La Psicología Cognitiva aborda los procesos mentales que tienen que ver con la capacidad del ser humano para razonar y pensar, asimilar nuevos conocimientos y resolver problemas. Hoy en día, la psicología cognitiva según es la corriente dominante en la psicología contemporánea, puede considerarse un movimiento científico que trasciende a la psicología pues integra diversas disciplinas científicas como la filosofía, las neurociencias y la cibernética, y es el paradigma dominante en todo el mundo.

La psicología cognitiva ha ido evolucionando con el tiempo y ha dado lugar a nuevas terapias basadas en sus principios y técnicas:  En la actualidad las principales terapias de tercera generación son: la Terapia de Aceptación y Compromiso, la Psicoterapia Analítica Funcional, la Terapia de Conducta Dialéctica, la Terapia Conductual Integrada de Pareja, la Terapia de Activación Conductual y el Mindfulness. Son intervenciones que no se enfocan tanto en la sintomatología, sino en modificar la experiencia subjetiva y la conciencia de esta, de tal modo que los síntomas no resulten excesivos o intolerables.

Terapias de tercera generación para la ansiedad

Mindfulness

Significa atención plena, o conciencia plena. La experiencia de mindfulness guarda relación con el hecho de estar en contacto, de examinar quien somos, de cuestionar nuestra visión del mundo y de cultivar la capacidad de apreciar plenamente cada momento de la vida. Se trata de una estrategia de meditación que pretende la conexión con el aquí y ahora, o simplemente de prestar atención cotidianamente, haciéndonos conscientes de lo que estamos sintiendo, pensando y haciendo en el momento presente, pues la divagación de la mente por los derroteros inciertos del futuro e irrecuperables del pasado suele llevar al abandono de lo que único que es real para el ser humano: su capacidad de actuar en el momento y sobre el contexto presente. El hábito diario de meditación va facilitando la suspensión del juicio, la observación y la aceptación, sin pretender nada más que observar, sin querer cambiar los procesos cognitivos y emocionales que resultan en las distintas esferas de nuestra experiencia. En definitiva, el objetivo del mindfulness es cambiar las relaciones que las personas establecen con los pensamientos, sentimientos y sensaciones físicas que activan y mantienen los estados relacionados con la ansiedad.

Terapia de aceptación y compromiso (TCA)

Es un tipo de terapia que emplea la aceptación, entendida como la capacidad humana de experimentar, de estar conscientes, el aquí y ahora, de las sensaciones, los pensamientos, sentimientos, emociones, recuerdos, imágenes… Esta capacidad de estar conscientes vendría unida al compromiso de llevar a cabo acciones acordes con los valores personales también estaría vinculada con las estrategias de cambio necesarias para aumentar la flexibilidad psicológica.

La Terapia de Aceptación y Compromiso hace hincapié en el concepto de evitación experiencial, que da cuenta del mantenimiento de los trastornos sobre todo los referidos a la ansiedad y, por tanto, del sufrimiento humano.La propia cultura nos enseña que el malestar generado por diversas situaciones, emociones, pensamientos… es un problema a solucionar y, por tanto, nos enseña muchos modos para tratar de evitarlos y para eludirlos. Sin embargo, centrar la vida en eliminar o evitar el malestar, los pensamientos y recuerdos molestos produce un efecto contraproducente. Con frecuencia, los intentos por eliminar, evitar, los pensamientos y recuerdos y, consecuentemente, los intentos por buscar sentirse bien de inmediato, no sólo no lo consiguen, sino que generan un efecto “boomerang”. Paradójicamente, lo que no se quiere, se hace más presente y se extiende a numerosas áreas de la vida personal, de modo que esa constante lucha por la inmediata eliminación del malestar.

