¿Te cuesta decir “no”? ¿Te insisten una y otra vez y al final terminas cediendo y te sientes culpable? ¿Y a la hora de hacer críticas, te cuesta sobremanera? En la entrada del blog de esta semana te mostramos varias técnicas para ser más asertivo, muy útiles para poder desenvolverte fácilmente en estas situaciones que, seamos sinceros, muchas veces son difíciles de manejar.

Técnica del disco rayado

El disco rayado es una técnica asertiva sobre cómo decir “no”, específicamente en aquellas situaciones en las que otra persona insiste una y otra vez en su petición, aunque tú no quieras hacerlo. ¿Qué hacer en estas situaciones? Pues bien, la idea general sería, básicamente, repetir una y otra vez también tu idea -no necesariamente siempre con las mismas palabras, aunque también es posible- (de ahí su nombre, como si un disco rayado se tratase, “enganchado” en la misma melodía sin parar), de forma espontánea y con soltura, sin enfadarnos.

Podemos dar un motivo, la verdadera razón por la que no podemos/queremos hacer eso que la otra persona nos pide pero, eso sí, cuidado con justificarnos (ya que así podremos dar a la otra persona argumentos para rebatirnos). Te ponemos un ejemplo, para que lo veas más claro:

Ana: “¿Quieres que vayamos esta noche al cine? Hay una película que me encanta, y necesito verla para poder hacer una reseña en mi blog personal”.

Miguel: “No, no me viene nada bien, porque saldré muy tarde del trabajo”.

Ana: “Hombre, pero si vamos a última hora tampoco perderás tanto tiempo, ¿no? No te quedas nunca hasta las mil trabajando…!”.

Miguel: “No, de verdad, me encantaría ir, pero no puedo”.

Ana: “¿Estás seguro? ¿Ni siquiera a la última sesión en el cine cerca de casa? Mira, compro yo las entradas y listo. No hay más que hablar, te veo a las 22h…

Miguel: “No, Ana, entiendo que te apetezca mucho, porque hace tiempo que no vamos, y te agradezco de verdad que siempre propongas cosas, pero hoy me resulta imposible, de verdad”.

Ana: “Bueeeeno, vale, no te insisto más porque veo que es imposible…”.

Técnica del banco de niebla

El banco de niebla se utiliza en aquellas situaciones en las que la otra persona comienza a utilizar la tan lamentablemente conocida manipulación o chantaje emocional, entendiéndolo como una forma extrema de conseguir que nosotros hagamos lo que él/ella quiere, forzándonos incluso a ello. Nosotros, la mayoría de las veces, terminamos o bien en una discusión o bien haciendo lo que el otro quiere, para dejar de sentirnos mal por lo que nos ha dicho o demostrar que no somos así de “malos” como nos dice.

Utilizándolo sólo en estas situaciones contadas y específicas, consiste en reconocer (tranquilamente) la posibilidad de que haya parte de verdad en lo que el otro nos dice, repitiendo o parafraseando lo que el otro nos acaba de decir, sin entrar más allá en lo que podría llevar implícito el mensaje. De esta forma, creamos así una especie de niebla que “desorienta” al otro, ya que no se espera para nada esa respuesta por nuestra parte, cortamos el círculo vicioso y le dejamos sin “argumentos” para continuar su discurso “manipulativo” (como puedes comprobar, a los psicólogos nos gusta poner nombres intuitivos).

Pero en este punto es importante matizar un aspecto esencial: no estamos diciendo que el otro tenga verdad, no lo afirmamos, sino simplemente decimos que puede ser cierto, que puede tener razón o que probablemente pueda estar en lo cierto (al igual que todo es posible en la vida, incluso que vengan los extraterrestres a la Tierra ;)). Siguiendo con el mismo ejemplo de antes, en otro escenario posible:

Ana: “No me puedo creer que me estés diciendo que no, con la de veces que yo te he ayudado a ti…”.

Miguel: “Es verdad, me has ayudado un montón de veces”.

Ana: “No me esperaba esto de ti… eres un egoísta, sólo piensas en ti mismo”.

Miguel: “Bueno, puede que tengas razón”.

Ana: “Más te valdría empezar a mirar más allá de tu ombligo alguna vez…

Miguel: “Lo tendré en cuenta”.

Ana: …

La técnica del sándwich

La técnica del sándwich es nuestra tercera técnica para ser más asertivo, utilizada en aquellas situaciones en las que tenemos que hacer una crítica. Porque, seamos sinceros/as: pocas personas saben hacer críticas de forma adecuada; nadie nos entrena para ello.

El objetivo de una buena crítica asertiva (o constructiva) es, por un lado, informar de una conducta que no nos gusta de otra persona -intentando no dañar o deteriorar nuestra relación con esa persona- y, por otro lado, pedir un cambio de conducta, eligiendo siempre el momento adecuado (siempre lo más cercano posible a la conducta, no delante de otras personas, y siempre y cuando no estemos dominados bajo una emoción, como la ira, nuestra gran compañera en estas situaciones). Para ello, como en un buen sándwich, tenemos que utilizar tres capas:

1. Aspecto positivo (pan del sándwich): comenzar empatizando con la otra persona (mostrando entendimiento).

2. Aspecto “negativo” (contenido del sándwich): la conducta que queremos modificar. Para ello, es esencial centrar la crítica en un comportamiento o conducta concreta, lo más detallada posible, y no en la persona (ej.: “Me molesta cuando dejas los platos sucios sin lavar después de comer” vs “Eres siempre una vaga”), cómo me afecta negativamente a mí y, si es posible, asumiendo parte de responsabilidad en ello. Para así después formular una petición concreta de cambio e intentar llegar a un acuerdo, pidiendo sugerencias de solución al otro, si es posible, implicándole en el proceso de solución de problemas.

3. Aspecto positivo (pan del sándwich): terminar agradeciendo a la otra persona, cuanto menos, que nos haya escuchado. Y si acepta la petición, mejor imposible.

Por ejemplo:
Sé de antemano que eres una persona que siempre intenta mejorar. Entiendo que para ti es difícil dejar de fumar (comenzar con un aspecto positivo y empatizar) pero cuando respiro el humo de los cigarrillos que fumas (describir operativamente) … me molesta en la garganta (expresar cómo me siento). Tal vez yo exagero alguna vez (asumir parte de responsabilidad) pero me gustaría que llegásemos a un acuerdo para que ambos nos sintiéramos bien; que tú pudieras fumar y que yo no me tragase el humo (formular petición de cambio de conducta específica). ¿Cómo lo ves? Podrías salir fuera de la habitación, a la terraza, cuando quisieras fumar, ¿qué te parece? (intentar llegar a un acuerdo, implicando al otro). Muchas gracias por escucharme” (terminar con un aspecto positivo, agradeciendo al otro).

En definitiva, si bien es cierto que existen muchas más técnicas para ser asertivo eficaces y útiles, en la entrada del blog de esta semana os hemos ofrecido tres de ellas, quizá de las más importantes, como “trucos” o estrategias para poder manejar esas situaciones difíciles que se producen, inevitablemente, en nuestras relaciones con los demás. El objetivo siempre será poder ser capaces de expresar nuestras ideas, deseos, necesidades o derechos respetando también las mismas ideas o derechos del otro, esto es, conseguir ir siendo cada vez más asertivos. ¿Y bien, las ponemos en práctica?

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