Aunque, en general, la población que está dentro del mercado laboral disfruta de una mejor salud que las personas ajenas a su actividad, los lugares de trabajo también pueden provocar o empeorar enfermedades, como es el caso del estrés laboral y sus consecuencias. ¿Qué profesiones sufren más estrés laboral? Sigue leyendo si quieres saber más acerca de este problema o si tienes dudas de si lo estás padeciendo.

Todos sabemos que el escenario laboral en las últimas décadas ha vivido grandes cambios, tornándose más dinámico e inestable, global y complejo: fusiones empresariales, desarrollo tecnológico exponencial, reingeniería de recursos humanos… en donde prima la necesidad de reducción de costes, la demanda en el aumento de la productividad y de la satisfacción del cliente. A su vez, solemos tener menos autonomía en los puestos de trabajo o, lo que es lo mismo, un escaso margen para participar en la planificación del trabajo y en la toma de decisiones, con unos objetivos que en ocasiones no están bien definidos y una mayor sobrecarga de funciones a causa de las reducciones de personal. Todos estos cambios nos están llevando a una serie de consecuencias tanto personales (principalmente en materia de salud física y psicológica de la población trabajadora) como económicas.

Y es que, si el trabajo no facilita la integración y el desarrollo de la persona, o si se lleva a cabo en condiciones precarias, hace que muchas, a la hora de trabajar, experimentemos frustración y un alto nivel de tensión emocional, lo que aumenta nuestros niveles de estrés laboral y de desgaste profesional (Burnout).

Los datos estremecen

Según la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo (EU-OSHA), en una encuesta realizada en la primavera del 2022, casi la mitad de las personas encuestadas (un 46 %) declararon estar expuestas a fuertes presiones para cumplir los plazos o a una sobrecarga de trabajo. Y más de cuatro de cada diez trabajadores (44 %) afirman que su estrés laboral ha aumentado como consecuencia de la pandemia.

Más de la mitad de los trabajadores en España reconoce sufrir estrés laboral. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2018 la cifra se elevaba a un 60%; y en 2020 más de 1.360.000 personas afirmaron haber sufrido “inseguridad laboral” por haber estado expuestos a factores adversos para su bienestar mental. De hecho, a día de hoy el estrés es el 2º motivo por el que los empleados solicitan bajas laborales, por detrás de las dolencias musculares y óseas. Esta situación se ha visto agravada a raíz de la pandemia, provocando una tasa de absentismo del 7,1% en 2020, el mayor porcentaje en 20 años según datos de Adecco, lo que se traduce en unos 1.700 millones de euros en horas laborales perdidas.

¿Somos conscientes de cuándo se origina el problema?

Más allá de que los empleados traten de tener una dieta adecuada, ratos de descanso y actividades para evadirse fuera del trabajo, es importante tener en cuenta que la prevención del estrés laboral ha de pasar por la intervención de las organizaciones. No todo depende de nosotros. Y aunque cada vez las empresas tienen una mayor consciencia sobre la importancia de cuidar del bienestar del trabajador, todavía queda un largo camino por recorrer en el que pequeñas acciones o dinámicas pueden suponer un gran beneficio para el asalariado.

Mientras eso se hace más real en la práctica laboral, tenemos que prevenirnos y sopesar que una alta carga mental, debido a un ritmo de trabajo alto, con importantes niveles de presión sobre el tiempo de trabajo, es un escenario que, aunque solemos normalizar, es de por sí estresante. Pero es que, no guardar un proceso de recuperación tras un periodo de estrés continuo, así como la propia naturaleza acumulativa del mismo, puede conducirnos a otro tipo de escenario más crudo, en el que enfermamos. Y suele ser en esta situación más extrema, y no antes, en la que empezamos a darnos cuenta de la importancia e impacto del estrés.

