La mayoría de las técnicas y procedimientos terapéuticos actuales tienen como objetivo modificar o eliminar las diferentes reacciones psicológicas (emociones negativas, pensamientos negativos, conductas disfuncionales…) que se evocan por situaciones aversivas. Desde el conductismo y las terapias de tercera generación, se propone la aceptación como una estrategia de cambio alternativo. Hoy hablamos sobre la aceptación de la ansiedad.

Terapia de aceptación y compromiso

La terapia de aceptación y compromiso (ACT) es un tipo de intervención que se enmarca dentro de las llamadas terapias de tercera generación. Es un modelo de intervención psicológica que se centra, como su propio nombre indica, en la aceptación del problema y su malestar –aceptando que el dolor es parte inevitable de la vida– y lograr el compromiso significativo de la persona hacia sus valores.

Para la terapia de aceptación y compromiso la aceptación se entiende como el proceso que consiste en abrirse a la experiencia de los pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones sin hacer nada para que desaparezcan (Hayes, et al, 2004). En la exposición a los estímulos temidos es necesaria la aceptación.

La aceptación no se entiende como un término pasivo, sino que busca abrirse al sufrimiento en la persecución de los valores y objetivos que se puedan activar en presencia del estímulo temido.

¿Pero cómo se acepta? Nos preguntaba hace poco una paciente en una conferencia online. Quizá la definición que han hecho algunos autores conductistas (corriente psicológica) nos pueda ayudar más a operativizar qué es esto de la aceptación.

Conductismo y aceptación

Para Dougher (1994), las definiciones de aceptación siempre son de manera negativa, es decir, se suele definir por lo que no es. Ante una situación o evento psicológico complicado, la aceptación sería no hacer nada, dejarse llevar, no enfrentarse a las emociones y/o pensamientos. Sinónimos razonables podrían ser: ¨admitir¨ ¨consentir¨ ¨tolerar¨. Pero como bien dice Hayes (1994), la aceptación no es igual que el estoicismo o la indefensión racionalizada, o incluso añadiríamos la resignación cristiana.

De una forma general, se podría decir que la aceptación consiste en no evitar, controlar o cambiar aquellos pensamientos o emociones que nos están resultando desagradables. Lo que se propone es que las personas permitan la ocurrencia de los sucesos que evocan las acciones, las reacciones emocionales y/o pensamientos, y las consecuencias de todo esto; y que no intenten evitarlos, controlarlos o cambiarlos.

Por otro lado, Córdova y Kohlberg (1994) la definen como la tolerancia de las emociones evocadas por estímulos aversivos, pero sin evitar o escapar. Ante la presencia de estímulos aversivos, una persona siente emociones y escapa/evita. Cuando ocurren las emociones y la evitación, es probable que las personas piensen o digan que la causa de su evitación/escape han sido las emociones que han experimentado. Lo que se propone es que experimenten tal y como es el contexto y las reacciones que son provocadas. La aceptación es la ausencia de escape o evitación en respuesta a un malestar intenso, con el fin de comprobar que el sufrimiento acabará.

Aceptación y ansiedad

Debemos aprender que en nuestra vida hay cosas que podemos controlar y cosas que no. Por ejemplo, cuando sufrimos ataques de pánico o ansiedad muy elevadas no podemos controlar parar cuando queramos. Tampoco podemos controlar tener ciertos pensamientos cuando estamos ansiosos (ni nunca). Una vez asumido esto, podremos reorientar nuestra dirección. Nos cuesta asumir que hay ciertas cosas que no pueden ser controladas, por el efecto interno que tienen sobre nosotros, sobre todo cuando nos generan ansiedad o nos producen angustia. Requiere una lucha interna cuando la emoción es vivida como desagradable, como la ansiedad, ya que creemos que deberíamos deshacernos de ella. Algunas maneras de sentirnos mejor y hacer desaparecer la ansiedad, es mediante la evitación. Esto provoca un alivio inmediato por lo que es un reforzador muy potente, aun cuando los efectos a largo plazo son catastróficos.

Debido a las limitaciones que supone la ansiedad en la vida diaria de las personas, la aceptación busca enseñar a los pacientes a relacionar y convivir con los eventos privados aversivos (pensamientos, imágenes, sentimientos…) de una manera diferente a la aprendida, otorgando una flexibilidad psicológica con el fin de apaciguar los intentos de control, que es, en definitiva, la manera de alimentar la ansiedad. La aceptación se utiliza como herramienta para modificar la relación contextual entre el paciente y la ansiedad, incrementando la flexibilidad psicológica.

Aceptación no es resignación, no es contarme que nada puede cambiar y entonces me rindo. Significa aprender que hay cosas que no puedo modificar inmediatamente y que dejar de ¨luchar¨ a veces es lo mejor que puedo hacer por mi.

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