Las personas que padecen trastorno de síntomas somáticos pueden presentan varios de ellos (físicos) o solo presentar un síntoma grave, con frecuencia suele ser el dolor. Hoy hablamos sobre el tratamiento para el trastorno de síntomas somáticos.

Estos síntomas pueden ser específicos como un dolor localizado o inespecífico como la fatiga, en la mayoría de las ocasiones estos síntomas no están originados con una causa médica identificable pero causan un gran malestar y pueden interferir significativamente en la vida de las personas que los sufren.

Junto con estos síntomas los pacientes presentan pensamientos, sentimientos o comportamientos relacionados con la preocupación por la salud, como son:

-Pensamientos desproporcionados y persistentes sobre la gravedad de los propios síntomas.
-Elevado nivel de ansiedad sobre su salud.
-Tiempo y energía excesivos dedicados a la preocupación por la salud.

A nivel cognitivo se mantiene una atención centrada en los síntomas somáticos, se puede atribuir sensaciones corporales normales a una enfermedad física, preocupación acerca de la enfermedad y temor al realizar cualquier actividad física por si daña el cuerpo. Las características de comportamiento relevantes asociadas pueden ser la repetida comprobación corporal de anomalías, la búsqueda repetitiva de atención médica y seguridad y la evitación de la actividad física.

Es importante realizar una anotación sobre la reticencia que podemos encontrar en los pacientes para aceptar que hay un sustrato psicológico para sus síntomas físicos.

Contenidos del artículo

Tratamiento del trastorno de síntomas somáticos

El tratamiento que describimos en este artículo para este tipo de pacientes que sufren trastorno por somatización, lo realizaremos desde un enfoque cognitivo-conductual. Este modelo hace referencia a que los síntomas se originan en un ciclo de múltiples factores y se mantienen a partir de la interacción de esos factores: somáticos, cognitivos, comportamentales, emocionales y ambientales. La terapia cognitivo conductual se centrara en identificar y promover el cambio sobre las cogniciones y los comportamientos que el paciente tiene con sus síntomas. Veamos algunas de las técnicas que se utilizan:

1. Psicoeducación.

Con la psicoeducación aportamos información al paciente con la intención que comprenda que es lo que le está ocurriendo, dando una explicación sobre los síntomas somáticos que presenta y como los está manteniendo, la ansiedad y su relación con el dolor, como la ansiedad puede actuar como desencadenante o agravante del dolor.

2. Respiración diafragmática y la relajación

El objetivo que queremos conseguir con la utilización de estas técnicas es reducir la activación fisiológica, reduciendo nuestra tensión muscular. Respiración y relajación deben entrenarse como cualquier otra habilidad, es necesario que practiquemos frecuentemente para poder beneficiarnos de su uso.

-Respiración diafragmática.

Cuando no encontramos en una situación de estrés, de ansiedad o de fatiga nuestra respiración se vuelve superficial, llenando el pecho de aire, es lo que llamamos respiración pectoral. Si mantenemos esta forma de respirar aparecerán sensaciones somáticas que nos resultan molestas y desagradables. De ahí la importancia del entrenamiento en respiración diafragmática, enseñando al paciente a que realice una respiración lenta, regular y no demasiada profunda. Esta forma de respirar contribuye a aumentar nuestra capacidad pulmonar consiguiendo que disfrutemos de sensación de calma y relajación.

-Relajación

Cuando tenemos un dolor agudo en nuestro cuerpo, la respuesta más común es la de tensar los músculos. Esta tensión no reduce el dolor y seguramente lo que haga sea incrementarlo. Aprender a relajar zonas específicas de nuestro cuerpo suele ser la técnica de elección sobre todo para personas que presentan un dolor intenso, para romper el círculo tensión-dolor-tensión. Relajar la musculatura incide directa y específicamente en los componentes físicos de la sensación de dolor. Además, esa desactivación es incompatible con las respuestas de ansiedad asociadas, disminuyendo estas sensaciones. De esta manera, se incrementaría también la percepción de autocontrol y autoeficacia, se facilitarían nuevas estrategias de afrontamiento del dolor.

