El cerebro es el asiento de nuestras funciones mentales, sabemos que las regiones frontales del cerebro se encargan de la planificación y organización de nuestra conducta, de nuestras emociones, de adecuar nuestros comportamientos e impulsos básicos a la situación social y a las normas éticas, proponernos metas y encaminarnos a ellas. A estas funciones mentales se les llaman funciones ejecutivas, es decir, la capacidad que tenemos los seres humanos para pensar sobre lo que estamos pensando, supervisar nuestra propia conducta para cambiarla si vemos que es infructuosa, motivarnos, tomar decisiones y sentir emociones. Un caso famoso, que contribuyó a extender este concepto fue el de Phineas Gage, te cuento que sucedió con él a continuación.

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La importancia de los lóbulos frontales

Los lóbulos frontales son las estructuras cerebrales de más reciente desarrollo y evolución en el cerebro humano, su perfeccionamiento en los primates se relaciona con la necesidad de un control y coordinación más compleja de los procesos cognitivos y conductuales que emergieron a través de la filogénesis de estas especies.

Desde un punto de vista neuropsicológico los lóbulos frontales representan un sistema de planeación, regulación y control de los procesos psicológicos; permiten la coordinación y selección de múltiples procesos y de las diversas opciones de conducta y estrategias con que cuenta el humano; organizan las conductas basadas en motivaciones e intereses, hacia la obtención de metas que sólo se pueden conseguir por medio de procedimientos o reglas. También participan de forma decisiva en la formación de intenciones y programas, así como en la regulación y verificación de las formas más complejas de la conducta humana.

Debido a esta capacidad de regular, planear y supervisar los procesos psicológicos más complejos del humano, se considera que los lóbulos frontales representan el “centro ejecutivo del cerebro”.

El daño o la afectación funcional de los lóbulos frontales tienen consecuencias muy heterogéneas e importantes en las conductas más complejas del humano, desde alteraciones en la regulación de las emociones y la conducta social, hasta alteraciones en el pensamiento abstracto y la metacognición.

El accidente de Phineas Gage

Phineas Gage, un ávido joven de 25 años, capataz de la construcción, trabajaba para el Ferrocarril Rutland & Burlington. Específicamente en la instalación de una nueva línea férrea, en la ciudad de Vermont, New England. Vale aclarar que Gage, según sus jefes, era un hombre muy eficiente y capaz. La historia comienza un 13 de septiembre, de 1848. Exactamente a las 16.30 horas, Phineas estaba trabajando en las afueras de Cavendish. Una de sus funciones era colocar cargas explosivas en agujeros taladrados en la roca. Llenaba estos agujeros de pólvora, ponía un detonador, y, finalmente, lo tapaba con arena y la aplastaba con una pesada barra de metal. Ese día, Phineas, un poco descuidado al parecer, olvidó echar la arena antes de presionar con la barra, por lo que al hacerlo hubo una chispa que hizo reaccionar a la pólvora, provocando su estallido. Esta explosión, increíblemente, logró que la barra de 6 kilos, un metro de largo y 3 cm. de diámetro, saliera disparada a 30 metros de distancia. Pero no fue todo, la barra atravesó el cráneo del joven. Entró por la mejilla izquierda y salió por la parte superior del cráneo, atravesando los dos lóbulos frontales.

Sorprendentemente, el capataz, no sólo sobrevivió al accidente, sino que se mantuvo consciente en todo momento. Sus hombres lo llevaron hasta el hotel del Sr. Joseph Adams en Cavendish, en una diligencia de bueyes. Bajó sin ayuda y se sentó en la entrada del lugar, consciente (en todo momento) siendo capaz de relatar a los presentes las circunstancias del asombroso incidente.

La llegada del médico

El doctor Edward Higginson Williams fue el primer médico en llegar. Phineas Gage le recibió sentado en una silla: “Doctor, aquí hay trabajo para usted” Una hora después, el doctor John Martyn Harlow llega a asistir a Gage, allí es donde comienza una de las relaciones médico-paciente más famosa del mundo de la medicina y la neuropsicología. Comencemos por lo básico: Harlow, proporcionó la atención médica que permitiría que Gage sobreviviese al accidente.

En un primer momento, el objetivo fue detener la abundante hemorragia, causada por el paso de la barra de hierro, y eliminar los fragmentos óseos alojados en la herida. Para favorecer el drenaje, Harlow, ascendió en un primer momento la cabeza respecto al cuerpo para luego elevarla para detener el profuso sangrado. En las semanas que siguieron al accidente, la atención médica tuvo como objetivo primordial tratar la infección presente en la región lesionada. Harlow, basándose en los principios de antisepsia, higiene y mejoramiento del mal estado general de principios del siglo XIX, indicó y aplicó diversas sustancias eméticas y catárticas (cólquico, ruibarbo y cloruro de mercurio, entre otros), para “limpiar” su organismo de lo que origina la inflamación y además lavar la herida. El 18 de noviembre de 1848, 65 días después del accidente, Gage mostró evidentes signos de mejoría. No sólo caminaba por la casa, sino que, salía a la plaza del pueblo.

