¿Dormir te está suponiendo un verdadero dolor de cabeza? ¿Tu sueño se ha visto afectado en el confinamiento? ¿Pasas más horas que nunca sin energía y durmiéndote por las esquinas o por el contrario llevas semanas sin descansar correctamente?
Hoy hablamos del sueño durante el confinamiento.
“Las noches se han convertido en la peor parte del día. Me cuesta muchísimo conciliar el sueño y cuando lo consigo, es intermitente. Me despierto varias veces durante la noche. A eso he de sumarle que tengo más pesadillas que nunca…“
“Me paso el día cansada y con ganas de dormir. Paso más tiempo que nunca durmiendo, tengo el horario descuadrado, me duermo unas siestas tan largas que por la noche me cuesta mucho conciliar el sueño“.
Son muchas las personas que manifiestan un empeoramiento en sus hábitos de sueño, desde que como si de una película se tratase, nos encontramos viviendo una pandemia mundial. Muchas personas tienen mucha peor calidad de sueño, algunos manifiestan pesadillas recurrentes y otros en cambio no paran de dormir. Hoy te contamos por qué.
¿Por qué el confinamiento afecta a nuestro sueño?
En primer lugar, hemos de entender que nuestra rutina se ha roto por completo y aunque ahora hayamos instaurado una nueva, nuestro cuerpo necesita también sus periodos de adaptación.
La duración de los periodos de actividad y descanso (sueño-vigilia) de nuestro organismo están sincronizados con la duración de los ciclos ambientales. Así que, actuando como un reloj bioquímico, se acopla principalmente a los cambios de estímulos como la luz del día y otras influencias medioambientales.
En la situación que nos encontramos la desconexión con el medio ambiente, parece jugarnos más malas pasadas de las que pensábamos. A esto, hemos de sumarle nuestra ausencia de las rutinas habituales que podríamos llevar ejecutando años, de manera más o menos lineal. Por poco que algunas personas se moviesen antes, probablemente ya era más de lo que lo hacemos ahora. ¿Un cuerpo sin actividad sufre empeoramiento en el sueño?
¡No puedo dormir!
Existen dos tipos de insomnio: el insomnio de conciliación, que se manifiesta por la problemática de iniciar el sueño y el de mantenimiento, que produce despertares nocturnos, produciendo que el descanso no sea satisfactorio en las personas.
La ausencia de actividad física y la disminución en la mayoría de la población de actividad general, puede provocar, por ende, una dificultad para sentirnos cansados cuando el día finaliza. Los posibles cambios de horario producidos por la ausencia de actividades, provoca también desajustes que nos impiden conciliar el sueño con la normalidad que quizá antes lo hacíamos.
Por otro lado, muchas personas manifiestan una disminución en la calidad de su sueño, con interrupciones continuas y con incluso la sensación de acusar estrés mientras duermen.
La ansiedad y el sueño
Inevitablemente, esta situación nos ha cambiado a todos y es curioso percibir como hay personas que manifiestan no padecer estrés ante esta nueva situación, sin embargo, su sueño o por ejemplo su piel, manifiesta lo contrario.
Cuando sufrimos más ansiedad o estrés (entendámoslo como parte de esta vivencia inaudita que nos está tocando vivir) nos encontramos ante una mayor activación tanto fisiológica como cognitiva.
El sistema neuroendocrino se activa cuando percibimos un fenómeno que consideramos estresante y con ello se acelera la activación de las glándulas adrenales, liberándose entonces diferentes hormonas necesarias para hacer frente al estímulo ansioso. ¿Te suena el cortisol? Es una de las hormonas más significativas que se liberan cuando tenemos ansiedad, de hecho, es apodada como “la hormona del estrés”. El cortisol inhibe y suprime el sueño, así como de la prolactina o la serotonina están muy relacionadas con la regulación de los ciclos del sueño, estados de ánimo, percepción subjetiva del dolor…
¿Y por qué las pesadillas?
Lo más honesto que podemos aportar, es que existe mucho (por no decir todo) desconocimiento sobre nuestra manera de soñar. ¿Son acaso nuestros sueños revelaciones de nuestro subconsciente? Pues, aunque en numerosas ocasiones se haya afirmado que sí, la realidad es que saberlo, no lo sabemos.
Sí que hemos observado, en el ejercicio de nuestra profesión, como es común que los pacientes manifiesten sueños extraños, o ansiosos, por ejemplo, cuando están pasando por determinados momentos de su vida.
Hemos de contemplar la extrañeza del momento que vivimos. Personas vestidas con trajes que bien podrían haber salido de los Cazafantasmas, una televisión que no ha parado de mostrarnos muertes, morgues y sufrimiento de muchos seres humanos, hospitales a reventar… “Si nos hubiesen dicho esto hace un año, no nos los creemos” repetimos sin parar. Y cierto, supongo que será. Y posiblemente aún estemos asimilando todo lo que nos ha tocado vivir. Todos en mayor o menor medida estamos resentidos, psicológicamente hablando, por todo lo que nos ha tocado vivir. Al igual que es común que personas que vivan acontecimientos traumáticos (abusos sexuales, atentados, robos con fuerza…) manifiesten sueños perturbadores o incluso revivan a través de los sueños acontecimientos similares a los vividos, no podemos dejar de contemplar este acontecimiento cómo al menos impactante y estresante para el conjunto de los ciudadanos.
Y tu… ¿Eres de lo que no paras de dormir?
¡Cuidado! Que esto también está ocurriendo y no con ausencia de malestar, porque dormir en exceso también nos repercute, nos entristece y nos deja con la sensación de estar vacíos de energía.
La presencia excesiva de horas de sueño, se observa, mayoritariamente, en personas que han perdido prácticamente su rutina habitual y que se ven entreteniéndose con actividades pasivas que propician que no paremos de echarnos cabezadas de manera continua (con su efecto a posteriori de no poder dormir por las noches). Si algo hemos experimentado todos en algún momento de nuestra vida, es que la ausencia de actividad nos puede hacer caer en un estado en el que cada vez, paradójicamente, cada vez estamos más cansados.
Por otro lado, las personas que más experimentan ansiedad o estados de ánimo más depresivos durante estos días, también pueden recurrir al sueño cómo alivio de una realidad poco apetecible.
La ansiedad aumenta notablemente nuestra capacidad de alerta, por lo que no es de extrañar que, si nuestro cuerpo se encuentra en un estado de sobreactivación continua, esté mucho más cansado de lo normal.
Muchos de mis pacientes me cuentan cómo encuentran en el sueño un refugio en su ansiedad, se sumergen en largas siestas, que les ayudan a relajarse y a descansar de una sensación de fatiga que parece no quitarse nunca.
Los tiempos que corren, pueden incitarnos a perder nuestros hábitos y acabar sintiéndonos desajustados casi por completo. Es importante que mantengamos una disciplina con nosotros mismos, sigamos manteniendo una higiene correcta del sueño, cuidando nuestra alimentación, haciendo ejercicio dentro de nuestras posibilidades y procuremos mantenernos activos. Cómo siempre les digo a mis pacientes… “Como nos encontremos mañana, depende de lo que empecemos a hacer hoy“. ¿Saben cuántos libros para mejorar la autoestima se venden al año en España? Parece que los datos hablan de que es algo que nos preocupa… Así que empieza por algo fundamental… ¡Cuídate!
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