No tiene mucha personalidad” o “tiene una personalidad muy fuerte” son maneras que tenemos para intentar hacernos entender a la hora de hablar de rasgos que observamos en otras personas, pero la realidad es que estas maneras coloquiales no son del todo acertadas cuando hablamos de personalidad. Ten en cuenta que todas y todos desarrollamos nuestras particulares tendencias de personalidad, unos más pasivas, otros más agresivas, otros más desconfiadas, otros más conformistas… Como ya hemos hablado en otras ocasiones, se entiende por personalidad el conjunto de características físicas, genéticas y sociales que nos hacen diferentes y únicos respecto al resto. Así que para conocer un poquito más acerca de este complejo concepto, hoy nos asomamos a uno de esos conjuntos de características: la personalidad narcisista.

Los primeros observadores del narcisismo

La personalidad narcisista fue oficialmente reconocida en el DSM III de 1980 (ya sabéis, uno de los libros de cabecera de la salud mental en donde se registran todos los trastornos psicológicos consensuados hasta el momento de su edición), pero sus orígenes se remontan unos cien años atrás.

Havelock Ellis (1898-1933) fue el primero en otorgar significado psicológico al término narcisismo al conceptualizarlo como autoerotismo. En aquella época, para este autor, narcisista era aquel que encontraba gratificación sexual sin estimulación o evocación de una tercera persona.

Un coetáneo de Ellis, Paul Nacke (1899), utilizó el término de forma similar al aplicarlo a la perversión consistente en estar absorto en la visión y disfrute del propio cuerpo de la forma usualmente reservada para el sexo opuesto. Incluso una década después se extendió el concepto a otras supuestas perversiones, especialmente a la homosexualidad.

Por suerte, los tiempos cambian, y la cultura y sociedad también. Por lo que, a día de hoy, la tendencia hacia la personalidad narcisista nada tiene que ver con la masturbación o la homosexualidad.

Personalidad o trastorno de la personalidad

El psicólogo estadounidense Theodore Millon, considerado uno de los mayores referentes del estudio de la personalidad y pionero en cuanto a su investigación, ya describía en 1994 que todas las personas forjamos nuestros patrones de personalidad y que el resultado de esa construcción dependerá de la interacción que sostengan tres dimensiones: qué refuerzos busquemos (perseguir obtención de placer o por el contrario perseguir evitar el dolor), dónde procuremos encontrarlos (en nosotros mismos o en los otros) y cómo actuemos para poder optar por ellos (de manera activa o pasiva).

Millon también describió que las personas podemos oscilar en el continuo personalidad normal y personalidad patológica ¿Cómo podemos llegar a desarrollar un estilo de personalidad más tendente a lo patológico? Pues este autor nos comenta que las personas con una personalidad no patológica muestran flexibilidad adaptativa en respuesta a su ambiente, mientras que las personas cuyas tendencias de personalidad pueden resultarles problemáticas, exhiben conductas rígidas y desadaptativas. Otros dos puntos clave que diferencia cuándo nuestra personalidad nos está siendo más desadaptativa que otra cosa, se observa en la tendencia a crear círculos viciosos que perpetúan las dificultades y la escasa estabilidad que nos proporciona en condiciones de estrés.

Personalidad narcisista

Millon refiere a las personas con tendencias de personalidad narcisista como sujetos que conciben la debilidad y la dependencia como amenazas. Son personas que se sienten muy preocupadas por cuestiones como ser tener que ser adecuados, a través del poder y del prestigio, por lo que su búsqueda de refuerzos en el día a día consistirá en estar seguros de ostentar cierto poder y superioridad para afianzarse en la idea de estar alejándose de la debilidad.

Ser dependientes en un momento determinado es algo que no contemplan por lo que, sus ansias de mostrarse independientes, adoptará un carácter activo y hostil a la hora de relacionarse.

Temen la pérdida de autodeterminación, así que procuran hacer ostentaciones de sus logros y luchan por destacar y ser más influyentes, más fuertes, más atractivos, más ricos o más importantes que otros.

El sentimiento de gratificación lo buscan más en sí mismos que en lo que los otros les digan o les puedan proporcionar. Por lo que confían mucho más en su propio criterio para obtener seguridad y autoestima, la cual, por cierto, se construirá en base a una presunción ciega y superficial de valía y superioridad personales.

La denominación “narcisista” conlleva más connotaciones que el mero hecho de funcionar desde el egocentrismo (característica común a todas las personas dirigidas principalmente por sus necesidades y ansiedades). Narcisismo significa que son personas que sobrevaloran su valía personal, dirigen sus afectos a sí mismos más que hacia los demás y esperan no sólo que los otros los reconozcan, sino que también atiendan a la alta estima en la que se apoya la propia persona narcisista.

Esta confianza y seguridad en sí mismos les suele conducir al éxito y provoca admiración en esta sociedad, digamos que los consideramos líderes o luces que captan nuestra atención y nos guían. Sin embargo, si la ilusión de ser genuino no se basa en hechos, o la arrogancia que muestra la persona es tan exagerada que molesta o provoca la antipatía ajena, su condición de estilo de vida socialmente se pone en entredicho.

