“¿Es normal que me ponga nerviosa cuando practico relajación?” “La introspección me pone muy nervioso”. “La relajación nunca me ha funcionado”. “Cuando me pongo a practicar relajación tengo un efecto rebote, mi ansiedad empieza a elevarse”. “No me sirve la relajación, cuando la utilizo en momento de crisis es como si nada”. “¿Por qué no me puedo relajar?”
¿Te suena? Pues sí. Si creías que solo te pasaba a ti, no estabas en lo cierto. Las personas que padecen ansiedad pueden verse envueltas en una verdadera encrucijada con esto de relajarse.
Teniendo en cuenta que las técnicas de relajación son recomendadas por un gran número de psicólogos dada su probada evidencia terapéutica. ¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Debemos aceptar que las técnicas de relajación no son para nosotros? ¿No somos idóneos para éste tipo de prácticas?
¡Pues parece justamente lo contrario! Los pacientes aquejados de trastornos de ansiedad son unos candidatos idóneos para la relajación y la meditación ya que suelen poseer una serie de peculiaridades que pueden facilitar su iniciación y profundización. La capacidad de sugestión de las personas aquejadas de ansiedad, es, simplemente, brutal. ¿Por qué no usar esa capacidad de sugestión en beneficio personal?
Probablemente tus problemas con la relajación no se deban tanto a una incapacidad sino a una serie de miedos y malos planteamientos que podemos reformular.
¿Por qué no me puedo relajar?
Estado continuado de hiperalerta
Las personas que mantienen estados de ansiedad elevada de manera frecuente o continuada (o ataques de pánico) desarrollan un estado de hiperalerta, es decir, amplían su atención ante el mínimo estímulo tanto proveniente de su propio cuerpo como de una situación externa, dando lugar a interpretaciones catastróficas de lo que sucede. Para muchas personas con ansiedad relajarse es el acto de bajar la guardia ante el posible peligro, relajarse es la sensación de estar cediendo un control que consideran necesario. Existe una vigilancia continuada hacia nuestra mente y nuestro cuerpo, que consideramos (equivocadamente) que nos mantiene a salvo. Dejar de prestar atención es vivido como un sinónimo de delegar el control a lo desconocido. Relajarse es vivido prácticamente como una amenaza.
Toma de conciencia con nuestros pensamientos y sensaciones corporales
Nuestra relación con nuestro cuerpo y nuestra mente acaba siendo en muchas ocasiones fóbica, es decir, existe un inmenso terror a establecer contacto con nuestros pensamientos y nuestro cuerpo. “Me percibo como una bomba que puede explotar en cualquier momento” dicen algunos… “Evito por todos los medios estar solo, porque eso significa pensar y me aterra¨ dicen otros… Los pensamientos acaban interpretándose como profecías de lo terrible que estará por llegar y nuestro propio organismo, efectivamente, como una bomba que puede activarse en cualquier momento. Es tanto el temor existente que las personas buscan desesperadamente no establecer contacto con ellos mismos (tarea ardua y difícil teniendo en cuenta que no podemos desprendernos de nosotros ni un solo segundo). Teniendo en cuenta lo mencionado, la relajación supone una verdadera batalla. Al igual que el tratamiento con personas fóbicas (a las alturas, por ejemplo) puede ser -y en numerosas ocasiones resulta lo más indicado- progresiva, la exposición a nuestro propio cuerpo y mente también puede serlo. Quizá para personas que se encuentren en una situación como la mencionada, realizar meditación de manera inicial puede resultar muy invasivo. El contacto progresivo con nosotros mismos, nos permitirá acercarnos a este tipo de técnicas de una manera más amable.
Búsqueda de inmediatez
“Quiero relajarme y lo quiero ya” o tal vez un “necesito relajarme“. A la mente le gusta jugar a lo paradójico y entonces ocurrirá justo lo contrario. “Necesito relajarme” significa que no ¨”puedo estar nervioso” y amigos, no hay nada más ansiógeno que el “no debo estar así”.
“No debo estar así” tiene que ver con la concepción de peligrosidad, es algo intolerable o quién sabe si vivido como insoportable. Pero después de muchas experiencias con la ansiedad, aquí estamos, así que ¿quién dice que esto es insoportable? Si no fuera soportable moriríamos ante la experimentación. No queremos sentirnos así, pero… ¿qué tiene de verdad que no debemos? Relajarse, debe ser entendido como un lugar al que me gustaría llega no como una sensación que necesito por todos los medios tener.
Intentos por buscar una relajación total
Las expectativas equivocas pueden llevarnos al abandono. Intento relajarme, practico alguna técnica recomendada y nada… ¿Para qué sirve esto entonces? Tal vez la pregunta adecuada sea ¿Qué pretendo conseguir? ¿Son sensatas mis pretensiones? Relajarse en la cama puede no ser una tarea demasiado complicada, pero… ¿Qué hay de relajarse en momentos de alta ansiedad? Pues que efectivamente no acabaremos en un estado similar al de la sedación. ¡Ojo con la búsqueda de técnicas mágicas! Si relajarme no acaba con mi trastorno de ansiedad, entonces relajarme no vale para nada (o algo así acabamos contándonos). Relajarnos va a beneficiarnos siempre, propiciará alcanzar estados de desactivación fisiológica y por ende cognitiva. Pero como siempre decimos: de problemas complejos, huye de soluciones simplistas.
Única aplicación en los momentos de crisis
Entrenar un par de veces la relajación e intentar aplicarlo luego en momentos de crisis no nos será de demasiada ayuda. La relajación debe ser entrenada, debe ser integrada, porque al fin y al cabo estamos entrenando algo complejo, nuestra atención, nuestra capacidad de concentración. Si concentrarnos ya puede resultarnos costoso de por sí, imaginemos en momentos de alta tensión. Practicar es la única manera de afianzar éste tipo de técnicas para que puedan resultarnos eficaces en momentos más complejos.
Mioclonias
Es decir, cuando el cuerpo intenta relajarse y sentimos vértigo. Decimos que esta sensación a veces aparece poco a poco, pero en esta ocasión puede darse más bruscamente, por lo que, con el fin de evitar sustos innecesarios, es importante que sepamos que esto puede llegar a suceder, aunque no produzca ningún tipo de peligro para nosotros.
Si queremos llevarnos mejor con nuestra capacidad de relajarnos, el primer paso es encuadrar lo que nos pasa y después implementar el mejor abordaje posible, y es que todos, sin excepción tenemos la capacidad de hacerlo.
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