¿A qué se deben las compras compulsivas por el pánico? El viernes 13 de marzo, el Gobierno de España decretó el estado de alarma frente al Coronavirus. Ésto implicó una serie de medidas restrictivas, las cuales incluían el cierre de comercios y establecimientos salvo tiendas de alimentación y farmacias. Ante esta noticia, que ya muchos esperábamos desde el día en el que suspendieron la actividad educativa (con el cierre de guarderías, colegios, institutos y universidades), se desató en la población española, sobre todo en ciudades como Madrid y Vitoria (las más afectadas por el codvid19) un pánico consumista. Cientos de usuarios subían a las redes sociales (Twitter, Instagram, Facebook…) fotos de estantes vacíos, largas colas en las cajas de los supermercados, gente aglutinada y amontonada con carros a rebosar de productos.

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¿A qué se debe este comportamiento compulsivo?

Desde el punto de vista racional no parece tener explicación, no se va a dejar de vender, no hay desabastecimiento real puesto que las tiendas de alimentación se mantienen abiertas, pero el cerebro reacciona ante situaciones de estrés, pánico y miedo de maneras muy distintas y en ocasiones inusuales.

El pánico

La base del comportamiento que nos lleva a realizar esta serie de compras, tanto de alimentos, como de mascarillas e hidroalcohol, es la emoción de miedo que en su forma más intensa resulta ser el pánico. Según Timafaya Hernández (psicóloga del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid) “El pánico se desata ante situaciones de descontrol, real o imaginario.” Hernández reconoce que lo que ha hecho cundir el pánico ha sido la “incongruencia en la información ofrecida”, ya que en un primer momento “recibimos mensajes de calma y tranquilidad” pero “termina saltando una noticia importante de alerta que en un principio no se había dado”. Este miedo, como instinto biológico, se propaga al ver que “nuestro vecino está haciendo acopio lo que provoca que los supermercados se abarroten de gente, como seres sociables funcionamos por imitación y si vemos alguien comprar, compramos. Somos el único ser animal que es capaz de imaginar y de suponer situaciones temibles”, prosigue Hernández, por lo que el miedo al final tiene un fondo racional que es alimentado por lo irracional y lo emocional”.

La incertidumbre

El coronavirus nos asusta porque es nuevo y hay muchas cosas sobre él que no son claras ni concisas y otras tantas que se desconocen. Cuando escuchamos mensajes contradictorios sobre el riesgo que representa, pero todo lo que necesitamos hacer es lavarnos las manos, la acción no parece ser proporcional a la amenaza y la seriedad con la que debemos prepararnos, por ello aumenta la incertidumbre y tendemos a recurrir al extremo, impulsados por el pánico a lo desconocido. Estamos viviendo una experiencia en la que en el fondo no podemos controlar la situación en su totalidad, no podemos anticiparnos a lo que va a suceder, por tanto, la incertidumbre está presente lo que conlleva que nos sintamos inquietos y angustiados. Ante esta sensación de incertidumbre nuestra respuesta es buscar algo que nos de seguridad y control, para muchos de nosotros esa seguridad y control se solventa haciendo acopio de elementos que nos pueden parecer necesarios (alimentos, papel higiénico, productos enlatados…), en cierta manera es nuestra forma de controlar un poco más la situación.

Ansiedad de anticipación

En su libro ‘La Psicología de las Pandemias’, Steven Taylor (psicólogo clínico y profesor de la Universidad de Columbia Británica) recopila varios casos de lo que se conoce como “panic buying” (“compras de pánico”) ante brotes infecciosos. Taylor atribuye esta reacción a una oleada de “ansiedad de anticipación” ante el virus. La reacción de hacerse, por ejemplo, con rollos de papel higiénico devolvería a las personas una cierta sensación de control ante algo que genera impotencia en los individuos.

Efecto “bola de nieve”

Otro factor que entra en juego en estas compras guiadas por el pánico, es el llamado Bola de nieve que según el profesor titular del Departamento de Psicología Social de la Universitat de València Tomás Bonavía “El fenómeno de estas compras impulsivas crece por efecto de la bola de nieve y si los ciudadanos vamos a hacer la compra semanal y nos encontramos el supermercado casi vacío, nuestro miedo aumenta a que si volvemos mañana o en unos días la situación será peor, y acabamos comprando más de la cuenta para protegernos todo lo que podamos de esta situación indeseable”.

Efecto “rebaño”

Hay otro sentimiento que guía nuestra conducta a llenar los carros de productos del supermercado. “Actuamos en cierta manera guiados por la evidencia social. Buscamos información en los demás sobre lo que deberíamos y no deberíamos estar haciendo en esta situación“, Steven Taylor, nos guiamos por el llamado efecto rebaño. El término define reacciones irracionales iguales en un grupo que son guiadas por uno o más individuos. Para el autor, esto sucede en situaciones donde hay incertidumbre. “La gente mira a los demás para saber cómo responder, es más instintivo que racional. Es como el fuego dentro del cine: las personas no huyen por el humo, sino porque ven a otras personas corriendo. El miedo es contagioso.

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Hay que ser previsores, pero de manera racional

Es entendible que si vamos a estar más tiempo en casa a causa de una cuarentena o confinamiento es obvio y evidente que necesitaremos equiparnos más de lo habitual, pero con cabeza.

  • Intentar que antes de realizar la compra nuestras emociones de pánico y miedo estén en unos niveles bajitos, regular las emociones antes de salir de casa hacia el supermercado hará que nuestra conducta no se deje llevar tanto por el pánico, por tanto, se vuelvan más racionales.
  • Antes de salir de casa hacer una lista (de la manera más objetiva que podamos) de aquellos productos que necesitamos de verdad (para una semana, por ejemplo), no que creamos que vamos a necesitar. Ya que si nos guiamos por los que creemos que vamos a necesitar, volveremos a llenar el carro de “por si acaso” (Como cuando uno hace una maleta al irse de viaje)
  • En el supermercado, solo escoger los productos que hay en la lista, de la manera más rigurosa posible. Sin dejarnos llevar por los estantes vacíos y sin mirar otros productos que no estén en la lista.
  • Si las instituciones sanitarias recomiendan alguna medida, actuaremos en consecuencia.
  • No debemos anticipar futuribles irracionales: las tiendas no se van a dejar de recibir abastecimiento. Podremos seguir comprando con normalidad cuando así lo necesitemos.

La mejor manera de enfrentarnos a esta crisis es desde la calma, la tranquilidad, el consenso y el comportamiento responsable (#yomequedoencasa). ¡Entre todos podemos conseguirlo!

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