Todos tenemos miedo, pero si condiciona tu vida, hablamos de un trastorno de ansiedad.

Aunque todos los padecedores de un trastorno de ansiedad hayan podido sentirse extraños en numerosas ocasiones, los datos hablan por sí solos: según la Organización Mundial de la Salud la ansiedad afecta aproximadamente a 1,9 millones de personas en España. No estamos tan solos y nosotros lo sabemos muy bien.

El conocimiento es poder”, es algo que en Amadag repetimos insistentemente, y es que saber con propiedad qué es lo que nos ocurre, poder ponerle nombre, etiquetar correctamente nuestras emociones, consideramos, es fundamental para que las personas puedan iniciar y mantener un correcto recorrido con sus problemáticas.

Definiendo el miedo…

Es una emoción primaria, es innata y nos acompaña sin que un aprendizaje previo haya tenido que existir, es decir, “viene de fábrica” y podemos darnos por contentos por contar con esta emoción que tan desagradable nos ha podido resultar en algunas ocasiones, sin él, ni si quiera estaríamos aquí. Ha permitido a los seres humanos contar con una herramienta de alerta ante el peligro. El sistema nervioso simpático se activa y prepara al organismo ante el peligro. Si no contásemos con esto, podríamos quedarnos quietos y contemplativos ante el ataque de un león. Nos protege.

La ansiedad necesita del miedo

Si no existe, no hay trastorno de ansiedad. La ansiedad necesita del miedo para vivir, es causa y efecto de éste.

Estos dos términos se retroalimentan, y podemos verlo fácilmente en el funcionamiento de una fobia. El sujeto fóbico, tiene miedo a un determinado estímulo (por ejemplo, a estar encerrado), cada vez que se enfrenta a él surge la ansiedad, la ansiedad le da miedo (pues sufre una serie de síntomas muy desagradables) y éste vuelve a aumentar.

El ataque de pánico

Muchos de los conflictos que se establecen con la ansiedad surgen a raíz de una experiencia que podríamos catalogar como traumática para las personas que lo sufren. Hablamos de la aparición de un intenso miedo, acompañado frecuentemente de una sensación de peligro o catástrofe inminente y de un fuerte impulso de escapar. A todo esto, hemos de añadirle la aparición de la llamada sintomatología física (taquicardias, mareos, sensación de ahogo, sudoración, temblores…).

“Recuerdo la sensación de sentir como el miedo me salía por los poros, pero lo peor es que yo no pude etiquetarlo ni como eso. Sentí la necesidad de desprenderme de lo que estaba sintiendo, así que salí disparado hacia ninguna parte. Esa experiencia marcó el transcurso de mi vida”.

Para que nos hagamos una idea, a veces solo es necesaria una experiencia con el pánico para que las personas desarrollen conductas disfuncionales y aparezcan los trastornos de ansiedad, por lo que podemos concluir que hablamos, en esencia, de una aterradora experiencia de pérdida de control, y una sensación de que algo terrible va a suceder, algo, evidentemente, difícil de olvidar.

Miedo al miedo

Las experiencias con la ansiedad o el pánico provocan en numerosas ocasiones que las personas fabriquen un nuevo late motiv en su vida que viene a decir no quiero volver a sentir esto nunca más y en el fondo, todos, absolutamente todos los trastornos de ansiedad se sustentan a raíz de esto. Aquí os mostramos algunos ejemplos:

El agorafóbico ha dejado de alejarse de casa porque tiene miedo de sentir ansiedad y no poder soportarla.

El hipocondriaco no para de ir al médico porque no soporta tener miedo a morirse.

La persona con ansiedad generalizada no puede parar de preguntarse a cerca de las posibles catástrofes que puedan ocurrir, por eso, no puede dejar de buscar soluciones (sin éxito). Sino busca, siente ansiedad.

Las personas han desarrollado una especie de mantra que viene a decir “todo antes de contactar con el miedo“. Ha dejado de ser una emoción básica y necesaria a convertirse en el enemigo a combatir, porque ahora sentir miedo, da miedo.

Voy andando por la calle, mi corazón se acelera con mis pasos, mi respiración se agita. Entonces me acuerdo de él, de mi último ataque de pánico. Empiezo a sentir muchísimo miedo solo al pensar poder revivir lo mismo, me pongo nerviosa, cada vez más, cada vez lo siento más cerca. Me está dando otra crisis de ansiedad“.

¿Y cómo trabajarlo?

Decía Epicteto que las cosas no nos daban miedo, sino las ideas que tenemos acerca de las cosas. Las cosas pueden no ser cambiables, pero las ideas construidas a cerca de ellas sí. Lo mismo nos pasa con las emociones, ahí están, indestructibles, por lo que intentar eliminarlas no tiene demasiado sentido. Un camino más certero tiene que ver con aprender (o reaprender) a mirarlas de otro modo.

Se trabaja con conocimiento, constancia y entrega y juntando estas tres palabras, no se nos ocurría mejor idea que crear un espacio online donde trabajar todo esto y mucho más junto a vosotros. Si te subes a este barco prepárate para la aventura, porque de lo que estamos seguros es que no te dejará indiferente.

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