Ser obsesivo, muy obsesivo, puede experimentarse como un handicap a la hora de vivir. Las personas tendentes a tener pensamientos obsesivos a menudo se sienten bloqueados, absorbidos, desbordados por ellos, incapacitados para tomar decisiones o avanzar en proyectos personales. Sin embargo, para entender que lo obsesivo no tiene porqué estar reñido con lo que nos motiva e impulsa a vivir, hoy os compartimos la historia de un multimillonario brillante que convivió toda su vida con un trastorno obsesivo compulsivo. Nos adentramos en el TOC de Howard Hughes.

Howard Hughes: una figura que no ha dejado indiferente a la historia

Hacía mucho tiempo que nadie le había visto ni sabían de él hasta que se dio a conocer su muerte en abril de 1976.

Se encaminó a sí mismo hacia un cuerpo tan irreconocible que los forenses tuvieron que certificar su muerte a través de sus huellas dactilares. Y es que en la última década de su vida Howard Hughes trabajó durante días sin dormir en habitaciones cerradas, a oscuras, de hoteles que él mismo había comprado previamente; la dieta magra con la que exclusivamente se alimentaba y su adicción a la codeína le provocaron un estado de desnutrición grave; no se cortaba las uñas ni el pelo, descuidando también su aspecto físico. De hecho, pasó sus últimos años en casi completa soledad, aislado de todo y de todos, salvo por la compañía de seis asistentes.

Fue tal el aislamiento que ni siquiera, a día de hoy, queda claro el momento y día exactos de su fallecimiento, de hecho, algunas versiones indican que murió abordo en un avión que iba de Acapulco a Huston, mientras que otras afirman que fue en uno de sus hoteles, el Hotel Acapulco Princess en México, con las ventanas y la puerta selladas por cinta adhesiva.

Sea como fueren las circunstancias que rodearon su despedida, lo cierto es que no supuso un adiós, ya que a partir de aquel momento la historia de Howard Hughes generó más curiosidad que nunca. Desde entonces, se han escrito numerosos libros, realizado programas de televisión, obras de teatro, y producido películas que relatan en pinceladas momentos de la vida de este célebre hombre que, claramente, no dejó indiferente a nadie.

Encontramos títulos como El asombroso mundo de Howard Hughes, que lanzó a la fama a Tommy Lee Jones allá por 1977; más actual en 2016, encontramos el estreno de La excepción a la regla, película que Warren Beatty dirigió y protagonizó presentando a un Howard Hughes ya maduro; y quizás, de las películas más sonadas y que seguramente recordemos fue la de Martin Scorsese El aviador, protagonizada por Leonardo DiCaprio encarnando la etapa joven de su personaje. Todas estas obras son sólo una breve representación de los títulos que reflejan la atención que suscitó este mítico personaje. Así que, siguiendo con esa curiosidad…

¿Quién fue Howard Hughes?

Howard Hughes Jr. nació el 24 de diciembre de 1905 en Huston, Texas. Hijo único de Howard Hughes y Allene Gano, creció en una familia que se hizo rica gracias al emprendimiento de Howard Hughes padre, quien diseñó y patentó una broca que podía atravesar granito, facilitando que los buscadores de petróleo pudiesen alcanzar las grandes bolsas que hasta entonces eran inaccesibles.

Fue un niño cuya herencia genética le dejó una sordera creciente e intratable, tenía dificultades para concentrarse y cambiaba de escuela con frecuencia. Él, tímido, solitario y curioso, prefería aprender manipulando objetos mecánicos, más que relacionarse con otros críos de su edad.

Era un niño inteligente y con un talento que ya prometía: con 11 años construyó un aparato de radio de onda corta y, cuando se le prohibió tener motocicleta, construyó él mismo un motor que añadiría a su propia bicicleta. A los 14 años, además de distraerse tomando clases de vuelo, su ingenio y constancia se hicieron visibles cuando compró un Stutz Bearcat simplemente para desarmarlo por completo y volver a armarlo, para ver cómo funcionaba, tarea que únicamente tardó un mes en llevar a cabo.

