¿Has tenido oportunidad de ver la miniserie “Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer”? Las series de asesinos cada vez son más populares en la televisión y las diferentes plataformas.  Esta historia no tardó en convertirse en uno de los grandes fenómenos de Netflix. ¿Sabes por qué nos enganchan tanto este tipo de series? ¿Qué nos atrapó en Dahmer?

Jeffrey Lionel Dahmer es sin duda uno de los asesinos en serie más famosos de la historia, conocido como “el carnicero de Milwaukee”. El primer hijo de Lionel Dahmer y Joyce Flint, nació en Milwaukee el 21 de Mayo de 1960. Sus padres le describían como un niño feliz y lleno de energía. Jeff Dahmer se convirtió en un niño inteligente y cariñoso, entusiasta y extrovertido. Era muy curioso, le gustaba tocar las cosas y conocer su textura. Parecía estar en sintonía con lo que le rodeaba, quería saber lo que sucedía. Además, desarrolló una gran fascinación por los animales, una vez muertos coleccionaba sus huesos. Dahmer comenzó a ser cada vez más introvertido, era considerado por sus compañeros como alguien “raro” y extravagante. La poca adaptación social sumado a los problemas familiares le llevaron a hacer uso y desarrollar problemas con el alcohol y la marihuana. 

Entre junio de 1978 y julio de 1991, Jeffrey Lionel Dahmer abusó, asesinó, descuartizó y en ocasiones hasta comió algunos de los restos de 17 personas en Milwaukee en EE.UU. La develación de estos actos de canibalismo conmocionó a gran parte de la sociedad americana en la década de los noventa. 

La serie, “Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer”, narra la biografía de Dahmer y las posibles causas que le condicionaron para convertirse en uno de los asesinos más sanguinarios de la historia. Lo cierto es que esta producción engancha, atrapa, aunque es incómoda y dura de ver. Pero ¿por qué? quizás es porque necesitamos respuestas, entender, si es que eso es posible, lo que pasa por la mente de alguien como él.

Sin embargo, también es interesante preguntarnos qué le ocurre a nuestras mentes cuando nos sentimos fascinados por la historia de alguien que ha cometido crímenes tan horribles. La realidad es que no podemos evitar que la mente se sienta atraída por cualquier acción violenta, dado que estamos diseñados para sobrevivir. Ante una amenaza, la mente activa el mecanismo de ‘lucha-huida’, afronta el miedo o se aleja de él, pero necesita resolver la situación, para protegerse o proteger a los suyos”, por lo que este tipo de productos sirven como un aprendizaje en este sentido.

Otro de los motivos interesantes que se lanza es porque este tipo de series impactan de lleno en nuestros valores, es decir, este tipo de proyecciones nos sirven para reafirmar nuestros puntos de vista morales sobre lo que está bien y lo que está mal y de esta forma revisamos nuestra escala de valores respecto a nuestra relación con los demás.
 
Existen otros motivos por los que este género puede llegar a suponer un auténtico “enganche” para muchas personas. Uno de los más destacados se basa en que este tipo de programas producen curiosidad y este género, según explica el psicólogo Todd B. Kashdan (2017), de la Universidad George Mason, conecta con las cinco categorías de la curiosidad

  • lo que se denomina exploración alegre para convertirnos en un futuro estudiante de criminología;
  • la sensibilidad a la carencia, alguien que necesita sentir que tiene control para no convertirse en víctima;
  • la tolerancia al estrés con las ganas de resolver el misterio; l
  • a curiosidad social que se ve reflejada en el interés por saber hasta dónde llega la mente humana
  • la búsqueda de emociones, en este caso, de nuevas experiencias emocionales no exploradas hasta ahora.

Así, Molina concluye, al hilo de ésto, que, “nos motiva a nivel psicológico, sube nuestra adrenalina y activa nuestro instinto de supervivencia. Podría decirse que nos hace sentirnos más vivos que nunca“.

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