Cuando el estrés se convierte en crónico

Selye definió el estrés como una respuesta ante la percepción de una amenaza caracterizada por una fase de alarma, –donde el organismo se prepara para dar una respuesta–, una fase de resistencia, –donde aparecen los cambios específicos que permitirán enfrentarnos a la situación-, y una fase de agotamiento, –donde se produce un desgaste progresivo de la energía utilizada para hacer frente a la amenaza-. Cuando dicha percepción de amenaza se encuentra relacionada con la organización y la gestión del trabajo hablamos entonces de estrés laboral.

Una cosa es referirnos al proceso de estrés natural, positivo, eustres, o puntual, para poder afrontar situaciones que exigen atención, concentración y acción precisa, y otra muy distinta es que dichas situaciones sobrepasen el umbral de nuestros recursos (personales y/o, laborales o sociales) para hacerles frente, y lo hagan de manera continua en el tiempo. Es entonces cuando caemos bajo los efectos del estrés crónico, un término que Lazarus y Folkman definieron como “una relación particular que se establece entre el sujeto y el entorno que es evaluado por éste como amenazante y desbordante”.

Es importante no perder de vista que las implicaciones del estrés crónico se extienden y establecen en el tiempo a nivel físico, mental y emocional. En su caso, la salud física se ve afectada por el esfuerzo extraordinario del organismo para responder a las demandas y el sistema inmune es uno de los primeros en ser perturbado, generando que las personas contraigan enfermedades que de haber estado sus defensas fuertes probablemente no las hubieran padecido; a nivel mental experimentamos sobresaturación de información, nuestro sueño se altera y nos cuesta más descansar, se nos hace difícil concentrarnos y mantener la atención, lo que implica complicaciones a la hora de tomar decisiones; y en la dimensión emocional nos encontramos desgastados, muchas veces faltos de reconocimiento, irritables, frustrados, más inseguros, con humor depresivo… todo ello desencadena que el estrés crónico también tenga implicaciones a nivel social, ya que resulta evidente cómo las relaciones humanas se ven afectadas por estos estados internos de agotamiento.

¿Qué profesiones son las que más estrés tienen?

En algunos artículos periodísticos aparecen profesiones como bombero, militar, piloto de avión, o policía, por el gran riesgo físico que implican, y otras como organizador de eventos, relaciones públicas, altos directivos, presentador, periodista o taxista. Sin embargo, buscando acerca del estrés laboral en artículos académicos, el sector servicios sigue siendo el más estudiado, y concretamente los profesionales que más han sido revisados han sido del ámbito de la enseñanza, sanitarios y trabajadores de hospitales, policías, hostelería, así como del sector de industria; unos por empeñar su trabajo dedicado a otras personas, con la complejidad que puede conllevar, y con una sobrecarga de trabajo constante e inagotable, y otros por falta de promoción laboral y seguridad, siendo a su vez empleos monótonos y poco reconocidos.

Sea como fuere, en otras investigaciones menos delimitadas a la profesión en sí estudiada, parece evidenciarse que no es tanto el tipo de actividad económica, sino el modo de organización del trabajo, las condiciones de empleo y el “estilo de gestión” los que más inciden en el nivel de estrés experimentado por los trabajadores.

  • Parecen existir diferencias significativas por género: las mujeres presentan mayor nivel de estrés que los hombres. La literatura ofrece varias explicaciones a este hallazgo: las mujeres todavía juegan un papel predominante en la provisión del cuidado a la familia; se enfrentan a menor nivel de control en sus trabajos al ocupar normalmente puestos con menor antigüedad; existen más mujeres en ocupaciones asociadas con altos niveles de estrés como profesorado o enfermería; el prejuicio y la discriminación sufrida por muchas mujeres en el trabajo a día de hoy aún es tristemente una realidad, o la proporción de mujeres que trabajan en formas precarias de empleo (como por ejemplo empleadas de hogar) es más elevada que en los hombres.
  • La edad también puede ser un factor. En los primeros años, hasta que vamos aprendiendo e incorporando habilidades para sentir que desempeñamos satisfactoriamente nuestro trabajo, es un tiempo en el que el estrés está frecuentemente presente debido a sentimientos de inseguridad. A su vez, los asalariados con edades comprendidas entre los 56 y 60 años declaran un mayor nivel de estrés que los considerados como referencia (36-45 años), lo que podría venir explicado por el incremento en la tensión en un período próximo a la jubilación, en el que los resultados alcanzados en el trabajo condicionan en gran medida el futuro en tal período de inactividad.
  • Se observa que a mayor nivel educativo el estrés laboral es significativamente creciente. Lo que implicaría que el estrés podría estar positivamente relacionado con las responsabilidades laborales.
  • El valor que le otorgue la persona al trabajo que desempeña también resulta relevante para explicar el nivel de estrés.