Y es que cuando se relaciona con los demás, suelen exhibir indiferencia hacia las normas de comportamiento social, ya que se sienten por encima de las convenciones de su grupo cultural y exentos de las responsabilidades que gobiernan, y ponen orden y reciprocidad a la vida en sociedad.

Viven con la creencia de que han de recibir por derecho propio consideraciones especiales y asumen que los demás renunciarán a sus deseos en favor de su bienestar personal. Creen firmemente que el mero deseo por cualquier cosa justifica por sí mismo su posesión, así que presumen de que merecen ser servidos y de que sus deseos deben preceder a los de los otros, sin ningún esfuerzo por su parte para merecerlo.

Subtipos de personalidad narcisista

A lo largo de su investigación con este perfil de personalidad, Millon también describirá distintas combinaciones de personalidad que incorporan características narcisistas distintas y que, sorprendentemente a priori, pueden parecer muy diferentes pero que en realidad comparten las mismas raíces:

  • El narcisista sin principios. Personas que suelen tener éxito y mantienen sus actividades dentro de los límites de la ley, pero que muestran un arrogante sentido de la propia valía y una indiferencia hacia el bienestar de los demás y unas maneras sociales fraudulentas e intimidatorias. Son conscientes de que explotan a los demás y esperan reconocimientos sin asumir responsabilidades recíprocas. Un enfoque de las relaciones con los demás carentes de escrúpulos, amoral y engañoso, por lo que está dispuesto a arriesgarse voluntariamente a sufrir algún perjuicio y no teme las acciones punitivas que le puedan sobrevenir. Centrado en sí mismo e indiferente a las reacciones y actitudes de los otros, vive a costa de los vulnerables y disfruta con su consternación y su ira, por lo que su personalidad tendría también ciertas características antisociales.
  • El narcisista amoroso. Con su actitud erótica y seductora, la construcción del sentido de su propia valía la busca mediante una especie de juego de tentación sexual. Frente a responsabilidad para con los demás, la persona adopta una actitud de inocencia que pretende servir de seducción social. Existe una necesidad de demostrar repetidamente su pericia a la hora de encantar y conquistar, sin embargo, suelen escapar de establecer una intimidad genuina con el otro, ya que temen no estar a la altura de las circunstancias; porque, aunque parecen desear el efecto de una relación cálida e íntima, suelen sentirse inquietos e insatisfechos cuando la encuentran. Así que su status nascisista y la gratificación que encuentran de haber ganado la conquista frente a otros, no permanece en el tiempo, por temor a que la relación pueda tornarse a mayor intimidad, abandonando esa conquista sexual-sensual para centrarse en la siguiente. Y si son criticados por las personas de su entorno, desechan rápidamente la validez de sus palabras interpretándolas como un producto de la celosa inferioridad de aquel. Por todo ello, este subtipo tiene características de personalidades histriónicas.
  • El narcisista compensador. Este subtipo se desvía del prototipo y de otros subtipos: tras una apariencia seudo confiada se esconde sensaciones de inseguridad y debilidad. Movidos por fuerzas similares a las de personalidades evitativas, son personas que intentan disimular o compensar sentimientos de vacío. Pueden haber vivido experiencias privativas en la infancia, por lo que se esforzará por crearse una ilusión de superioridad e imagen propia de gran valía a través de la acumulación de posesiones más que intentar usurpar el poder de los otros. Estas personas necesitan que los demás secunden su esfuerzo por conseguir prestigio, por lo que “se emborrachan” contando sus éxitos y los registran para que los demás los conozcan. Son extremadamente sensibles a las reacciones de las otras personas, vigilan y escuchan en busca de cualquier juicio crítico y se sienten ofendidos por cualquier signo de desaprobación, por lo que también computan con ciertas tendencias paranoides. Son propensos a experimentar sentimientos de vergüenza y humillación, porque “saben” que son un fraude, y se sienten muy ansiosos y vulnerables frente a los juicios de los demás.
  • Narcisista elitista. Al igual que el narcisista compensador, el elitista está más comprometido con su autoimagen hinchada que con su verdadero Sí mismo, es decir, que crea una fachada falsa que no se parece en nada a la persona que alberga. Al contrario que el anterior, está profundamente convencido de su autoimagen de superioridad, aunque se base en pocos logros reales. Muchos de ellos promoverán comparaciones con los demás, convirtiendo las relaciones personales en competiciones públicas. No tienen rival por la pugna de ser “número uno”, pero los pasos a seguir para conseguir este objetivo no está determinado por logros, sino por el grado en el que pueden convencer a los otros de su propia realidad, por lo que funcionan como trepadores sociales que intentan cultivar su imagen y prestigio social en virtud de las personas a las que se arriman. Y a pesar a que se expongan a que los demás les expresen discrepancias entre lo que son y cómo se presentan, están absolutamente convencidos de sí mismos y se muestras desairados, indiferentes, pudiendo aumentar sus esfuerzos por exhibir sus hazañas, en ocasiones de forma caótica. Son intrusivos socialmente, esto sumado a lo anterior, puede que les conduzca a desear defenderse de los demás, apartándose de ellos, mostrándose irritables, aislándose convencidos de que no necesitan a nadie.

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