A veces, cuando yo voy por la calle intentando sobrellevar mis síntomas, y veo a los demás, ahí tan tranquilos y felices andando, pienso que soy rara… ¿Por qué me ha tenido que pasar esto a mí?” Muchas personas con ansiedad se sienten como la mujer de este testimonio. Porque cuando se tienen ataques de pánico, a veces no sólo se trata de lidiar con unos síntomas desagradables, sino también con el sentirse incomprendido o desconectado de una realidad compartida por los otros que no parece ser la nuestra. Pero esto no es del todo cierto, nuestra interpretación de que “la gente es normal, no como yo” es una visión errónea, es una manera de disgregar lo que pertenece a una misma realidad: porque la ansiedad está presente en las calles, en los restaurantes, en los centros comerciales, en el cine, y no entiende de sexos, edades o de profesión; y sino que se lo digan al pánico del Capitán América, del cual os hablaremos hoy.

Primeros pasos de Chris Evans (Capitán América)

Hijo de un dentista y una bailarina nació el 13 de junio de 1981 en Boston. Ya desde pequeño Chris Evans participó en producciones escolares y de teatro juvenil hasta la escuela secundaria. Al graduarse decide mudarse a Nueva York, donde empieza a trabajar en una agencia de castings a la vez que cursa estudios de interpretación. Allí se labra contactos que le permitirán participar en una producción televisiva, tuviendo que mudarse a los Ángeles para realizar un piloto de la serie Opposite Sex, algo que no duró mucho.

Sin embargo, pronto pudo dar el salto a la gran pantalla, estrenándose en el año 2000 con la película The Newcomers. Tras ella vinieron otros trabajos en películas como No es otra tonta película americana en 2001, The Perfect Score o Cellular, ambas del 2004. A pesar de que su carrera comenzaba a rodar, Chris Evans no estaba del todo contento, llegando a afirmar que hubo un tiempo en el que creyó que no podía hacer una buena película.

Comencé a tener mini ataques de pánico en el set

El hecho que consolidó a Evans en la industria cinematográfica, gracias a la expansión de las películas de superhéroes que inundaron la gran pantalla hace unos años, fue con su interpretación de Antorcha Humana en Los 4 Fantásticos. Parecía que su trabajo hasta entonces empezaba a dar sus frutos, llevando a cabo la secuela Los 4 Fantásticos y Silver Surfer (2007); pero en el momento del lanzamiento de ésta, algo no iba bien, Chris comenzó a experimentar ansiedad según afirma en una entrevista para The Hollywood Reporter. De hecho, aquello debió de asustarle tanto que llegó a rechazar papeles en cintas como Gone Baby Gone, Milk, Elizabethtown y Fracture.

Unos años después, en Houston filmando la película independiente Puncture (2010), su ansiedad se acrecentó a niveles más severos. “Fue la primera vez que comencé a tener mini ataques de pánico en el set“, recuerda Evans. “Realmente comencé a pensar: ‘No estoy seguro de si esto [actuar] es lo correcto para mí, no estoy seguro de si me siento tan saludable como debería sentirme‘”.

Fue entonces cuando Marvel vuelve a llamar a su puerta, esta vez para proponerle el papel protagonista de Capitán América. Chris sopesó que si les agradaba, estaría encerrado en un contrato de nueve películas que, sin duda, supondría un gran pago, pero también una fama considerablemente mayor. Así que, para sorpresa de sus agentes, rechazó la propuesta.

A pesar de eso, Kevin Feige (productor de Marvel) no se rindió, y le propuso rebajar el número de películas en el contrato y aumentarle el salario. Chris Evans rechazó varias veces la propuesta de encarnar al Capitán América hasta que, se le ofreció una nueva oportunidad que consensuó con Robert Downey, Jr., su terapeuta, y amigos y familiares de confianza. Todos ellos lo instaron a no tomar una decisión importante basada en el miedo. Y aceptó.

Una década después, dice: “Fue la mejor decisión que he tomado”. Y agrega: “Para ser honesto, todas las cosas que temía, nunca llegaron a concretarse“.

¿Miedo al éxito?

En el ensayo “Los que fracasan al triunfar” de 1916, Freud ya se cuestionaba el porqué algunos de sus pacientes enfermaban cuando veían que se cumplía un sueño hondamente arraigado en ellos. También nos habló de este fenómeno Abraham Maslow, psicólogo exponente de la corriente humanista, el cual decía “La verdad de la vida más extraña y difícil de creer, irónicamente surge del temor a nuestro propio éxito”; incluso décadas después, en 1970, la psicóloga Martina Horner habló por primera vez del miedo al éxito, señalando que las mujeres experimentan más miedo al éxito que los hombres, dándose por temor a consecuencias no tan agradables como el ser socialmente rechazadas.

¿Significa esto que inconscientemente puede que temamos a cumplir nuestros deseos, los que nos llevan a la grandeza? Quizás esto es lo que le sucedió a nuestro Capitán América, o quizás no, pero merece la pena conocer este fenómeno que se da en nuestra naturaleza humana.

“Complejo de Jonás” fue el término que acuñó Abraham Maslow para describir a personas que tienen miedo de su grandeza. Tanto en hombres como en mujeres este miedo, que termina inhibiendo el motivo de logro, se deriva del sentido de la responsabilidad abrumadora que podría conllevar dicho éxito, es decir, que las personas experimentamos el pesar que supondría vivir una vida extraordinaria que carece de familiaridad personal (la idea fija que tenemos de nosotros/as mismos/as, de lo que somos y de lo que no), unido en ocasiones a problemas de autoestima que impiden que alguien pueda verse a sí mismo como una figura importante (“ese puesto no es para mí, no sabría desempeñarlo”, “me sentiría un fraude”).

El hecho de no ser capaces de realizar este salto de fe para anular nuestras dudas, es lo que conduce al miedo al éxito. A veces, simplemente ocurrirá que no sabemos lo que deseamos realmente; otras, aunque lo identifiquemos, será porque no sabemos qué pasos hemos de dar para conseguirlos; y otras veces lo que sucederá es que, inconscientemente, nos autosabotearemos con comparativas, evitación, aplazamientos, negación de sentimientos, prácticas de hábitos poco saludables… medidas que, en última instancia, pueden ser generadoras de estados de ansiedad.

Descubrir nuestras propias maneras de sabotearnos, poder encariñarnos con nuestro potencial y darle el valor que se merece, observar con humildad los aspectos en los que deseamos mejorar, no sobreprotegernos del fracaso, así como estar dispuestos/as a aceptar la pérdida de algunos aspectos sociales de los que se gozan hasta el momento, son algunas de las claves para alejarnos del conformismo con el que nos manejamos con nosotros/as mismos/as y darnos oportunidades para acercarnos a nuestros deseos más íntimos y propio crecimiento personal.

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