¿Miedo a que te vean teniendo ansiedad? ¿Solo son ideas tuyas? ¿Ideas de una mente incapaz de adaptarse al contexto en el que vivimos? ¿Falta de coraje? ¿Desadaptación?

Pues no. Para entender la conducta humana tienes que evaluar su contexto y si no lo haces te estás perdiendo la explicación del porqué del comportamiento. Si no lo haces señalas a la persona y le dices de una forma encubierta “el problema lo tienes tú, que no funcionas bien“. Ojo, que puede que en algunas ocasiones sea así, y que el contexto actualmente esté limpito y tu forma de comportarte sea disfuncional en sí misma, pero no siempre, no en muchas de las ocasiones. (Aclaro que cuando esto ocurre, estas conductas que ahora son disfuncionales fueron funcionales en un momento de la vida de la persona y por eso las mantiene).

El estigma de la salud mental existe, es innegable, es palpable. Puede que cada vez menos (¡Que buena noticia!) pero sigue estando. En una sociedad que niega el miedo, que cubre de cobardía una emoción tan humana y tan necesaria para la supervivencia como es temer, no vayamos a decirle a la gente que está loca por tener miedo a mostrar su ansiedad. Porque tener miedo a mostrar ansiedad, en el contexto actual en el que nos desenvolvemos es normal. No vayamos a decirle a las personas que es “moco de pavo” estar dispuestos a mostrar su vulnerabilidad, porque no lo es, porque es difícil, porque requiere un trabajo de maduración y crecimiento muy muy grandes.

Y te das cuenta de esto el día que se ponen delante de ti psicólogos que llevan años predicando a sus pacientes que no pasa nada por hablar de esto, y llegan a tu consulta muertos de miedo porque sus pacientes o su familia se entere de que tienen ataques de pánico. Te das cuenta también, el día que te pasa a ti. Y aprendes entonces a no dar por sentado tanto las cosas y a darte cuenta que la gente que tienes delante se están enfrentando a un desafío complicado. Mostrar que tienes miedo cuesta y no le cuesta solo a los que tienen encima una etiqueta de mala salud mental, no le cuesta solo a los que padecen ansiedad social o agorafobia. Les pasa a los hombres, que tienen que aprender a romper su masculinidad y demostrar que los hombres también temen y les pasa a las mujeres, porque como decía Sabina “ya no quieren ser princesas“. Les pasa a los psicólogos, a los médicos, a los profesores, a los abogados, a las limpiadoras. NOS pasa. Así que, si padeces ansiedad y tienes miedo a mostrarlo o a contarlo, te entiendo. Entiendo que tengas miedo a hacerlo y sobretodo valoro el esfuerzo inmenso al que te enfrentas. Sé que vas a transgredir lo que creías que debías ser o como creías que tenías que comportarte, para poder ser un poco más libre. Tienes toda mi admiración.

Y quería empezar así, no para deciros que no hay solución, que es muy muy difícil y estás condenado a vivir con este miedo. Pero voy a contaros algunas cuestiones claves que utilizo en consulta para manejar el miedo a mostrar ansiedad y lo primero que siempre hago y quería plasmar aquí es esto a lo que acabo de hacer mención: decirles a mis pacientes que es normal, que les entiendo y que es un desafío. Creo que a veces así empiezan a cambiar las cosas. Al fin y al cabo, no es lo mismo correr 20 km dando por hecho que es lo que tenías que hacer, que correr 20 km sintiendo: “Joder, qué grande es lo que acabo de hacer“. Y después de normalizar empiezo a hablar con ellos de algunas cosas importantes. Aquí van algunas:

La fantasía de la ansiedad

La mayoría de las veces tememos mostrar ansiedad y eso nos genera más ansiedad aún porque tememos mostrar una conducta descontrolada. Si le preguntas a una persona que teme mostrar su ansiedad qué es lo que se imagina, no te contará (la mayoría de veces) que se levanta del sitio tranquilamente pidiendo su espacio y se retira para encontrar su calma. Se imagina descontrolado, levantándose como un cohete, tirándose al suelo, tirándose casi de los pelos, haciendo movimientos muy extravagantes. Hay mucha fantasía en torno a mostrarse teniendo ansiedad. Porque cuando tienes pánico, el cerebro juega a imaginarse el peor de los escenarios y si tienes miedo a mostrar ansiedad, el peor de los escenarios suele ser dejar perplejo a tus espectadores mientras te muestras como un animalillo descontrolado.

Conciencio a mis pacientes sobre el control que tienen sobre su conducta, control que mantienen aun sintiendo que por dentro están a mil revoluciones. Sentir que no tienes el control de lo que haces, no significa que no lo tengas. Si algo sabe la gente que ha vivido ataques de pánico es de sentirse morir sin morirse o de sentirse volverse loco sin volverse. Lo que sentimos también puede ser mentira.

La identidad

Cuando tendemos a considerar que cualquier acción o conducta nos define, padecemos una potente angustia ante poder comportarnos de algún modo que bajo nuestros esquemas sea equivoco.

