldrán de ella, simplemente porque es algo que no pueden vislumbrar en su momento actual. Esperanza, significa no tener garantías de que todo irá como uno desea, significa creer en algo que ni siquiera puedo ver.

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