¿Qué cambio en Phineas?

Phineas Gage recuperó sus facultades del cuerpo y de lamente, con la sola excepción de lo que hoy denominaríamos un típico síndrome prefrontal. El doctor Harlow lo describió como:

Tiene frecuentes accesos de irritabilidad, es irreverente y manifiesta poca consideración con las personas que lo rodean, en ocasiones profiere toda suerte de obscenidades (cosa que no acostumbraba hacer anteriormente, ya que era paciente y respetuoso), es impaciente y obstinado, caprichoso pero vacilante, organiza múltiples planes para el futuro, pero apenas termina comenzar uno y lo abandona para embarcarse en otra alternativa que le parece más factible. Un niño en su capacidad intelectual y en las manifestaciones de su conducta, pero con las pasiones animales de un hombre fuerte … Su mente ha cambiado de manera tan radical que sus amigos y familiares coinciden en afirmar que Gage ya no es el mismo”.

Cambios en su conducta y en el control de las emociones

Desde el primer momento se observa una conducta impulsiva, intolerante y pueril, una vez que se recupera a más 60 días del accidente comienzan las conductas alteradas. Su esposa lo abandona, no se encuentran descripciones de las cusas del abandono, pero es dable suponer que presentara continuas conductas hipersexuales y violentas, aparte de volverse insostenible desde el punto de vista económico, dado que no es tomado nuevamente en su trabajo tal consta más arriba por sus cambios de conducta. Según Harlow: “El equilibrio o el saldo, por así decirlo, entre sus facultades intelectuales y propensiones animales, parece haber sido destruido… complaciendo a veces las peores groserías (que no fue previamente su costumbre) …

Esta frase tomando que en esa época las conductas sexuales moralmente reprobables y aquellas que no respectan el comportamiento social adecuado (como alimentarse de forma grosera y no adecuada, no realizar su aseo personal o necesidades fisiológicas) se las denomina instintivas o animales, coherente con el concepto del humano saludable superior, civilizado y moralmente aceptable es aquel que respecta las normas de trato y cultura social y humano enfermo aquel que presenta alteraciones en el pensar (delirios y alucinaciones) que lo llevan a no cumplir las normas culturales sociales y morales.

Llevando el análisis a la actualidad se puede rastrear la presencia de hipersexualidad, y conductas desinhibidas en relación con la forma de alimentase, y orinar o defecar en forma pública.

Esta lesión temporal provoca también un continuo hacer, como un cuadro maniaco, y una planeación sin futuro y muchas veces sin sentido, como la característica manía improductiva, que en el caso de Gage se observa en la incapacidad de sostener su trabajo y en la referencia a sus planes imaginarios y que nunca completa, específicamente Harlow dice: “…ideando muchos planes de futuro funcionamiento, que apenas están organizados, se abandonaron a su vez por otros que aparecen más factible…

La corteza orbitaria anterior será la porción anterior de la corteza ventral, donde se aloja los valores éticos , aquellos que se relacionan con el miedo al castigo social, mientras que la corteza orbitaria posterior pertenece al sistema límbico y se encontrarían alojadas las emociones displacenteras o negativas asociadas las conductas sociales Así el relato de Harlow muestra en las siguientes frases las conductas provocadas por daño orbitario: “…manifestando pero poca deferencia para sus compañeros, impacientes de moderación o consejos cuando entra en conflicto con sus deseos, a veces pertinazmente obstinados, pero caprichoso y vacilante… Un niño en su capacidad intelectual y manifestaciones, tiene las pasiones animales de un hombre fuerte…“.

En estos párrafos se puede inferir la mala relación interpersonal que establecía Gage con sus compañeros posterior al accidente, cuando anteriormente era un jefe respetado y querido, en las palabras “poca deferencia” se establece la falta de consideración por el otro y probablemente el maltrato que propiciaba.

La conducta observaba como inmadura o infantil es la observación no de deterioro cognitivo sino de la expresión sin control de deseos y necesidades con la incapacidad de postergar la satisfacción. Esto último surgirá del daño del circuito orbito-ponto-cerebelo-tálamo-cortical o simulador cerebral, este circuito seria donde el acto postergado se trasforma en deseo posible en el tiempo, y la falta de la función orbitaria no inhibiría el acto y no activaría este circuito por lo que los deseo no son tales son necesidades a satisfacer inmediatamente.

A modo final se puede decir que traumatismo sufrido por Phineas Gage provoca un daño en toda la llamada Corteza Ventral o Pragmática-Valorativa, la cual tiene tres componentes una anterior u orbitario donde se alojarían los valores éticos y sentimientos comunitarios y cognición social, una media o insular relacionada específicamente con la empatía, y una posterior o temporal-basal donde se alojaron los valores preventivos o de cuidado de vida.

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