Hoy escuchaba una noticia en la que se han dado a conocer los datos de un estudio realizado por Ipsos llamado Global Health Service Monitor 2022, en el que se dan a conocer cuáles son las principales preocupaciones de salud que mostraban las miles de personas encuestadas a nivel mundial entre el 22 de julio y el 5 de agosto de 2022. Entre otras cuestiones, concluyen que la salud mental es el mayor problema de salud al que se enfrenta la población española, siendo el 5º país más preocupado por ello dentro del ranking de los 34 países que forman el estudio. Y es que, tras el covid, la preocupación por la salud mental ha aumentado con respecto al año pasado hasta ser un aspecto que inquieta a la mitad de los españoles encuestados (concretamente al 51%), seguido del cáncer (49%), siendo el coronavirus relegado a un tercer puesto (45%), y en los últimos puestos del “top 5” estarían el estrés (28%) y la obesidad (23%). Viendo los resultados puede llamarnos la atención que, a pesar de que los españoles seamos de los que más presente tenemos la importancia de la salud mental, y que el estrés esté entre nuestras preocupaciones, este último aún sigue siendo un factor que no tenemos tan en cuenta como en otros países.

El estrés, esa experiencia a la que estamos todas las personas expuestas por acontecimientos vitales, y casi está normalizada y naturalizada para muchos de nosotros, viviéndola a diario sobre todo los que habitamos en ciudad, condicionando nuestros hábitos en numerosas ocasiones… resulta ser a veces una carga silenciosa que mantenido a la larga puede perjudicar nuestra salud mental y física. Así que, aquí surge la pregunta: ¿Somos capaces de identificar qué nos estresa?

¿Qué causa más estrés?

En 1967 los psiquiatras Thomas Holmes y Richard Rahe se propusieron desvelar qué vivencias causan más estrés en general. Para ello examinaron registros médicos de más de cinco mil pacientes, con la intención de descubrir si los eventos estresantes por los que habían pasado a lo largo de su vida podían estar relacionados con el desarrollo de sus enfermedades.

Para elaborar el test, les pidieron a los pacientes que ordenaran una lista de eventos estresantes y otorgaran una puntuación a cada uno de ellos. El procedimiento fue llevado a cabo varias veces y los resultados fueron siempre muy similares; por lo que concluyeron que sí había una correlación entre la enfermedad y los eventos traumáticos emocionalmente o estresantes.

Y así nació la Escala de Reajuste Social o SRRS, por su sigla en inglés, un sencillo cuestionario con 43 acontecimientos vitales que son susceptibles de generar estrés, a los que asociaron un número (sacado de las encuestas previas de sus pacientes) que indicaba el grado en que cada evento puede afectar a una persona. El número de gravedad va de uno a cien, entendiéndose que cuanto más bajo sea, menos probabilidades tiene de impactar en nuestra salud, y al revés.

De entre los acontecimientos más estresantes a los que podemos someternos las personas aparecen el fallecimiento del cónyuge, el divorcio, la separación matrimonial, ser encarcelados, vivir la muerte de un familiar cercano, tener una lesión o enfermedad, casarnos, ser despedidos del trabajo o estar en paro.

Quizás los eventos anteriores sean reconocidos y validados por todos como factores estresantes, pero no quitemos ojo a otros acontecimientos que a veces nos pueden parecer menos impactantes emocionalmente y sin embargo estos autores recogieron en su escala: hablamos de una reconciliación matrimonial, la jubilación, tener dificultades o problemas sexuales, cambiar de tipo de trabajo, mantener una mala relación con nuestro cónyuge, conseguir un logro personal notable, comenzar o finalizar la escolaridad, revisar nuestros hábitos personales, o cambiar de actividades de ocio, religiosas, así como modificar nuestros hábitos de dormir o de alimentación, las vacaciones o las navidades; todos ellos son, entre otros, acontecimientos que nos estresan en mayor o menor medida.

No nos afectan igual

A pesar de que La Escala de Reajuste Social siga siendo un instrumento estadísticamente válido, y es ampliamente usado por muchos profesionales, hay que tener en cuenta que sus resultados numéricos debemos tomarlos con relativa prudencia, ya que existen algunos factores a tener en cuenta:

  • Las personas somos herederos del contexto histórico y cultural en el que crecemos y nos desarrollamos. Este cuestionario se realizó al completo con personas estadounidenses en la década de los sesenta, por lo que quizás existan ciertas diferencias en sociedades contemporáneas y con peculiaridades culturales de cada país o región.

Al respecto, se adaptó en 1983 en España esta escala de Holmes y Rahe para comprobar si las puntuaciones asociadas a eventos estresantes del cuestionario original podrían no ser válidas en una cultura diferente. En sus conclusiones podemos ver que encontraron diferencias importantes entre la valoración que hacían los estadounidenses y los Tinerfeños de algunos acontecimientos vitales estresantes; diferencias que, según el estudio, parecen claramente explicables por condicionantes socioculturales y hasta geográficos.

  • La valoración que podemos hacer cada persona de ciertos sucesos vitales es subjetiva y dependiente de otros factores que conforman nuestra historia y circunstancias de vida. Porque, aunque estadísticamente no sea de relevancia, se ha detectado que los hombres y las mujeres, así como las personas de clase social alta y baja, podrían valorar la gravedad de un acontecimiento vital estresante de manera distinta; por ejemplo, seguramente no valoremos con el mismo impacto emocional el quedarnos en paro si gozamos de un poder económico alto que bajo.

Por lo que, y siguiendo con las conclusiones del estudio español, podríamos decir que una misma cultura es posible que registre actitudes y valoraciones más parecidas (lo que denominaron “ítems culturales”), pero que también existen lo que llamaron “ítems individuales”, o puntuaciones muy distintas entre personas del mismo contexto, en los que ya dependerá de sus situaciones concretas.

Lo que sí podemos sacar en claro es que vivir a veces conlleva estresarnos, porque nos pasan cosas, porque todos los seres humanos despedimos etapas para dar comienzo a una nueva,queramos o no. Identificar lo que para cada uno de nosotros puede ser o está siendo una fuente de estrés, nos ayudará a idear estrategias para transitar y hacer frente a aquello que impacta en nuestras emociones, a buscar alternativas o simplemente a aceptar aquello que nos ha sucedido.

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