¿Que es la desensibilización sistemática?

Para entender que es la desensibilización sistemática Imaginemos una situación que nos provoque verdadero pánico, una que tendemos a evitar por miedo a los síntomas que creemos que nos puede llegar a desencadenar… Bien, ahora pensemos los acercamientos que tendríamos que hacer para llegar a estar en esa situación; por ejemplo, podemos haber imaginado montar en avión como algo que nos dé miedo, entonces, ahora será el momento de pensar en nueve pasos intermedios que me separan entre el momento actual y el verme sentada o sentado en un avión en movimiento… coge papel y boli, y en el paso número uno escribe la situación más inminente por la que tengas que pasar y que te provoque ligera ansiedad con sólo pensarla, y en el décimo lugar el hecho de estar viviendo esa situación tan temida (en nuestro ejemplo: viajar en avión). Ahora sólo te queda anotar ocho pasos intermedios que formen parte del proceso para lograr tu objetivo último, numéralos en orden creciente según la ansiedad que creas que te generan (comprar los billetes, hacer la maleta, dirigirme al aeropuerto, entrar en él, pasar por la puerta de embarque, caminar por el finger…), así hasta llegar al último que ya tenemos escrito y que supone la situación más intensa de todas.

Esto que acabamos de hacer es una forma de realizar uno de los pasos que conforman una técnica utilizada en el ámbito psicoterapéutico, denominada Desensibilización Sistemática (DS). Lo que se pretende con ella es que la persona pueda exponerse a una situación temida, disminuyendo los síntomas de ansiedad y frenando así los intentos de evitación o abandono de la escena que suelen ser tan comunes.

La desensibilización sistemática fue propuesta por primera vez por el psiquiatra conductista Joseph Wolpe en 1958 y desde entonces ha sido una de las técnicas más investigadas y avaladas como eficaz por la comunidad científica. La propuesta que llevó a cabo para abordar el miedo y la evitación que provoca, tiene dos puntos clave:

A. La ansiedad se ataja a través de una respuesta fisiológicamente incompatible a la del miedo. Para equilibrar las reacciones que nuestro sistema nervioso autónomo da ante algo que entiende como temido, utiliza la relajación como ejercicio antagónico. De esta forma relajación y ansiedad son respuestas que no pueden darse a la vez, facilitar la aparición de una impide el desarrollo de la otra.

Después, en la práctica, se han utilizado muchos tipos de respuestas incompatibles, como mirar fotos de alguien querido o pensar en algo que a la persona le resulte tranquilizador; lo interesante es que sea algo de fácil acceso y lo suficientemente potente como ayuda para conseguir ese efecto de calma en la persona. Aunque es cierto que la relajación o la respiración diafragmática sigue siendo la respuesta antagónica más elegida para los adultos, porque es una técnica que, después de aprenderla, siempre podrá ir con nosotros y a cualquier situación, se puede poner en práctica rápidamente y produce intensos efectos anti-ansiedad.

B. La exposición ha de ser graduada, es decir, el planteamiento es acercarnos poco a poco a lo que nos gustaría conseguir y, además, nos da miedo. Con esta medida se pretende suavizar la intensidad de los problemas que puede suponer para la persona fóbica el exponerse directa y abruptamente a los estímulos temidos.

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Para ello necesitamos construir previamente una “jerarquía de ansiedad”, es decir, una lista de las situaciones o estímulos que nos generen ansiedad en orden creciente de intensidad, como lo que se invitaba a hacer al principio de este post. Este tipo de lista se puede hacer de muchas formas, pero por norma general tiene que contener alrededor de 10-15 escenas, las cuales han de ser realistas, descritas de la manera más concreta y precisa posible, y que sean relevantes en la problemática de la persona. Una vez que las hayamos identificado y precisado con la ayuda y guía del terapeuta, hay que cuantificar cada una de ellas según la dificultad que suponga o ansiedad que experimentemos. Esta graduación se hace a través de Unidades Subjetivas de Ansiedad o USA, una escala que va de 1 a 100 en la que la situación que nos provoca ansiedad muy baja se valorará con un 10 y la que creemos que será de mayor intensidad con un 100, puntuando el resto de las escenas intermedias más representativas entre 20 y 90 USA.

Hemos de tener en cuenta que antes de poner en marcha la técnica de la desensibilización sistemática, la persona debe haber practicado lo suficiente previamente con los ejercicios de relajación o respiración, integrando el procedimiento hasta tal punto que le sea sencillo auto-producirse ese estado de manera voluntaria.

El orden de los pasos que hay que llevar a cabo en una Desensibilización sistemática es el siguiente:

1) La persona, como respuesta incompatible a la ansiedad, desarrolla un estado de relajación hasta conseguir que sea estable.

2) Cuando está inmersa en esas respuestas fisiológicas de calma, se le presenta la situación a trabajar en esa sesión (siempre comenzando por la que menos ansiedad le provoca). En este punto hay diferentes modalidades de presentación en la desensibilización sistemática:

a. En imaginación: donde la persona tendrá que recrear en su mente dicha escena con la mayor cantidad de detalles posibles que sea capaz de recordar o imaginar. Y para facilitar esa labor (ya que no todo el mundo es igual de imaginativo), trabajará conjuntamente con el terapeuta a fin de que se recree en su imaginación lo más exacta y vívida posible.
También se puede hacer uso no sólo de imaginación, sino de grabaciones, recrear en consulta estímulos físicos que la persona tenga asociados a la escena como sonidos, olores… incluso con un equipo de realidad virtual o realidad aumentada que reproduzca la situación y ayude a la inmersión.

b. En vivo: persona y terapeuta se movilizan hasta la escena que desean trabajar. En este caso, si de primeras existe mucha dificultad para el paciente llevar a cabo la acción requerida, el terapeuta puede exponerse a los estímulos primero y servir como modelo.

En este segundo paso, ya sea a través de imaginación o exponiéndose en la realidad, se nos presentará el estímulo temido estando bajo un estado previo de relajación. Si la persona comienza a notar síntomas de ansiedad, deberá inmediatamente retirarse de la escena para hacer una pausa e intentar retomar el estado de relajación. Una vez reestablecida la sensación de calma, volverá a exponerse al estímulo, y así sucesivamente hasta conseguir, por medio de la repetición, no experimentar nada de ansiedad.

3) La persona ha de pasar varias veces por esa escena con un estado de relajación continuo y sin ansiedad para proseguir avanzando con la siguiente, considerándose en esos casos que se ha logrado el objetivo: se ha desensibilizado.

La Desensibilización sistemática se trata de una técnica muy versátil ya que permite llevarla a cabo de forma individual o colectiva, en imaginación o en vivo, en muchos tipos de situaciones y con tantos recursos como se nos puedan ocurrir.

Pese a que no es recomendable para personas que:

  • Experimentan ansiedad de forma difusa o poco específica
  • En las que de base existen creencias irracionales que mantienen su miedo o falta de determinadas habilidades, en cuyos casos habría que trabajar primero estas condiciones.

Sí es una técnica muy adecuada para:

  • Eliminar miedos concretos
  • Trastornos fóbicos

En todos aquellos casos en los que la persona identifica que la aparición de ansiedad está emparentada claramente con determinadas situaciones o estímulos. Se usa por ejemplo para casos de disfunción sexual, insomnio, adicciones, trastornos de la alimentación o en pacientes con aversión a determinados tratamientos médicos por lo desagradable que resultan los efectos secundarios.

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