Estos últimos días estamos escuchando que ciertos colectivos profesionales “no pueden más”, como por ejemplo los sanitarios. Debido a la situación por la que estamos atravesando, su carga de trabajo es tremendamente mayor a los recursos de los que disponen, realizando una labor que a veces supera a lo que humanamente es posible de mantener en el tiempo. Pero no son los únicos. El estrés laboral es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos en el mundo, y sin embargo nos acompaña silenciosamente, muchas veces sin que nos demos cuenta de que lo estamos atravesando. Cuando se instala de forma permanente en el tiempo, lo vivimos como algo normalizado; así que conocer las causas del estrés laboral nos puede aportar un poco de perspectiva acerca de esta compleja respuesta fisiológica y psicológica que, quizás, pueda ya estar experimentando nuestro sistema.

La globalización creciente, el establecimiento de un libre mercado, la naturaleza cambiante del trabajo, el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, así como cambios demográficos notables y el efecto que tienen sobre la actual población activa, caracterizan el desarrollo del lugar de trabajo moderno. De hecho, en las últimas décadas se han producido cambios significativos en el mundo laboral, cambios que están estrechamente relacionados con la organización y la gestión del trabajo. Algo que ha motivado la aparición de riesgos emergentes y nuevos retos en el ámbito de la salud y seguridad en el trabajo.

Riesgos empresa-trabajador

La Organización Internacional del Trabajo definió los riesgos psicosociales en el ámbito laboral como las interacciones entre el contenido, la gestión y la organización del trabajo y otras condiciones ambientales y organizativas, por un lado, y las competencias y necesidades de los trabajadores, por otro. Es decir que, la salud de los trabajadores dependerá de la compleja relación que mantengan los requisitos y características del puesto de trabajo que marquen las empresas, con las tendencias, habilidades y capacidades de los que disponga la persona en cuestión, que es lo que modulará sus percepciones y valoración de la experiencia laboral.

Si esa relación es difícil de conjugar o directamente resulta incompatible, podemos llegar a estar expuestos a riesgos que están estrechamente vinculados con el estrés laboral; un efecto que a veces nos cuesta reconocer como tal, y que se podría entender como la respuesta que desarrollamos las personas ante unas demandas y presiones en el trabajo que no se corresponden con nuestros conocimientos y habilidades, y que pone en peligro nuestra capacidad de resistencia.

Estrés laboral: causas

El estrés ha pasado a formar parte de nuestra vida cotidiana, notándolo más o menos presente según la época o circunstancias que estemos viviendo. Pero si te identificas en una situación indeseable de permanente nerviosismo y ansiedad, derivada por inestables estados de cansancio, o de agotamiento físico y mental, que se acentúan frente a situaciones de tensión que cotidianamente en el trabajo sientes que tienes que enfrentar… es probable que estemos hablando de estrés laboral.

Si dudas, para empezar a distinguir si estamos padeciendo estrés laboral, tenemos que tener en cuenta las principales causas o riesgos que nos predisponen a él:

Tipo del contenido del trabajo: la falta de variedad o ciclos de trabajo cortos, el trabajo continuado atendiendo personas, incluso el trabajo fragmentado o sin sentido, hace que sintamos niveles altos de incertidumbre y, en ocasiones, que el uso de nuestras habilidades para manejarnos con los contenidos sea insuficiente.

Carga y ritmo de trabajo: una carga de trabajo excesiva o por el contrario insuficiente, así como estar sujetos a un ritmo marcado por máquinas, o tener que desarrollar nuestro trabajo continuamente sujeto a plazos bajo una elevada presión temporal, claramente aumenta el nivel de estrés.

Horario laboral: los trabajos a turnos rotativos, la nocturnidad, horarios inflexibles o prolongados, jornadas imprevisibles en donde debemos de atenernos a una disponibilidad total, también nos influyen tanto en la salud e higiene de nuestro sueño como en la capacidad para conciliar el trabajo con actividades y quehaceres que estén fuera de él.

-Control: Poca participación en la toma de decisiones o la imposibilidad de controlar mínimamente la carga de trabajo o ritmo, aumenta nuestra sensación de indefensión.

Entorno y equipos: una disponibilidad, ajuste o mantenimiento inadecuados de los equipos o maquinaria con la que trabajamos dificulta la fluidez en otras áreas, pero también tenemos que tener en cuenta si llevamos a cabo nuestra labor en malas condiciones ambientales como falta de espacio, mala iluminación o ruido excesivo. De hecho, la ergonomía surgió para atender y estudiar estos aspectos considerados esenciales para un desempeño laboral favorable.

Estructura y cultura organizativa: la mala comunicación o raramente eficaz, recibir poco apoyo para resolver problemas y para el desarrollo personal, así como la falta de definición de objetivos de la organización (o falta de acuerdo sobre ellos), genera sentimientos de confusión, frustración e incertidumbre.

Relaciones interpersonales en el trabajo: percibir aislamiento social o físico, el establecimiento de una mala relación con los superiores, vivir conflictos frecuentemente con los compañeros de trabajo o incluso presenciar conflictos entre ellos (aunque no estemos en el ajo metidos), o la falta de apoyo social, incrementa enormemente el malestar y la sensación de necesitar desarrollar conductas de defensa a la hora de relacionarse.

Los casos más graves de esta naturaleza por los que una persona tendría que atravesar, serían situaciones de violencia o acoso laboral, en los que cada día la persona se enfrenta a experimentar miedo por la posible pérdida del puesto laboral, integridad o incluso de su propia vida, acompañado de sensaciones profundas de desprotección e incapacidad para abordar y resolver la situación.

Rol en la organización: si nuestro rol nos resulta ambiguo o tenemos conflictos con el rol que desempeñamos, ya porque deseemos trabajar en puestos de mayor responsabilidad o, por el contrario, nos bloquee tener responsabilidad sobre otros, es un aspecto estresante en el que mentalmente nos pueden absorber las preocupaciones; lo que implicaría entre otras dificultades falta de concentración, poca retentiva, incluso problemas de sueño.

Desarrollo profesional: Estancamiento e incertidumbre profesional, una promoción excesiva (cuyas expectativas creadas sintamos que no podemos mantener en el tiempo) o una promoción insuficiente, recibir salarios bajos, inseguridad en la continuidad del empleo o considerar nuestro trabajo con poco valor social, son factores que minan directamente nuestro nivel de motivación.

Conciliación vida personal-laboral: por último, pero no menos importante, el sentir que nos resulta conflictivo compaginar las necesidades laborales y personales, o recibir poco apoyo logístico y emocional en casa, puede a su vez causar problemas en nuestras relaciones extralaborales, sobre todo cuando ambos cónyuges trabajan.

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