Detrás de todo esto es que, pese a que no le faltaban medios para desarrollar su inquieto intelecto, Howard creció sin amigos, con un padre la mayor parte del tiempo ausente por temas de negocios y una madre, sobreprotectora en extremo que, cuando volvía de los internados en los que una y otra vez le escolarizaban, le criaba inculcándole una limpieza y aseo casi obsesivos. En Howard Hughes: The Untold Story, el periodista Peter Harry Brown hace mención que esta relación que Allene estableció con su hijo fue debida al miedo que le producía imaginar que el pequeño enfermaba, hasta el punto de que lo bañaba varias veces al día con un desinfectante.

Cuando tenía 16 años, su padre abrió una sucursal de su compañía en Los Ángeles. El matrimonio pensó que Howard Hughes padre podría pasar más tiempo con su hijo si le llevaba con él, matriculándole en una escuela de la costa oeste. “Sonny”, como le llamaban cariñosamente, estaba lejos de casa cuando en 1922 su madre muere durante una cirugía menor; ni tan sólo dos años después, fallece su padre inesperadamente. Tras esta tragedia familiar, Howard Hughes abandona la escuela secundaria, y a los diecinueve años se convierte de la noche a la mañana en huérfano y heredero de una enorme fortuna.

Obsesiones dirigidas a sus pasiones

A los 19 años se casó con su primera esposa, Ella Rice, con quien decide mudarse a Hollywood para vivir con su tío por parte de padre, que se dedicaba a escribir guiones para películas mudas, y con el que descubrió su fascinación por la producción cinematográfica. Así que cuando Hughes alcanza su mayoría de edad, a los 21 años, realmente ya tenía claro que sus dos verdaderos amores serían la aviación y el cine.

Quizá a raíz del repentino fallecimiento de sus padres o quizás por otras causas, Howard desarrolló una extrema protección contra enfermedades y dolencias. Era meticuloso, perfeccionista y obsesivo. Sin embargo, muchos biógrafos consideran que estos rasgos fueron los que le ayudaron a conseguir sus éxitos y a brillar más que otros que, como él, perseguían las mismas pasiones. «Quiero ser el mejor aviador del mundo, el mayor productor y el hombre más rico de la Tierra» le dijo a uno de sus ayudantes cuando tenía tan sólo veinticinco años. Y ciertamente, al morir con 72 años, Howard Hughes había realizado su programa casi punto por punto.

La aviación

Una de las características que pueden jugar a favor de una persona obsesiva es su constancia a pesar de los intentos frustrados y del esfuerzo que suponga el camino, y, si esto se vuelca hacia algo que ilusione y motive, da como resultado precisamente lo que ayudó a Howard a conseguir sus éxitos en aviación.

En 1936 batió el récord de velocidad entre Nueva York-Miami y dos años después el de dar la vuelta al mundo en 91 horas y catorce minutos, además de conseguir superar marcas de velocidad, altura y permanencia en el aire. Retos que le hicieron entrar en la historia de la aviación mundial.

Su inquietud hizo que se interesase por diseñar modelos como el “Hughes H-1 Racer”, máquina que él mismo llegó a manejar alcanzando lo 566 kilómetros por hora; y fue tan innovador para los años cuarenta que inspiró futuros modelos que se emplearon durante la Segunda Guerra Mundial. Y como desde pequeño aprendió a observar y perseguir sus ambiciones, en 1939 llegó a poseer gran parte de las acciones de la compañía de aviación Transcontinental and Western Air (TWA), haciéndola crecer rápidamente bajo su liderazgo.

Sin embargo, volar no sólo le trajo episodios de bienestar. En 1946 tuvo un accidente de avión con el que sufrió múltiples traumatismos, fracturas y quemaduras, de las que afortunadamente se recuperó. A pesar de esto, Howard Hughes siguió realizando incursiones aéreas, pero desde entonces sufriría constantes molestias que intentaba paliar con codeína, sustancia de la que terminaría siendo adicto.

