Todos/as hemos pintado de pequeños/as, ¿recuerdas? Lo que haya sido de esa práctica una vez que crecemos será diferente, algunas personas continuarán llevando a cabo actividades artísticas, otras las dejarán de lado; pero lo que está claro es que practicar el desarrollo de nuestro lado más artístico es un beneficio para quien lo lleva a cabo. De un tiempo a esta parte ha crecido la curiosidad por la conexión existente entre el arte y salud mental, y de esos dos conceptos, que se han unido para ser estudiados, nace la arteterapia. ¿Te apuntas a conocerla?

Curiosidades y pinceladas precursoras

Algunos autores señalan al marqués de Sade como precursor de promover un modo de expresión que pudiera hacer salir de su estado de alienación a los enfermos. Entre 1803 y 1813 dirigiría los espectáculos mensuales en la casa de salud de Charenton.

A finales del siglo XIX el teatro es recomendado para los enfermos mentales porque pueden así salir de su apatía y repliegue a su delirante mundo interior. Se recomienda el piano de igual modo que el billar, el encaje o el dominó.

Desde fines del XIX los psiquiatras se mostraron interesados en la producción plástica de los enfermos mentales. De hecho, el psiquiatra e historiador de arte alemán Hans Prinzhorn creía en que el proceso creador de hacer arte era básico en todas las personas, con o sin enfermedad mental, y que el arte era un modo de obtener bienestar psicológico.

A Adrian Hill, combatiente en la Primera Guerra Mundial, se le considera una de las figuras pioneras en el campo de la arteterapia. Postrado en un sanatorio y enfermo de tuberculosis comienza a pintar; más tarde exploraría esta práctica, convencido de que su actividad artística le conllevó beneficios en su propia recuperación. Tiempo después fue su médico el que le requirió para ayudar a otros pacientes del sanatorio a dibujar. Éste acontecimiento sería el que marcaría un cambio en su vida hacia la actividad de arteterapia. En 1945 publica su libro Art versus illness.

En 1946, Marie Petrie, en su libro Art and Regeneration, comienza a hablar de una formación específica en arteterapia. Y ese mismo año los psiquiatras Reitmann y Cunningham-Dax, del hospital psiquiátrico estatal de Netherne, contratan al primer arteterapeuta de la historia: Edward Adamson.

En 1950 se realiza el Primer Congreso Mundial de Psiquiatría en París, con la primera exposición internacional de arte psicopatológico, con dos mil obras de cerca de trescientos pacientes provenientes de diecisiete países diferentes.

Y aunque los efectos de la práctica y de la contemplación de las artes sobre la mente, las emociones y la fisiología humanas se venían ya valorando, serán el auge del psicoanálisis, las vanguardias artísticas y su puesta en práctica con los soldados que volvían del frente de la Segunda Guerra Mundial con problemas psíquicos, los factores que propiciaron el desarrollo de la arteterapia como disciplina.

Arteterapia ¿qué, para quién y cómo?

El arteterapia es una disciplina que bebe de numerosas fuentes: filosofía, estética, antropología, sociología, neuropsicología, psicología, educación, trabajo social, historia del arte, etc. y también, claro está, del arte y la psicoterapia.

Definiciones de arteterapia podemos encontrar infinidad, entre ellas está la que describieron Ruddy y Milnes en 2008, quienes definieron el arteterapia como el uso de recursos y elementos artísticos para facilitar la expresión y reflexión de quien consulta, en compañía de un arteterapeuta capacitado.

La BAAT (British Association of Art Therapists) define el arteterapia como una forma de psicoterapia que usa el medio artístico como su forma principal de expresión y comunicación. En este contexto, el arte no se utiliza como herramienta de diagnóstico, sino como un medio para abordar problemas emocionales que pueden ser confusos y angustiantes.

Según esta misma asociación, el arteterapia va dirigido a personas que tengan una amplia gama de dificultades, discapacidades o diagnósticos, incluyendo problemas emocionales, de comportamiento o de salud mental, discapacidades físicas o de aprendizaje, afecciones que limitan la vida, afecciones neurológicas y enfermedades físicas. La edad del participante es indiferente, y para su práctica no se necesita experiencia previa o formación en arte, ya que lo que se busca es capacitar a la persona a efectuar cambios y crecimientos a nivel personal a través del uso de materiales artísticos en un entorno protegido y facilitador.

