En la actualidad, muchas personas pueden estar sometidas a diferentes situaciones de estrés y ansiedad tanto en el ámbito laboral, personal como social, esto puede llegar a influir y afectar los hábitos alimentarios de los mismos. Los cuales, pueden tomar diferentes actitudes frente a la comida, como desinterés, la falta real de apetito o incluso la compulsividad en la manera de comer, lo que altera los patrones de conducta alimentaria, donde pueden verse seriamente afectados por ingestas inadecuadas. ¿Cuál es el impacto de la ansiedad en nuestros hábitos alimenticios?

Hambre emocional vs Hambre real

Partimos de la base que comer es un placer ¿Qué quiere decir esto? Cuando comemos producimos dopamina y endorfinas. Además, cuando consumimos hidratos de carbono (dulces), aumentan nuestros niveles de adenosina. Todo esta mezcla de sustancias químicas, logran que consigamos sentir placer y evadirnos de aquellas cosas que nos preocupan.

Esto nos lleva a que podamos utilizar el comer como regulador emocional, y por tanto realicemos ingestas no por hambre real sino por hambre emocional, como un intento de poder dejar de sentirnos mal.

Hambre emocional:

  • Se presenta de repente y generalmente, sin previo aviso.
  • Es una necesidad urgente.
  • Nos pide alimentos muy concretos, ricos en carbohidratos y grasas.
  • Suele sentirse en el pecho, en la garganta e incluso en la espalda.
  • Suele ir acompañado de un sentimiento de culpa.
  • Si se consigue frenar, suele desaparecer.
  • La saciedad tarda mucho más en llegar.
  • La ingesta es compulsiva: no se puede o cuesta mucho parar.

Hambre real:

  • El hambre real es una sensación incomoda que puede incluso doler.
  • La sentimos en el estómago.
  • Cualquier tipo de alimento nos puede satisfacer y saciar.
  • Se va abriendo paso poco a poco.
  • No es una necesidad inmediata.
  • No va acompañada de culpa ya que entendemos que hay que comer.
  • Cuando la satisfacemos, nos saciamos

¿Cuál es el impacto de la ansiedad en nuestros hábitos alimenticios?

Las emociones ejercen un poderoso efecto sobre la forma de comer y el tipo de alimentos a ingerir. No resulta infrecuente que la mayoría de las personas en alguna ocasión comamos una bolsa de patatas fritas entera por preocupación o nerviosismo o que hayamos devorado más de una onza de chocolate tras enfrentarnos a una situación conflictiva o estresante. Pero cuando esta pauta de ingesta llega a hacerse habitual, este modo de comer emocionalmente puede afectar al peso, la salud y el bienestar general.

Los patrones de ingesta más frecuentes relacionados con el hambre emocional son los atracones, el picoteo, el comer nocturno y la adicción a los alimentos. El mantenimiento de estos hábitos se asocia con complicaciones en la salud.

Los aspectos más relevantes de estos patrones son los siguientes:

Los atracones: también denominados “sobreingesta compulsiva”, “ingesta voraz” o “comer desenfrenado”. Consiste en ingerir grandes cantidades de alimentos (que suelen ser evitados en la dieta habitual y se les conoce como “alimentos prohibidos”) en un periodo de tiempo asociados o provocada por factores emociones (como ansiedad, tensión, insatisfacción, frustración, etc.), con sensación de falta de control, finalizando cuando la persona se “siente llena”. Este patrón de ingesta se tiende a realizar en solitario por provocar vergüenza en la persona, a la vez que genera culpabilidad y tristeza por la falta de control. Con frecuencia, las personas con episodios de atracones alcanzan el sobrepeso y/o la obesidad, entre otras complicaciones de salud.

El picoteo: patrón de ingesta alimentaria anómalo, asociado a emociones como la ansiedad, entre otras, y en ocasiones “sin más ni más” como por aburrimiento o “no tener nada que hacer”. Consiste en ingerir pequeñas cantidades de comida de un modo casi ininterrumpido, de alimentos variados. A diferencia de los atracones, en los que “uno se siente mal por el modo en que se come” en el picoteo la persona puede experimentar agrado e incluso llegar a disfrutar poco a poco a lo largo del tiempo de la ingesta, en la medida en que se picotea con menos ansiedad. Por ello, tiende a perpetuarse como un hábito “saludable” a sabiendas de que no lo es.

Comer nocturno: patrón de ingesta parecido al realizado en los atracones, que afecta aproximadamente al 1,5% de la población, con una frecuencia similar en hombre y mujeres. Consiste en ingerir grandes cantidades de alimentos durante la noche, recurriendo a esta estrategia por dos motivos: principalmente, por la vergüenza a ser descubierto y culpabilidad por el escaso autocontrol. Por otro lado, además de la restricción alimentaria, el estado de ánimo bajo y el estrés son factores de riesgo para este patrón de ingesta.
Las personas con el síndrome de comer la noche suelen ser obesos o con sobrepeso, lo que los hace susceptibles a los problemas de salud causados por el exceso de peso, incluyendo la presión arterial alta, diabetes y colesterol alto, similar a las personas con atracones. En los casos de obesidad se aumenta el riesgo de enfermedades del corazón y con frecuencia presentan alteraciones del sueño.

Adicción a los alimentos: consiste en ingerir un alimento determinado de forma casi sistemática en una cantidad no prevista con anterioridad a la acción de ingerirlo, llevado a ello como un impulso o “tentación”, bien tras la ingesta habitual o bien de forma aislada. Las personas con el síndrome de comer la noche suelen ser obesos o con sobrepeso, lo que los hace susceptibles a los problemas de salud causados por el exceso de peso, incluyendo la presión arterial alta, diabetes y colesterol alto, similar a las personas con atracones. En los casos de obesidad se aumenta el riesgo de enfermedades del corazón y con frecuencia presentan alteraciones del sueño.

Bibliografía:

Baratucci, Y. (2011). Estrés y alimentación.

Mas, M. B., Fernández, A. L., Navarro, M. L. A., Martín, M. S., Castro, M. D. R. R., Hidalgo, M. P., … & Martínez, N. M. A. (2017). Comer emocional y estrés laboral: hacia entornos y hábitos de trabajo saludables. Gerencia de riesgos y seguros35(125), 41-60.

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