La terapia relacional o psicoanálisis relacional es un modelo de psicoterapia que se centra mayoritariamente en las relaciones del paciente.

El psicoanálisis relacional integra un conjunto de teorías psicoanalíticas que han ido evolucionando a raíz de las ideas de Freud, es decir, la terapia relacional es una corriente psicológica que procede el psicoanálisis, pero que, estableciendo diferencias, se ha centrado más en los aspectos ambientales/sociales del paciente y en la relación que éste establece con el terapeuta. La perspectiva social y el vínculo creado en una terapia son aspectos fundamentales en éste tipo de terapia.

Historia de la terapia relacional

Las aportaciones originales de Freud enfatizaban en el conflicto entre el ello, el yo y el súper yo y en los aspectos psicosexuales que atravesamos en la infancia. Para Freud el principal objetivo era hacer consciente el contenido inconsciente (impulsos sexuales y agresivos), pudiendo así solucionar los conflictos que presenta el paciente en el presente.

Fueron Sandor Ferenczi y Otto Rank, discípulos de Freud, quienes impulsaron el cambio del clásico modelo pulsional de Freud hacia el modelo relacional. La consideración estaba cambiando, las relaciones humanas tomaban un peso fundamental e inseparable del campo interpersonal y evaluar al paciente sin tener en cuenta a su ambiente y relaciones era un error.

Se creó así un énfasis en el estudio de las relaciones sociales de los pacientes, así como en la relación terapéutica que establecían psicólogo-paciente.

“El hombre es un ser social por naturaleza”

Frase del filósofo Aristóteles para constatar que nacemos con la característica social y la vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, ya que necesitamos de los otros para sobrevivir.

Según Aristóteles se “es” en tanto se “co-es”, es decir, las personas poseemos una dimensión individual y dicha dimensión está integrada en la dimensión social del hombre, para la convivencia en comunidad desde que nace, resultando en la coexistencia.

La terapia relacional no difiere en exceso de las ideas que tanto recalcó Aristóteles. Para esta corriente, el ser humano al ser social presenta conflictos y dificultades, que, aunque puedan ser expresadas desde el plano individual, tienen siempre su origen en las relaciones con los otros (por ejemplo, con la familia).

Esta terapia aboga, porque todos los seres humanos, estamos directamente influenciados por los contextos sociales en los que nos hemos desarrollado, por lo que los estudios de estos escenarios nos explicaran el origen y el mantenimiento del conflicto actual.

La relación paciente-terapeuta.

La terapia relacional pone énfasis en la influencia que éste vínculo va a tener en el desarrollo de la terapia y la evolución de paciente. Considera en este caso que se trata de dos personalidades interaccionando en un lugar seguro, regulándose mutuamente entre ellos y por lo tanto influyéndose constantemente. El psicólogo ha dejado de ser la única figura de influencia, para reconocer que las dos partes son influyentes y modifican y afectan al otro y al trascurso de la terapia.

La relación establecida entre el psicólogo y el paciente será diferente en cada caso y estará determinada por la influencia mutua que mencionamos.

Alianza terapéutica

En el contexto de la terapia cognitiva, Greemberg y otros destacan la importancia del vínculo terapéutico entre terapeuta y paciente para lograr un cambio, vínculo que debe estar impregnado de actitudes de empatía, ausencia de crítica, aprecio, autenticidad, etc. (Greenberg L,1996)

Rescatando éste concepto de las terapias cognitivas, la terapia relacional, ponen énfasis también en la importancia del establecimiento de un buen vínculo o alianza entre paciente-terapeuta.

Por alianza terapéutica entendemos la relación de confianza establecida entre terapeuta y paciente. Es común que en las primeras sesiones el paciente se muestre inseguro o desconfiado y será fundamental trabajar estas “defensas” para crear un clima que permita el acceso sincero al mundo emocional del otro.

Para esto, la personalidad del terapeuta será fundamental.

Desde la terapia relacional se enfatiza en la idea de que la conducta y personalidad del psicólogo va a influir inevitablemente sobre el paciente, no considerando por lo tanto al terapeuta como un simple transfusor de conocimientos, sino como un ser humano que va a influir directamente en el otro, y no solo por sus conocimientos sino por quien es.

Esta es una de las premisas básicas de la perspectiva relacional, paciente y terapeuta no observan al otro, sino al otro en relación con él. Desde esta perspectiva, nuestro conocimiento de la otra persona está inevitablemente mediado por nuestra propia subjetividad.

Desde los albores del enfoque sistémico se ha planteado que para hablar de psicoterapia se debe mencionar el cambio, los pacientes acuden al psicoterapeuta para cambiar algo de sus vidas, muchos tienen la esperanza de que exista en las habilidades del profesional algo de magia para hacer desaparecer su dolor, o parafraseando a Moni Elkaim: los pacientes piden cambiar sin que se los cambie; esto es “ayúdeme a dejar de sufrir, pero sin cambiar mi situación”. La disfuncionalidad de un sistema se caracteriza por su tendencia a la equifinalidad, esto es a actuar para reducir al máximo la entropía, la idea de que el equilibrio, la estabilidad, el control son sinónimos de salud y felicidad generan tal resistencia al cambio al grado que se llega a creer en la certidumbre absoluta. Pero un sistema activo necesita expandirse, crecer y las interacciones entre sus elementos quiérase o no producirán tarde o temprano ciertos niveles entrópicos internos ocasionando una crisis dentro del sistema (Bismarck Pinto, 2004)

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