En la práctica, el arteterapia puede ser entendido de dos maneras:

• Llevando acabo las sesiones interviniendo a través de una forma artística concreta: ya sea trabajando artes plásticas (dibujo y pintura, arcilla, máscaras, collage, fotografías, cerámica, escultura…), artes escénicas (expresión corporal, teatro o danza movimiento terapia), artes literarias (cuentos, poesía, escritura creativa), o musicoterapia.
• Otra forma de entender la práctica arteterapéutica es la que utiliza el término de conexión creativa para referirse al uso articulado del conjunto de artes expresivas -escritura, pintura, movimiento, sonido y meditación-.

De todas formas, cualquiera que sea el formato, hemos de saber que una sesión de arteterapia debería estar dividida en diferentes fases:

1. Inicialmente interviene el detonante artístico, llevando a cabo la práctica con la que trabajemos. Esta primera fase funciona como toma de contacto con nuestro lado más creativo y artístico, poniendo en marcha nuestro sistema motor en función de nuestra imaginación y sensaciones experimentadas.
2. Posteriormente esos procesos pasan a adquirir carácter terapéutico. Se trata de extraer el carácter simbólico del material artístico en función de analogías, isomorfismos y/o interpretaciones que tengan relevancia para la persona.
3. Por último, una fase exclusivamente terapéutica, en virtud de la cual se elabora el material trabajado en la fase anterior, encontrando significados que tengan coherencia en la historia y proceder de persona, y en la que el objeto artístico se convierte en algo “artísticamente neutral”.

¿Por qué podríamos beneficiarnos al practicar arteterapia?

Aunque inicialmente se utilizaba exclusivamente para el tratamiento de la salud mental, actualmente el arteterapia ha ampliado mucho sus fronteras y se lleva a cabo, entre otros, con colectivos de la tercera edad, personas con problemas de integración social, problemas del aprendizaje, en penitenciarías y para el tratamiento de problemáticas como el estrés, o trastornos de ansiedad y de la alimentación.

Decía Jacques Lacan “El arte se caracteriza por una cierta forma de organización alrededor de un vacío…”. Y es que la expresión artística se materializa gracias a un encuentro que se da entre nuestro mundo interior (de conectar con nuestros estados de ánimo y de conciencia) y el exterior (lo que nos sucede en el contexto que nos rodea). Sirve como ejercicio de introspección, de identificación y recolocación de ideas y emociones, práctica que puede ser muy útil para las personas que viven con ansiedad porque:

Suelen ser personas que internamente viven muy deprisa, casi siempre deseosas de conseguir cumplir objetivos inmediatos y enfocadas a lo que va a suceder después; esto a su vez, las hace invertir mucho tiempo, esfuerzo y energía en estar en el mundo de las ideas y en especulaciones de lo que podría pasar, intentando resolver lo que “está por llegar que aún no está ocurriendo”. Llevar a cabo ejercicios artísticos puede ser una herramienta que nos ayude a practicar el focalizar nuestra atención en el estar más en el presente, en vez de en lo que podría pasar si… y en lo manipulativo, enfocándonos en los procedimientos paso a paso.

• Una de las consecuencias colaterales que pueden vivir las personas que están atravesando un trastorno de ansiedad es el desentendimiento con sus propias emociones. Son personas con una gran sensibilidad perceptiva a las que, en ocasiones, las experiencias de miedo intenso repetidas a lo largo del tiempo, les encauzan a estar absolutamente pendientes de evitar ese sentimiento de malestar y angustia; tanto es así que pueden llegar a anestesiar la percepción de otras emociones por las que atraviesan en su día a día. Lo paradójico en un trastorno de ansiedad es que el miedo es sentimiento menos deseado y sin embargo es el que eclipsa a todos los demás. El espacio arteterapéutico resulta un facilitador para hacernos más conscientes de la diversidad de nuestros estados de ánimo, recolocarlos, canalizarlos y, a su vez, poderlos expresar más fácilmente.

• Las personas con ansiedad son altamente creativas, pero, por lo dicho anteriormente, su imaginación casi siempre está muy enfocada a desarrollarse en el miedo, imaginando múltiples escenarios catastróficos ante los cuáles responderán con escasísimos recursos. Gracias a la práctica de ejercicios artísticos conoceremos cómo dirigir nuestra creatividad y capacidad de persistencia hacia algo menos paralizante y más constructivo para con nosotros. Aprenderemos a profundizar en el autoconocimiento, flexibilizando ideas que hemos cristalizado acerca de nosotros mismos y de nuestros recursos.

Un espacio arteterapéutico, con profesionales cualificados, nos brinda un lugar seguro donde poder experimentar, recordar, sentir, jugar a crear, vivir dificultades, transgredir nuestras propias normas autoimpuestas, generar nuevos recursos, dar sentido, reconstruir la visión de uno mismo… ¿Te apuntas a probar?

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