¿No os ha pasado que en ocasiones después de vivir una determinada experiencia o situación no sabéis muy bien como os sentís, sin conseguir identificar vuestra propia emoción? A veces también confundimos emociones que a nivel fisiológico y cognitivo son muy parecidas, como, por ejemplo: la frustración y el enfado, la envidia y los celos, o el remordimiento y la culpa. Y en otras ocasiones nos dejamos llevar tanto por una emoción haciendo que nuestras acciones se vean colapsadas en numerosas ocasiones, es decir; por ejemplo, cuando estamos “ciegos de rabia” no vemos más allá de nuestra nariz, entramos en barrena, lo cual hace que seamos incapaces de pensar con claridad dando lugar a una conducta que quizás no sea la deseada. Las personas con inteligencia emocional son capaces de resolver todas estas cuestiones para entender que es la inteligencia emocional
¿Que es la inteligencia emocional (IE)?
Es la capacidad de controlar, percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y la de los demás promoviendo un crecimiento emocional e intelectual, para poder discriminar, utilizar esta información y guiar nuestros pensamientos y acciones. La Inteligencia emocional se distingue de otras formas de inteligencia porque está implicada específicamente con el manejo de las emociones y contenido emocional.
Con ello somos capaces de identificar bien el origen y la naturaleza de las emociones para poder controlarlas de manera reflexiva, estableciendo relaciones adecuadas entre los pensamientos, las emociones y el comportamiento, como una forma de orientar la vida personal ya que gran parte de nuestras decisiones son influenciadas en mayor o menor grado por las emociones.
Elementos de la IE
Autoconciencia emocional: Ser capaces de identificar y diferenciar las propias emociones y como nos influyen. Conocimiento de uno mismo, es decir, reconocer la emoción en el mismo momento en que aparece, identificándola de forma precisa tanto en aspectos cognitivos (pensamientos) como las referidas a las reacciones físicas y ver la manera en que esa emoción afecta a nuestro comportamiento.
Regulación y autocontrol de las emociones: Habilidad para estar abiertos tanto a las emociones positivas como a las negativas. Es la capacidad de prevenir, reducir, mejorar o modificar una respuesta emocional propia y de otros, así como la capacidad de experimentar una serie de emociones, mientras se toma la decisión sobre la conveniencia o utilidad de una emoción en una situación dada. Toma de conciencia de uno mismo siendo esta una habilidad básica que nos permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento. Por ejemplo, poder de tranquilizarse a uno mismo, desembarazarse de la ansiedad, de la tristeza, de la irritabilidad exagerada y de las consecuencias que acarrea. El autocontrol nos permite no dejarnos llevar por nuestras propias emociones y como nos afectan.
Automotivación: Es el control de la vida emocional y su subordinación a un objetivo resulta esencial para espolear y mantener la atención, la motivación y la creatividad. Dirigir las emociones hacia un objetivo nos permite mantener la motivación y fijar nuestra atención en las metas en lugar de en los obstáculos. En esto es necesaria cierta dosis de optimismo e iniciativa, de forma que seamos emprendedores y actuemos de forma positiva ante los contratiempos.
Reconocimiento de las emociones ajenas (empatía): Es la capacidad para identificar y comprender las emociones de los otros, siendo capaces de ponernos en su lugar, con ello implica algo más que ser capaz de reconocer los estados emocionales de los demás, también es dar una respuesta a las personas basándonos en esta información. Esto nos permite establecer vínculos afectivos más sólidos y duraderos con las personas que vamos conociendo a lo largo de nuestra vida. Este paso solo es posible si previamente has sabido detectar y controlar tus propias emociones.
Habilidades sociales (relaciones interpersonales): Donde el arte de las relaciones se basa, en buena medida, en la habilidad para relacionarnos adecuadamente con las emociones ajenas. Ser capaz de poner esta información a favor de las interacciones y comunicaciones diarias con los demás, ya sean amigos, familiares, compañeros de trabajo o estudio, conocidos, etc… Nos ayuda a pensar en las causas que han desencadenado que otros se comporten de un modo que nos hace sentirnos de un modo determinado, en vez de empezar pensando en cómo nos sentimos y a partir de ahí decidir cómo reaccionaremos ante lo que otros digan o hagan. Algunas de las habilidades sociales más importantes incluyen la escucha activa, habilidades de comunicación verbal, habilidades de comunicación no verbal, liderazgo y capacidad de persuasión.
Gracias a un entrenamiento adecuado podremos modificar nuestro estado de ánimo e incluso el de los que nos rodean y mejorar de esta manera nuestras relaciones sociales. Si yo controlo mis emociones podré enfrentarme eficazmente a los obstáculos que se me presenten, conseguiré automotivarme y motivar a los demás, seré más persistente y tenaz en el logro de mis objetivos, aumentaré mi tolerancia a la frustración cuando las cosas no salgan bien y evitaré que emociones como la ansiedad, la tristeza y la ira me bloqueen o incapaciten.
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