Se nos acaba este extraño año. De una forma un tanto amarga, sin comidas o cenas de empresa, casas llenas de gente o Reyes Magos tirando caramelos por las calles. Son unas navidades diferentes. Vemos fotos del año pasado y casi nos parece un mundo ¡Cómo han cambiado nuestras vidas! Esta vez sin excepciones, las de todos, las de algunos más que otros, eso sí.

Familiares o amigos repitiendo sin parar: “¡Parece de película!“, “Vaya año más horrible, éste será para olvidar“, “Quién nos lo iba a decir“. Todos, o al menos casi todos, con la esperanza de que el año empiece con mejor pie. No solo por la esperanza de la ya mundialmente conocida vacuna, sino por esa fantasía humana de que el comienzo de un año reinicia un poco nuestras vidas.

¡Lo que hemos vivido!

Unas navidades diferentes

Un 2020 que como poco nos ha dejado a todos con la boca abierta. Enfrentándonos a una situación que nunca hubiéramos imaginado, cambiando nuestras preocupaciones y demostrándonos una vez lo impredecible que resulta nuestra existencia: “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, cambiaron todas las preguntas“. 

Y otra vez estamos aquí, en estas navidades diferentes, haciendo lo que el final de año nos invita a hacer, reflexionando y recopilando imágenes de lo que este año nos ha traído, poniéndonos nostálgicos, comiendo más que nunca o reuniéndonos (aunque este año con muchas más restricciones) con nuestros seres queridos.

Y también llegó una fecha que para muchas personas no es agradable y no nos queremos olvidar de ellos. Para muchas personas estás fechas navideñas no se asocian a momentos alegres o placenteros, sino todo lo contrario: enfrentamientos familiares, aumento considerable de la ansiedad, situaciones complejas con la comida, recuerdos de personas fallecidas y un largo etcétera.

Este año no podremos estar con todos los que queremos, pero que con los que estemos, intentemos estar bien, eso también implica ser conscientes de que crear presión en otras personas para “pasarlo bien en Navidad” o “ser feliz” es contraproducente e incluso agresivo. No son fechas en las que de manera obligada debamos sonreír. Existen muchos contextos y variables que no debemos olvidar (quizá este año más que nunca). 

Ha sido un año muy duro, especialmente para determinadas personas a la que este virus ha arrasado parte de sus vidas, algunos incluso, su vida entera.

A veces, lo que menos necesitamos es que invaliden nuestras emociones, que nos veamos obligados a mostrarnos de una manera no congruente con nuestro estado. Si tienes que llorar en navidad, pues llora, aunque sea entre turrones y mazapanes, pero que una simple fecha no bloquee tus emociones.

Y a todos los que sufrís en fechas en las que “hay que ser feliz” os mandamos un especial abrazo. Estamos aquí. 

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