Hay muchas creencias sobre el “Efecto Mozart” que confirman la idea de que, al escuchar música de Wolfgang Amadeus Mozart, la persona desarrolla una inteligencia mucho más elevada. Seguro que alguna vez has oído que exponer a los niños durante su etapa de desarrollo a escuchar música clásica beneficia el desarrollo de la inteligencia. Además, también se extiende a que escuchar música clásica durante en embarazo beneficia al bebé. Pero, ¿es esto cierto?

El efecto Mozart

El “Efecto Mozart” surge a inicios de los 90 con la publicación del libro “Pourquoi Mozart” del otorrinolaringólogo e investigador francés, Alfred A. Tomatis, que dedicó cincuenta años de su carrera al estudio de las propiedades curativas del sonido y la música, así como a valorar su influencia en la inteligencia y la creatividad. Este autor llegó a afirmar en su obra que la música del compositor ayudaba en las terapias que seguía con sus pacientes e incluso podía llegar a curar la depresión. 

Los orígenes de esta teoría están en los trabajos de Tomatis, pero su desarrollo se produce en las investigaciones del equipo de trabajo de Rauscher y Shaw en 1993. Este grupo de científicos encontraron que algunos estudiantes universitarios obtuvieron mejores resultados en una prueba de razonamiento cuando justo antes de esta habían escuchado obras de Mozart.

Vamos poniendo forma a la teoría. Campbell, musicólogo de la Universidad de California, presenta en 1998 en su libro “El efecto Mozart: Aprovechar el poder de la música para curar el cuerpo, reforzar la mente y desatar el espíritu creativo”, una nueva vuelta al modelo. Desde esta obra sostenía que la música de Mozart puede potenciar la capacidad de aprendizaje de los niños menores de tres años debido a que estas piezas transmiten accesibilidad, frescura, serenidad y libertad. Según Campbell, la música de Mozart extrae el potencial creativo individual, transmite sentimientos de felicidad y perfección.

Fueron muchos los autores que apoyaron y fomentaron la idea sobre que este efecto fomentaba y agudizaba la inteligencia. Pero, es importante resaltar que la realidad del estudio original sobre la teoría de “El Efecto de Mozart” está hecho con estudiantes universitarios, no con niños ni con bebés. Y lo que es más importante, el estudio no habla en ningún momento del CI (cociente intelectual), tampoco no se afirma que este tipo de música incremente la inteligencia, ya que solo se comprueba una mejora en las capacidades de razonamiento espacio-temporal. Además de todo esto, el experimento también afirma que los efectos o beneficios solo duran 15 minutos aproximadamente. Aún con todo esto, son muchos medios se apoyaron en estos resultados para reforzar la idea de que escuchar a Mozart ofrecía numerosos beneficios, y que incluso podía aliviar problemas de salud física y mental.

Por tanto, a pesar de lo que se cree, ningún estudio ofrece una evidencia de que escuchar música de Mozart o clásica en general en cualquiera de las etapas de la vida haga a un sujeto más inteligente. Ningún bebé va a ser más inteligente porque se escuche a Mozart durante el embarazo o se le ponga su música durante su infancia. Esto no quita que escuchar música de Mozart puede llegar a ser una experiencia placentera y maravillosa.

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