Desde que existimos como especie empezamos a intercambiar bienes unos con otros con el fin de obtener diversos beneficios, así en un periodo relativamente corto de tiempo aparecería la moneda como objeto de intercambio, lo que cambiaría la humanidad para siempre. Y si, nos guste más o menos esta idea (dejando a un lado consideraciones éticas) el dinero ha sido y es actualmente el estímulo más potente que existe. Nuestra experiencia vital gira en torno a él, llegando a pasar la mayor parte de las horas que permanecemos despiertos empleándonos con el fin de conseguirlo. ¿El dinero da la felicidad?
¿Para qué queremos tener dinero?
Tener dinero nos permite exponernos a aquello que llamamos bienestar, bienestar al que no podríamos acceder si no tuviéramos unos ingresos para pagarlos. Por ejemplo: comer nuestra comida favorita, viajar, comprarnos ropa, tener un coche… Y un sinfín de actividades con las que obtenemos bienestar emocional. Lo obtenemos por dos motivos, uno de ellos es que nos facilita la existencia, siendo directamente proporcional la cantidad de dinero con la facilidad para llevar a cabo la vida en muchos y diversos aspectos. Por otra parte, teniendo en cuenta el sistema capitalista en el que vivimos y la influencia indudable que este tiene en nosotros, hemos asociado bienestar con la obtención de determinados objetos que suponen tener dinero: coches buenos, buena ropa o poder viajar a hoteles con grandes piscinas.
Tener dinero no solo nos proporciona bienestar emocional, sino que también nos libra de tener que enfrentarnos a aquello que nos genera malestar, como, por ejemplo, no tener suficiente comida, no tener calor en casa o no tener directamente un hogar. Si no tuviéramos dinero no podríamos acceder a muchos de los servicios más básicos, por lo que asociamos lógicamente, dinero con supervivencia.
Relacionado con las dos anteriores, tener dinero nos proporciona sensación de control y seguridad y por ende disminuye la sensación de incertidumbre. Si vivimos sin el dinero suficiente, los problemas de salud mental aumentan, así lo reflejan las estadísticas que muestran una mayor incidencia de problemas de salud mental en aquellas zonas donde residen personas con menor capacidad económica. El dinero es, nos guste más o menos, lo suficientemente importante para entender que gran parte de nuestra estabilidad depende de él. Gracias a que tenemos dinero podemos predecir mucho mejor lo que nos va a pasar.
Tener dinero nos estructura la vida, nos permite reducir la incertidumbre y organizarnos mejor, con la certeza de que en todo momento el dinero no va a ser una limitación, de que no vamos a pasar necesidades o no vamos a poder acceder a recursos debido a no disponer de dinero.
Y, por último, un tema controvertido, que nos guste más o menos hace alusión al funcionamiento de nuestra sociedad. Tener dinero nos sirve para sentirnos valiosos o hacernos valer ante los demás a través de diferentes variables establecidas en la sociedad y asimiladas por prácticamente todos sus individuos. Tener dinero nos sirve para comprar bienes o realizar actividades que equivalen a ser una persona ¨superior¨. Tener dinero nos hace sentir que tenemos un determinado estatus social, por muy triste que nos parezca. También hemos de entender ciertas concepciones que se nos han hecho creer, como que si eres bueno en algo y te esfuerzas lo suficiente te irá bien, y que te vaya bien lleva implícito el mensaje de que tendrás dinero. Es lo que se conoce como meritocracia, el concepto que hace referencia a que tus méritos y tu poder serán equivalentes. El primer problema de la meritocracia es que las oportunidades en realidad no son iguales para todos. La vida no es justa, puedes esforzarte muchísimo, tener mucho talento sin que llegue nunca una recompensa acorde a tu esfuerzo. También puedes esforzarte poco y no ser muy talentoso y que te vaya bien. Tener interiorizada la idea de que el esfuerzo es directamente proporcional al dinero que tengas, acaba por hacernos sentir mal por el hecho de no tener suficiente dinero, considerando que no somos lo suficientemente buenos y por consecuencia no tenemos una buena calidad de vida.
¿El dinero da la felicidad?
En realidad, y aunque así sea como nos solemos formular esta pregunta, no hay nada en sí mismo que proporcione una constante felicidad, porque la felicidad como constante no existe. Sin embargo, si nos preguntamos si el dinero nos proporciona sensaciones de felicidad, la respuesta es sí, al menos si definimos felicidad como la posibilidad de estar el mayor tiempo posible exponiéndote a aquellas cuestiones que nos generan bienestar emocional, al mismo tiempo que evitamos aquello que nos generan malestar emocional, percibiendo así una serie de sensaciones como pueden ser la seguridad, la libertad, el control… Sensaciones que nos encantan como especie.
Seguro que se te vienen a la cabeza algunos personajes famosos que, por ejemplo, acabaron suicidándose a pesar de tener sus cuentas a rebosar. Efectivamente el dinero no es garantía de felicidad y podríamos entrar también en comentar todos aquellos problemas que puede ocasionar que el dinero te sobre en un sistema que se mueve para la consecución de este, pero esto no nos debe hacer caer en la falacia de que el dinero no nos proporciona mayor facilidad para obtener eso que todos andamos buscando, la estabilidad y el bienestar.
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