Las emociones son como una gama muy amplia de colores: agradables o desagradables, efímeras o persistentes, unas son más intensas; otras, más débiles. Unas nos hacen sentir bien (emociones positivas) y otras nos causan malestar (emociones negativas), en ocasiones incluso se mezclan en una especie de revoltijo difícil de dilucidar. Sentir una emoción en sí no nos cuesta, lo que nos cuesta es saber qué estamos sintiendo (de que emoción se trata) y cómo hemos llegado a sentirlo. Cuando una emoción o emociones nos asaltan, resulta difícil pensar con claridad y salir de ese estado emocional. A menudo esas emociones nos arrastran en un bucle que nos hace sentir aún peor o incluso se produce un secuestro emocional en toda regla. Muchos creen que el hecho de no expresar lo que sentimos evita conflictos, hacer daño a la persona, preocuparle… sin ser consciente de que el daño verdaderamente, se lo hace al reprimirse.

No hay emociones buenas o malas, sino que todas las emociones son, ante todo, necesarias para sobrevivir, todas nos aportan información acerca de nuestros procesos internos para modularnos y hacer los reajustes necesarios para equilibrarnos y volver al bienestar. Cada una de las emociones que sentimos a lo largo de nuestros días tienen una función determinada que puede ser, adaptativa, social o motivacional. Si queréis saber más sobre la función de las emociones pichar en este link.

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¿Qué son las emociones negativas?

Ansiedad, tristeza, vergüenza, culpa, miedo, angustia, enfado, ira, son algunas de las llamadas emociones negativas más comunes que solemos experimentar. No me gusta nada la expresión “negativas”, considero que es demasiado peyorativa, si etiquetamos a una emoción como negativa interpretaremos que es mala, muy mala para nosotros, que debemos erradicarla por completo o evitar sentir tal emoción. “No llores”, “no te enfades”, “no tengas miedo”…. Parece que tengamos que luchar contra nuestras emociones y considero que esta visión es errónea, debemos saber escuchar a nuestras emociones y no evitarlas o luchar contra ellas. Tenemos derecho a sentirnos enfadados, o tristes por una determinada situación o tener miedo ante un nuevo cambio. Las emociones tienen una finalidad, si aparecen es por algo y para decirnos algo.

Para evitar confusión seguiré designando a lo largo de este post las emociones “negativas” con un entrecomillado, pero a partir de aquí considerándolas como lo que son, es decir, aquellas que nos hacen sentir mal, nos resultan desagradables, son muy intensas y/o duran mucho en el tiempo, terminan por nublar nuestra forma de ver la vida distorsionando por completo nuestra realidad. Cuando una emoción que consideramos negativa no se magnifica y se aprovecha su esencia (que no es otra que aportarnos información acerca de nosotros) podemos utilizarla a nuestro favor descifrando el mensaje oculto que hay detrás de ella que siempre es valioso y positivo.

¿Cuáles son las emociones “negativas”?

Entre las consideradas emociones “negativas” existen las emociones básicas o primarias y las emociones secundarias o complejas. Las consideradas emociones negativas básicas son la tristeza, el asco, el miedo y la ira. Por otro lado, las consideradas emociones “negativas” secundarias son:

Soledad
Desesperación
Culpa
Indiferencia
Vacío
Melancolía
Vergüenza
Arrepentimiento
Decepción
Aversión
Humillación
Inseguridad
Ansiedad
Ridículo
Terror / Pánico
Agobio / Estrés
Inutilidad
Preocupación
Frustración
Odio
Desconfianza
Furia
Hostilidad
Rabia
Resentimiento
Celos
Pena
Irritación
Tensión
Remordimientos
Confusión
Incomprensión
Desamparo
Nostalgia
Aburrimiento
Desaliento
Envidia

¿Cómo manejo las emociones “negativas”?

  1. No las Bloquees
    Uno de los principales pasos y más importante a la hora de aprender cómo gestionar emociones “negativas” es, sencillamente, no evitarlas. Por norma general tendemos a intentar querer reducir/eliminar/erradicar nuestro sufrimiento e ignorarlas o taparlas sin más. Se hace necesario evitar la evitación y aceptar las emociones. Es decir, si estamos tristes, pues estamos tristes, podemos estar tristes, tenemos derecho a estar tristes. No comencemos una lucha escudo en mano contra dicha emoción pues lo que ocurrirá es que nos enredaremos más en ella.
  2. Valoremos porqué aparecen y que nos quieren decir.
    Es necesario que además de permitirnos sentirlas comencemos a escucharlas, que quieren decirnos, sobre que quieren informarnos. Hagamos un ejercicio no solo de percepción sino también de razonamiento a nivel emocional. Analicemos la situación, lo más importante qué he interpretado yo sobre esa situación, que me ha llevado a tener una serie de pensamientos los cuales han desembocado en ese estado emocional desagradable.
  3. Utiliza técnicas de regulación emocional
    Una buena manera de ponerse en contacto con nuestras emociones es el uso ejercicios de regulación emocional como la meditación, mindfulness, ejercicios para focalizar la atención, ejercicios de relajación que nos pueden ser de utilidad. Permitir que nuestros pensamientos y emociones pasen y observarlas como un testigo, sin interferir en ellas, puede llegar a ayudarnos a determinar el porqué de su aparición.
  4. Expresa tus emociones
    Ya sabemos que las emociones “negativas”, pues, suelen ocultarse y reprimirse socialmente, algo que a la larga puede generar un efecto acumulativo que va a hacer que nos sintamos cada vez peor y que lo que debería ser adaptativo se vuelva perjudicial. Es útil compartirlas con un entorno cercano o expresarlas de diferentes maneras, se trata de hacerlas fluir y dejar que aparezcan y desaparezcan de un modo normal y adaptativo.
  5. Dales respuesta
    No solo se trata de saber porque aparecen, o limitarnos a expresarlas, sino que también es fundamental dar una respuesta a la necesidad que están expresando. Es decir, si estamos enfadados con alguien, la respuesta sería poder entablar una conversación con esa persona y aclarar la situación. Si estamos aburridos buscar algo alternativo al aburrimiento, realizando cualquier actividad que nos ayude a lidiar con ello.

Una emoción no te define así que acepta tus sentimientos. Recuerda que sentir es humano y debes permitirte hacerlo. Incluso si no es la mejor sensación del mundo, te ayudará a conocerte mejor y saber que si sientes de ese modo, por algo será, aunque sea algo temporal. Aprende de esa sensación emocional y crece internamente.

 

 

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