La terapia ACT trata de romper con la evitación experimental introduciendo la aceptación como estrategia de cambio, aprendiendo a no luchar contra las experiencias internas y abrirnos a ellas. El enfoque no está en modificar los contenidos de los pensamientos y corregirlos sino en cambiar nuestra relación con ellos. Es decir, relacionarnos de otra manera con nuestros pensamientos, emociones, impulsos, imágenes mentales, recuerdos y otros eventos internos. Esta relación distinta con nuestras experiencias internas hace que éstas no se conviertan en un obstáculo para la vida que deseamos.

Psicoterapia Analítica Funcional (FAP)

Se fundamenta en la relación terapéutica como proceso de cambio, valora enormemente las oportunidades de aprendizaje in-vivo, es decir, la aparición real de los problemas de la persona en su interacción con el terapeuta. Es una noción bien aceptada que el aprendizaje mejora enormemente cuando se realiza mediante ensayos in-vivo (por ejemplo, aprender a conducir conduciendo un coche con un instructor, frente a hacerlo mediante instrucciones verbales). Esto se puede llevar a la práctica durante las exposiciones relacionadas con la intervención en ansiedad.

El principal mecanismo de cambio dentro de la FAP es la respuesta contingente a las conductas de la persona mediante el reforzamiento positivo y diferencial, técnicas del conductismo que poseen un gran respaldo de evidencia científica sobre su eficacia en las intervenciones analíticas. De esta manera, la psicoterapia analítico funcional se fundamenta en enfoques (transdiagnósticos), procesos (de análisis funcional) y mecanismos de cambio (conductuales) que ya tienen una gran eficacia demostrada.

Terapia metacognitiva

En sus orígenes surge esencialmente como tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada (TAG), convirtiéndose con el paso del tiempo en una aproximación de tratamiento general para un amplio rango de cuadros psicopatológicos. La terapia metacognitiva, desarrollada por el psicólogo Adrian Wells, tiene en cuenta la metacognición de la persona ya que entiende que es este aspecto de la psique el responsable de que el individuo pueda tener un “control” saludable de su propia mente.Las terapias cognitivas han sostenidoque las alteraciones o sesgos en el pensamiento son los causantes del malestar psicológico de la persona, más que la situación por sí misma. El malestar viene dado en la forma en que se interpreta la realidad, no por la realidad en sí misma. Esta terapia está de acuerdo con la premisa fundamental de las terapias cognitivas, dándole importancia a los factores cognitivos en la aparición y mantenimiento de los trastornos psicológicos.

De acuerdo con el teoría de Wells, lo que estaría detrás de que se mantenga este malestar son las metacogniciones de la persona, es decir, la forma que tiene de ver su propio pensamiento. Estas metacogniciones serían las responsables de que el individuo tenga un control saludable o patológico de su mente.

Según Wells (1999), las personas se ven atrapadas en una perturbación emocional debido a que sus metacogniciones activan un patrón de respuesta hacia sus experiencias internas que mantiene las ideas negativas. El patrón es denominado por Wells como CAS (síndrome cognitivo atencional), que consiste en una preocupación, rumiación, fijación de la atención y estrategias autorregulatorias o conductas de afrontamiento poco útiles. Ejemplo: Así, los pacientes con TAG, presentan preocupaciones variadas y una intolerancia a la incertidumbre que les genera elevados niveles de ansiedad ante acontecimientos de poca importancia. Esto origina a su vez, más sesgos cognitivos atencionales (siendo éstos la tendencia a atender de un modo preferente una determinada estimulación potencialmente amenazante en contraposición a información neutra) e interpretativos (o la tendencia a interpretar situaciones neutras o ambiguas como peligrosas o amenazantes), lo que hará que presten más atención a nuevos sucesos que no pueden predecir y a interpretarlos de manera catastrófica.

Por tanto, de este modelo se desprende que el éxito del tratamiento del TAG debería centrarse en la modificación de aquellos componentes metacognitivos tales como la atención, las creencias erróneas acerca de la incontrolabilidad de preocuparse y aquellas creencias metacognitivas negativas y positivas, entre otros, que median en el origen y mantenimiento del trastorno.

Bibliografía:

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