El cine

Otra característica que denotan las personas obsesivas es ser poseedoras de una curiosidad insaciable; Howard supo jugar bien sus cartas y aprendió de cine inspirado por su tío guionista.

Paralelamente a sus primeros pinitos en el mundo de la aviación, se metió de lleno en su nuevo hobbie y, no reparando en gastos, produjo en 1926 su primera película Swell Hogan. Pero todo perfeccionista puede dejarse llevar demasiado por esta querencia, y esto es lo que sucedió con esta película, que nunca vio la luz porque a Howard no le gustó el resultado. Y tras esto, de nuevo con la constancia que le caracterizaba, continuó produciendo más películas, obteniendo sus primeros éxitos con su tercera película Dos caballeros árabes, con la cual ganó un Oscar a la mejor dirección de comedia en 1929.

Las manías, excentricidades y ambición de Howard fueron tangibles también en el séptimo arte. La primera película que dirigió aunando sus dos pasiones fue Los ángeles del infierno (1930), la cual pasó a ser conocida en aquel momento por ser la película más cara jamás filmada; además, algunas de sus coreografías aéreas eran tan peligrosas que varios pilotos se negaron a rodarlas y él mismo tuvo que llevarlas a cabo.

También se registró que la grabación de El forajido se convirtió en una pesadilla para todos los profesionales que trabajaban para sacarla adelante, porque el escote de la actriz Jane Russell no terminaba de convencer a Hughes; y es que quienes lo rodeaban se sorprendían ante su fijación en detalles triviales que muchas veces hicieron dudar que la filmación llegara a buen término.

La productividad en el cine de este emprendedor nato fue espectacular: produjo más de 25 títulos, incluyendo Scarface y The Outlaw; en 1954 casi compró la compañía cinematográfica estadounidense Radio-Keith-Orpheum (RKO), que se consideró uno de los ocho estudios más poderosos de la época dorada de Hollywood; y consiguió codearse con el glamour de Hollywood, promocionando a actrices y actores como Jane Russell, Jean Peters, Ginger Rogers, Linda Damell, Ava Gardner, Elizabeth Taylor, Lana Turner o Katherine Hepburn. De hecho, en esta etapa de su vida llegó a centrarse tanto en su pasión que le costó su matrimonio, algo que seguramente sentiría como un mal menor, ya que se dice de él que era tan mujeriego como lo fue su padre y además su objetivo era perseverar hasta conseguir ser lo más poderoso posible. Y lo consiguió.

La riqueza

Howard Hughes fue uno de los mayores estrategas de las finanzas de la historia. Ser dueño de cadenas de hoteles y de restaurantes, propiedades en petrolíferas, compañías aéreas, compañías electrónicas y casinos de juego le aseguraron el calificativo de «uno de los hombres más ricos de la Tierra».

Incluso su legado llega hasta nuestros días ya que, a fines de 1953, Hughes creó el instituto médico que actualmente lleva su nombre, decidiendo financiar su trabajo a través de las ganancias millonarias de la Hughes Aircraft Company. El enfoque que imprimió en los principios fundacionales fueron la dedicación a la investigación científica y a la enseñanza sin fines de lucro. Hoy es considerado uno de los centros de investigación más importantes de los Estados Unidos, especialmente en el campo de la genética, y de cuyos laboratorios han salido 13 Premios Nobel.

No fue tanto en sí el dinero lo que distinguió a nuestro personaje, sino ser ingenioso, extravagante, pionero, autodidacta, curioso sin límites, solitario, obstinado, perfeccionista, ambicioso, creativo… insuficientes maneras de representar esta figura icónica y misteriosa que perseveró en conseguir cumplir todos sus planes de vida, y cuyos miedos dramáticamente terminaron aplastando a sus pasiones.

Lo que no se puede negar del TOC de Howard Hughes es que a pesar de que le condujo a sus propias sombras, también fue clave en erigir sus luces, en su propia construcción; obsesionado por crecer, dirigir y conquistar la vida, su vida, con una fuerza inmensamente extraordinaria.

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