3. Manejo de la atención

La atención es el proceso cognitivo que nos permite orientarnos hacia los estímulos relevantes y procesarlos para responder en consecuencia. La atención implica focalizar nuestra actividad mental, no podemos atender a dos estímulos a la vez.

El dolor o los diferentes síntomas somáticos prácticamente monopolizan nuestra atención, como nuestra atención es limitada, toda ella recae en estos síntomas y por tanto no podemos aplicarla a otras cosas más agradables.

Nuestro dolor, malestar, síntomas están ahí lo que intentamos llevar a cabo en la intervención terapéutica, es desviar nuestra atención hacia otros estímulos para que las sensaciones no nos inunden por completo, para hacerlo menos estresante y disruptivo.

Se entrena al paciente en diferentes técnicas, como las técnicas de distracción consisten en cambiar nuestro foco de atención, de manera voluntaria, desde nuestros pensamientos y sensaciones hacia otro estímulo que permita la disminución de esa ansiedad. A la hora de seleccionar la tarea tenemos que tener en cuenta que despierte nuestro interés y que seamos sujetos activos a la hora de llevarla a cabo.

4. Reestructuración cognitiva

A la hora de vivir una situación como estresante, es muy importante la valoración que realizamos de la situación y de los recursos que disponemos para afrontarla correctamente.

Ante acontecimientos concretos, nuestros pensamientos determinan nuestras respuestas emocionales, determinan como nos sentimos y también como nos comportamos. Hay muchos pensamientos que pueden incrementar nuestros síntomas o nuestro dolor y disminuir su tolerancia, estos pensamientos suelen ser automáticos se disparan con mucha rapidez y a veces no somos conscientes de ellos.

Estos errores que cometemos al procesar la información es lo que llamamos distorsiones cognitivas, cuando no interpretamos correctamente una situación o una sensación corporal.

La reestructuración cognitiva es una técnica que consiste en identificar, reconocer las distorsiones cognitivas, pensamientos irracionales más recurrentes asociados a la experiencia del dolor, para poder realizar su discusión y modificación. Algunos de los pensamientos pueden ser: <Nunca me voy a curar>, <>…

La finalidad es conseguir cambiar ese tipo de pensamientos sobre nuestros síntomas, sobre nuestra percepción del dolor y sus consecuencias, que nos provocan tanto malestar y angustia sustituirlos por otros más adaptativos y ajustados a la realidad que nos generen una respuesta emocional positiva y una conducta adecuada.

5. Ejercicio físico

Cuando nos encontramos con dolor o malestar reducimos o eliminamos nuestra actividad física pensando que el dolor desparecerá o tememos que pueda ser perjudicial para nuestra salud física. Esta conducta no tiene efectos beneficiosos en nuestro cuerpo, ya que un reposo prolongado lleva asociado una reducción de la potencia muscular provocando debilidad, disminución de la flexibilidad de los músculos, tono y fuerza muscular que aumenta la tendencia a tener contracturas y así conseguimos que aumente el dolor. Esto nos llevara a que cualquier movimiento nos produzca un enorme esfuerzo, cansancio, fatiga y dolor, lo que nos llevaría a disminuir nuestra actividad cada más. Hay un par de consideraciones que tenemos que tener en cuenta de como la falta de ejercicio nos afecta:

  • a nuestro estado de ánimo nos debido a sentimientos de inutilidad, relacionado con pensamientos <>, por lo tanto afecta negativamente a nuestra autoestima.
  • cuando rebajamos la actividad provoca que se focalice aún más nuestra atención en los síntomas somáticos, lo puede que puede incrementar la percepción de la intensidad.
  • la realización del ejercicio incrementa la producción de endorfinas, sustancias generadas por nuestro cuerpo que cumple la función de defensa natural, bloqueando la transmisión del mensaje de dolor y disminuyendo la sensación de dolor.

Establecer un estilo de vida más activo requiere una planificación de ejercicio físico para instaurarlo de forma gradual y constante evitando períodos de exceso de actividad y otros de inactividad.

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