En relación ahora con las características del empleo:

  • Las condiciones físicas y ergonómicas del puesto como la contaminación acústica o una ventilación e iluminación inadecuadas son factores que poco a poco minan sensaciones de bienestar.
  • A mayor salario, más propenso es experimentar estrés. Lo que pondría de manifiesto, de nuevo, la relación positiva entre estrés y responsabilidades laborales. Además, se llega a estimar que si dos asalariados reciben la misma remuneración, aquel que la perciba, todo o en parte, en forma de comisiones, pago por piezas o por obra, etc., experimentará un plus de estrés, como consecuencia de la incertidumbre asociada con la variabilidad del salario.
  • La manera en que se organiza el tiempo de trabajo también resulta relevante. Se ha observado que si el número de horas trabajadas superan la duración estándar de 40 horas semanales, la probabilidad de sufrir estrés aumenta. También el trabajo en horario nocturno, el organizado por turnos, desarrollar las tareas en la propia casa y tener que comer habitualmente fuera de ella por motivos laborales son situaciones asociadas con un mayor nivel de estrés.
  • En relación con el tipo de contrato: en comparación con los trabajadores eventuales, los funcionarios experimentan una mayor tensión en el trabajo, lo que podría explicarse probablemente por la escasez de reconocimiento laboral, la propia burocratización, la estructura jerárquica, la mala planificación laboral, la falta de recursos o la sobrecarga de trabajo.
  • El impacto de la dureza del trabajo es obviamente otro factor importante: las personas que desempeñan tareas que requieren grandes esfuerzos físicos o que se realizan en condiciones peligrosas declaran un mayor nivel de estrés, mientras que lo contrario ocurre cuando desempeñan su cometido en un entorno físico agradable.
  • Lo que caracterice nuestras funciones también puede ser un motivo estresor. La asunción de responsabilidades de supervisión y dirección dentro de la empresa puede resultar desbordante si la persona no considera poseer habilidades o conocimientos para tomar ese tipo de decisiones. Y en el polo opuesto, también nos topamos con mayores niveles de estrés si consideramos que nuestra jornada se ha convertido en algo aburrido y monótono (carente de contenido). También el trabajo en grupo promueve el estrés, probablemente como consecuencia de la tensión que conlleva la coordinación de las tareas entre sus miembros.
  • Y por último, pero no menos importante, destaca que el grado de equilibrio (o desequilibrio) entre la vida familiar y la laboral conseguido por el trabajador es un aspecto relevante en la explicación del estrés. Y es que no poder dedicar a la familia el tiempo que se desearía es una situación que favorece la tensión mental.

Fuentes:

Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo .

https://osha.europa.eu/es/highlights/new-eu-survey-reveals-workplace-stress-rise-europe-covid-19

https://osha.europa.eu/es/facts-and-figures/osh-pulse-occupational-safety-and-health-post-pandemic-workplaces

Instituto Nacional de Estadística.

Análisis económico de los determinantes del estrés laboral en España. Carlos Gamero Burón

https://www.ine.es/prensa/epa_2020_m.pdf

https://www.adeccoinstitute.es/articulos/como-abordar-el-estres-laboral-en-beneficio-de-todos/

Los procesos de estrés laboral y desgaste profesional (burnout): diferenciación, actualización y líneas de intervención. https://scielo.isciii.es/pdf/mesetra/v57s1/actualizacion4.pdf

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