¿Cómo manejar una recaída?

Cuando las personas que pasan por un proceso terapéutico empiezan a observar sus avances respecto a sus problemáticas con la ansiedad, hay un miedo que comúnmente suele asaltarles… ¿Y cómo manejar una recaída? Esta cuestión es comúnmente una fuente añadida de ansiedad para la persona, que vive la recaída como algo que está ajeno a ella.

A veces vivimos nuestro proceso como si en cualquier momento pudiésemos perder todo nuestro avance, como si nuestro cerebro, de un momento a otro, pudiera olvidar todos los conocimientos, estrategias, técnicas, que le han llevado hasta el lugar donde se encuentra ahora.

Una de las primeras cosas que debemos tener en cuenta es que los procesos no son siempre en línea recta, pasan por curvas. A lo largo del proceso puede haber circunstancias externas o internas, puede haber una multitud de situaciones que pueden hacer que la persona vuelva a experimentar ansiedad de la manera que la ha experimentado anteriormente. No nos alarmemos, esto es normal, significa que tengo que aprender algo más, es decir, volver a investigar/trabajar porqué ha aparecido, como lo he afrontado, en definitiva, que he construido en ese contexto en el que mi ansiedad se desató.

Es cierto que se pueden volver a tener síntomas como al principio, pero una cosa que no debemos olvidar es que yo no soy el mismo que el que estaba al principio, hay una serie de aprendizajes que no se borran por mucho que tengamos una experiencia desagradable con la ansiedad.

Y aquí radica la gran diferencia, a partir de estas experiencias podemos tomar dos caminos, aprender y trabajar a cerca de lo ocurrido o entrar en una espiral de frustración y enfado que nos hará llevar de manera negativa lo ocurrido. Será mi actitud ante lo ocurrido lo que marque la diferencia. Las recaídas aunque no lo creamos si son una opción consciente, aparecen cuando decido enfadarme conmigo mismo, con mi proceso, con la terapia… Ésto normalmente me lleva a tener de nuevo comportamientos evitativos.

Algunos consejos sobre cómo manejar una recaída

Tropezar no es recaer: Nada nos exime de sentir ansiedad o incluso de tener una crisis de pánico, sin embargo, es la actitud ante la ansiedad la que puede hacerme recaer. Tropezar puede hacerlo cualquiera. Victimizarse, decirse que nada puedes hacer , encerrarte o enfadarte contigo mismo, pensar “otra vez igual”, eso, no es algo inevitable.

Se aprende constantemente: Cuando estemos en una época en la que aumente la ansiedad, no significa que no hayamos aprendido nada, sino que aún nos quedan cosas por aprender.

Las crisis están a menudo relacionadas con cambios: vuelta a antiguas maneras de gestionar las relaciones, encontrarnos con situaciones familiares…

La ansiedad no es un enemigo, sino un mensaje: Párate y reflexiona sobre qué presiones has venido generando, qué pensamientos negativos estás creando, en qué has descuidado tu cuerpo, qué cosas estás evitando que necesitas enfrentar, qué emociones te estás guardando…

Analiza si hay causas físicas detrás: Cambios de medicación, anemias, hipoglucemias, alergias, agotamiento físico o cambios hormonales.

¡No te alarmes! Recuerda que es parte del camino ir tropezando, observa y aprende.

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