Considerar que toda acción o conducta define nuestra identidad nos coloca en el borde del precipicio constantemente. Nos vuelve rígidos e inflexibles con nosotros mismos. Nos intentamos mostrar perfeccionistas, esa palabra tan vanagloriada socialmente que esconde rigidez en la conducta y un potente miedo a equivocarse. Si tengo una conducta que implica torpeza soy torpe, si emito un olor que produce asco a la persona de al lado soy asquerosa, si muestro vulnerabilidad soy débil, si muestro dificultad para gestionar una situación soy idiota. Esta rigidez, no es solo característica de las personas que padecen ansiedad, pero si es palpable en algunos casos un aumento de esta tendencia a identificar con la propia identidad cualquier tipo de conducta ya sea momentánea o prolongada en el tiempo. Resulta pues incompatible, mostrar miedo y tener una identidad relacionada con la fortaleza, por lo que la persona se cuenta que ser fuerte implica comportarse siempre sin miedo, que ser valiente supone no mostrar temor y que ser coherente implica no poder mostrar dificultad ante determinados problemas. Esta polarización de la conducta y de la identidad arrastra a las personas a temer comportarse de ciertos modos o a mostrar vulnerabilidad sin considerar que esto condenará hasta la eternidad a su propia identidad.

Visión túnel

Desde la psicología cognitiva, la visión en túnel se considera una alteración de la atención que se produce bajo una situación que provoca una ansiedad elevada. Cuando las personas temen mostrar ansiedad, se quedan ancladas en la imagen que más temen que suceda cuando muestren su temor. Personas ojipláticas no pudiendo explicarse lo que ocurre, caras de compasión, miedo de los otros, efecto contagio… Sin embargo, existe una dificultad para plantearse que ocurriría a posteriori de mostrar ansiedad. La imagen mental suele ser estática. No hay más imágenes mentales que prosigan al evento. Ayudar a las personas a crear imágenes y darse cuenta que después de incluso validar su teoría, por ejemplo: -impactar a la persona que tienes al lado- hay más imágenes, por ejemplo: se calma, se lo explicas, empatiza… Supone un gran alivio en muchos casos.

Por ejemplo: María teme mostrar ansiedad delante de un compañero de trabajo, se le imagino mirándola perplejo, sin entender nada, pidiendo una ambulancia mientras sus nervios se incrementan cada vez más. Vamos a dar por válida esta fantasía ¿Qué harías a continuación? Quizá le explicarías que no pasa nada grave, que solo necesitas que esté tranquilo y te acompañe. Más tarde ¿Qué crees que le pasará a tu compañero de trabajo? Quizá lo cuente en casa y pase unas horas o quizá días pensando en el suceso y… ¿después? Uno se da cuenta estirando la historia, que la vida seguirá, que como suelo decirles a mis pacientes, nadie se hace una portada de revista por haber contemplado una crisis de ansiedad. Nadie se queda traumatizado. La vida continua. Las personas tememos esos eventos porque los consideramos prácticamente una muerte social, esa imagen social supone el fin de mi identidad. Es visión túnel, es no ver nada más allá del suceso. Convertir las imágenes mentales futuristas en imágenes dinámicas y no estáticas nos da un punto de vista más certero y más liviano sobre los diferentes sucesos que podamos experimentar.

Vulnerabilidad

Vulnerabilidad, del latín Vulnerabilis, que quiere decir posibilidad de ser herido. Como aquel león que se esconde en la sabana cuando está herido para no ser atacado y por ende devorado, el ser humano filogenéticamente tiende a ocultar las heridas como cualquier animal. Tendencia incrementada en un sistema que alienta y engrandece las sonrisas mientras pareciera a veces avergonzarse del dolor. Mezcla de cultura e instinto callamos nuestros males, aun mostrando esta conducta unos efectos devastadores en el ser humano. Porque si la tendencia de nuestra especie es ocultar las heridas, también lo es compartirnos. Sentir ansiedad y sentir que no puedes compartirlo es una sensación muy dura, es un círculo vicioso muy difícil de digerir.

Ayudo a mis pacientes a exponerse progresivamente a su vulnerabilidad, ya sea empezando por contar a familiares que se sienten mal, aprendiendo a estar callados cuando no les apetece hablar y un sinfín de ejemplos que, aunque parezca mentira ayudan progresivamente a contemplar mostrar ansiedad como una idea algo menos suicida.

Sientes ansiedad, no expresas lo que te pasa por miedo, intentas ocultarlo, sientes más ansiedad. Acabas desahogándote solo, en tu coche, en tu habitación o en el baño, preguntándote porque tienes que vivir esto. Acabas creyendo que no tienes derecho a sentirte así, que así eres una molestia. A veces tienes la violenta sensación de que no mereces la compañía de los demás. Poco a poco tu autoconcepto empeora.
Necesitamos expresar, o al menos necesitamos creer que tenemos derecho a hacerlo, aunque eso preocupe, aunque eso asuste, aunque no sea lo que el del enfrente esperaba de nosotros. Porque si no ¿Cuál es la alternativa?

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