El síndrome de Burnout fue descrito por primera vez por el psiquiatra Herbert Freudenberg en 1974, haciendo referencia a la percepción del sujeto de una discrepancia entre los esfuerzos realizados y lo conseguido en el ámbito laboral, manifestando agotamiento emocional, despersonalización o deshumanización y falta de realización personal en el trabajo.

Un mundo demandante, exigencias laborales altas y desajustes entre las exigencias laborales y las posibilidades de rendimiento de la sociedad han ocasionado la aparición de nuevos riesgos denominados psicosociales, entre ellos el síndrome de Burnout, cuya prevalencia se ha visto incrementada, llegando a constituir un problema social y de salud pública.

Hace ya más de una década que la Organización Mundial de la Salud alertaba del posible impacto de tales cambios en la salud de la población, sobre todo en los países industrializados, especialmente relacionados con las nuevas tecnologías y con los factores psicosociales.

Diversos autores han documentado que este síndrome afecta más a profesiones que requieren un contacto directo con las personas y con una filosofía humanística del trabajo, es decir las que necesitan altas dosis de entrega e implicación. De esta manera son muchos los potencialmente afectados entre los que destacamos: enfermeros, médicos, trabajadores sociales, psicólogos, odontólogos, profesores, policías…

La manera de cuantificar y diagnosticar este síndrome; así como sus componentes es a través de un cuestionario creado por Cristina Maslach en 1986 y que se denomina: Maslach burnout inventory (MBI). Este cuestionario tiene varias versiones aplicables a diferentes poblaciones con diferentes idiomas y ha mostrado confiabilidad y validez.

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El estrés laboral

El término estrés deriva del latín stringere, que significa provocar tensión. En física se refiere a la fuerza que se aplica a un objeto, que puede romperlo o deformarlo.

En psicología se entiende el estrés como el proceso de activación fisiológica derivado de la valoración de una demanda externa y la percepción de nuestros propios recursos para afrontarla. Si el resultado de esta valoración es negativo, es decir, si percibimos que la demanda es superior a nuestros recursos para hacerle frente, surge el estrés para tratar de solventar este conflicto.

El estrés es habitual en nuestras vidas, forma parte del proceso de adaptación al cambio en cualquier ser vivo.

En el caso del ser humano hay muchas posibles situaciones generadoras de estrés y una de las más conocidas es la que surge del entorno laboral.

El estrés laboral surge cuando las demandas laborales son más altas que la capacidad de control del sujeto de las mismas, a la vez que se produce un desequilibrio entre el alto esfuerzo (horarios, demandas…) y la baja recompensa (económica, reconocimiento…).

Los estudios apuntan que más de la cuarta parte de los trabajadores de la Unión Europea padece estrés laboral, convirtiéndose en un fenómeno relevante y conocido socialmente.

Aspectos fundamentales del síndrome de Burnout

Las personas que acaban padeciendo el síndrome Burnout comienzan percibiendo un estrés agudo provocado por el desequilibrio entre las demandas laborales que exceden los recursos, de diversos tipos, que la propia persona posee.

En segundo lugar, el sujeto realiza un sobre esfuerzo para intentar abarcar y adaptarse a las demandas del ámbito laboral, pudiendo tener resultados iniciales pero que acaba sobrecargando y no dando los frutos esperados.

Por último, empieza a surgir el deterioro psicofísico que caracteriza al síndrome de Burnout caracterizado por los siguientes componentes:

  • Agotamiento emocional: El agotamiento emocional es un estado de extremo cansancio mental y emocional, que a menudo también se acompaña de la sensación de falta de fuerza física o falta de energía. Ese estado de desgaste extremo está provocado por un desbordamiento nuestros recursos emocionales y/o cognitivos.
  • Despersonalización o deshumanización: Caracterizado por el desarrollo de actitudes negativas, insensibilidad hacia los receptores del servicio prestado y actitud negativa hacia los compañeros.
  • Baja realización personal: Caracterizado por percibir el propio trabajo de manera negativa, generando insatisfacción y baja autoestima a nivel laboral.

Repercusiones del Síndrome de Burnout

Podemos describir dos tipos de repercusiones:

Para el propio individuo: Es decir, la repercusión que éste síndrome tiene en la calidad de vida del individuo, en su propia salud psicológica, física y en sus relaciones interpersonales.

Para la organización: insatisfacción laboral, deterioro de la calidad de servicio ofrecida, ausentismo, abandono, mala relación con los compañeros del trabajo…

Prevención del Síndrome Burnout

Reajustar expectativas: Es importante que las personas entiendan que dar todo lo que les gustaría puede implicar abandonar otras áreas importantes de su vida, que, aunque en primera instancia puede parecer abordable con la mentalidad de “voy a dejarme la piel” a largo plazo puede acabar teniendo importantes repercusiones en los individuos.

Equilibrio de áreas vitales: Favorecer que los individuos puedan equilibrar sus diferentes áreas: familia, amigos, ocio, descanso…

Fomentar buena atmósfera laboral: favorecer los espacios comunes y la interacción de los altos cargos con los subordinados para entender las demandas de los trabajadores.

Limitar la agenda laboral: Por último, es importante realizar una buena y abordable configuración del horario laboral y de la propia disponibilidad, poniendo límites al final del trabajo que no impliquen una constante compatibilización horaria de la vida personal y laboral.

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