Normalmente un dolor o una sensación física desagradable hace que salten nuestras alarmas y nos planteemos ir al médico a ver qué pasa. La primera idea que nos aborda es que sea un problema orgánico que el especialista determinará la forma de tratar, pero ¿qué pasa si no encuentran ninguna cuestión física por la que lo puedan explicar? A veces nos es difícil asumir que pueda ser de origen psicológico, pero es importante que conozcamos que existen diversos trastornos psicológicos que originan síntomas en el cuerpo. Por eso hoy nos parece interesante compartir con vosotros/as uno de ellos, probablemente poco conocido a pesar de que se dé a nivel mundial: el trastorno de síntomas somáticos.

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¿Qué es el trastorno de síntomas somáticos?

Antes de nada, expliquemos que el concepto de somatización es la expresión de fenómenos mentales en forma de síntomas físicos (somáticos). Por lo que las personas que sufren este trastorno suelen quejarse de convivir con síntomas que la comunidad médica no relaciona con ningún problema de salud corporal. De hecho, frecuentemente aparecen personas que lo padecen en centros de atención primaria y en otros centros médicos, pero lo hacen menos en el ámbito de la psiquiatría y centros relacionados con la salud mental.

Este trastorno, antes denominado por somatización, se caracteriza por un estado sintomático persistente, es decir, aunque algún síntoma pueda no estar continuamente presente, por lo general la persona describe llevar padeciéndolo más de seis meses. Se suele diagnosticar cuando previamente se han descartado otras posibles patologías y los síntomas somáticos son tan angustiantes para la persona, que ello implica un deterioro significativo para su vida.

Síntomas físicos

Las personas que padecen un trastorno de síntomas somáticos presentan uno o varios síntomas que pueden ser localizados (como un dolor punzante) o inespecíficos (como la fatiga). La descripción de los síntomas varía según la cultura y los grupos sociales específicos, pero en general son “expresiones de malestar”: la más común es el dolor, pero también se recogen agotamiento, sensación de pesadez o gases, un exceso de calor en el cuerpo o ardor en la cabeza como ejemplos.

Estos síntomas de los que hablamos pueden acompañar a otros problemas médicos conocidos y ya diagnosticados, y sin embargo no encontrarse causas médicas para explicar los síntomas de los que se aqueja. Es por esto que a veces a las personas que se les da este tipo de diagnóstico (de naturaleza psicológica) les resulte peyorativo, como una falta de reconocimiento a que sus síntomas físicos son “reales”. Y es que, a pesar de que a veces muestran sensaciones corporales normales o un malestar que generalmente no significa una enfermedad grave, el sufrimiento de las personas es auténtico, se explique o no medicamente. Así que es importante remarcar que los síntomas somáticos no se producen o simulan intencionadamente, de hecho, una característica que distingue este trastorno psicológico de otros no es el síntoma en sí, sino la forma en que los presenta e interpreta la persona.

Porque la forma de interpretar lo que está pasando es central en este problema de salud. Tengamos en cuenta que los síntomas se presentan de forma variada según la persona, lo que se explica con que probablemente se deba al resultado de la interacción de múltiples elementos dentro del contexto cultural de la persona, que afectan a la forma en que identifica y clasifica las sensaciones corporales, percibe la enfermedad y busca atención médica.

La forma de interpretar

Estas personas suelen tener un elevado grado de preocupación por la salud. Sus pensamientos suelen ser desproporcionados y persistentes girando alrededor de los síntomas y la posible gravedad que crean que puede tener. Evalúan indebidamente sus síntomas corporales y los consideran amenazadores, perjudiciales o molestos, y a menudo piensan lo peor. Tanto es así que incluso cuando hay pruebas de lo contrario, hay personas que siguen temiendo que sus síntomas sean graves.

Suelen experimentar un malestar que se centra principalmente en los síntomas somáticos y su significado. Es tan potente en “secuestro” atencional que desarrollan estas personas, que algunas niegan cualquier fuente de angustia en sus vidas aparte de los síntomas que experimentan, dejando de lado el malestar que puedan sentir a raíz de otros aspectos de sus vidas.

La forma de actuar

La manera en la que se suele abordar estos síntomas y preocupaciones consiste en acudir a la atención médica, la cual rara vez alivia a la persona. Así que lo que termina pasando es que la persona va de médico en médico, buscando la causa de los mismos síntomas, sintiendo que la evaluación médica y el tratamiento no han sido suficientes.

Cualquier intento de tranquilizar por parte del médico y de explicar que los síntomas físicos no son indicativos de una enfermedad física grave, suele ser efímero, y las personas lo viven como si el especialista no tomara sus síntomas con la debida seriedad. Aumentando la búsqueda incesante de respuestas y frustración.

Síntomas y ansiedad

Estar tan centrados en la posible ausencia de salud y en la evaluación catastrófica de lo que les sucede, suele generar experiencias de intensa ansiedad. De tal forma que síntomas y ansiedad pueden retroalimentarse hasta que los problemas de salud asumen un papel central en la vida de la persona. La calidad de vida se ve afectada, tanto física como mentalmente; inclusive puede dar lugar a invalidez de la persona en los casos en los que los síntomas somáticos son graves y persistentes, ya que psicológicamente, en los casos más severos, los problemas sintomáticos dominan la valoración que hacen de su propia identidad y capacidades, su abanico emocional (muy deteriorado), o sus relaciones interpersonales.

Es importante tener en cuenta que algunos trastornos mentales diferentes a éste pueden manifestarse principalmente por síntomas somáticos, como por ejemplo en el trastorno de pánico, y no por ello se trate del trastorno que estamos viendo hoy.

Y a su vez, existe otro formato: los trastornos de ansiedad y los trastornos de depresión pueden darse a la vez que los trastornos de síntomas somáticos. Es en estos casos cuando el componente somático añade gravedad, complejidad a los trastornos depresivos o de ansiedad. Incrementándose el deterioro funcional de la persona.

¿Cuáles son las causas y evolución del trastorno de síntomas somáticos?

Como todo lo que implica a nuestro mundo mental interno, no existe una única causa que explique el por qué de este problema, pueden atribuírsele diversas: estrés personal, familiar, laboral o ambiental, una enfermedad médica general, la represión de los sentimientos de ira y resentimiento… pero, ¿por qué unas personas sí y otras no lo padecen viviendo cosas parecidas?

Se han acotado factores que, conjuntamente a lo anterior, contribuyen:

• Vulnerabilidad genética y biológica (por ejemplo, tener mayor sensibilidad al dolor)
• Experiencias traumáticas tempranas (violencia, abuso o deprivación)
• Factores de aprendizaje (como por ejemplo, la influencia que termina ejerciendo la atención recibida debida a la enfermedad cuando éramos pequeños), así como las normas culturales y sociales que devalúan y estigmatizan el sufrimiento psicológico en comparación con el sufrimiento físico.

De hecho, aunque los datos exactos aún se desconocen, se estima que en población adulta general puede darse entre un 5 y un 7%, siendo las mujeres quienes más tienden a referir síntomas somáticos más que los hombres, quizás debido a factores culturales.

Si estás dudando de que actualmente estés pasando por esto, porque previamente los médicos te aseguren que no identifican nada orgánico ni grave, anímate a ponerte en manos de un especialista de la salud mental que te pueda ayudar a identificar, diferenciar y a abordar lo que te pasa.

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