El nervio vago es uno de los más importantes del sistema nervioso, interviene en una gran variedad de funciones motoras y sensoriales, algunas de ellas especialmente imprescindibles. Es uno de los nervios craneales, su recorrido por el sistema nervioso va del bulbo raquídeo hasta el tórax, de ahí la gran cantidad de funciones que tiene y su importancia en el correcto funcionamiento del organismo. Interviene en la sensibilidad de las mucosas respiratorias y transmite el ritmo, fuerza y frecuencia de la respiración. Pasa por la faringe, la laringe, el esófago, la tráquea y los bronquios, además de suministrarle fibras nerviosas al corazón, el estómago, el páncreas y el hígado. Además, recibe las señales de los órganos internos y las envía al cerebro para que este las procese.

Algunas de las funciones del nervio vago en nuestro organismo son:

• Regular los latidos del corazón, controlar los movimientos musculares y mantener el ritmo de la respiración.
• Mantener el funcionamiento del tracto digestivo, permitiendo la contracción de los músculos del estómago y los intestinos para digerir los alimentos.
• Facilitar la relajación después de una situación de estrés, pero también indica que estamos en peligro y no debemos bajar la guardia.
• Enviar información sensorial al cerebro sobre el estado de los órganos.

Nervio vago y ansiedad

La relación entre el nervio vago y ansiedad es que este transmite las señales de nerviosismo o calma, ira o relajación. Esta relación existe debido a dos sistemas “opuestos” que forman el sistema nervioso y que envían información constantemente al cerebro, funcionan como un acelerador y desacelerador. Estos son, el sistema nervio simpático que nos acelera y activa y, el sistema nervioso parasimpático que nos ayuda a relajarnos y reducir la velocidad.

Como elemento principal del sistema nervioso parasimpático, el nervio vago resulta esencial a la hora de incidir o mejorar todas aquellas funciones involuntarias del cuerpo humano: desde la respiración y los movimientos gastrointestinales, hasta el ritmo cardíaco.

La estimulación del nervio vago también tiene un efecto directo sobre la actividad cerebral irregular y nos permite lograr estados más relajados en todo el organismo, un fenómeno de gran utilidad tanto en el campo de la psicología como de la medicina. En cambio, cuando estamos sometidos a situaciones estresantes, y al activarse el sistema nervioso simpático, y si la tensión perdura y no somos capaces de desactivar la respuesta fisiológica que este desencadena, los problemas que pueden aparecer debido a la afectación del nervio vago serán síntomas como mareos, problemas gastrointestinales, arritmia, dificultades en el ritmo respiratorio y respuestas emocionales desproporcionadas.

El nervio vago y la meditación

Como hemos dicho la estimulación del nervio vago puede ayudarnos a alcanzar estados de mayor tranquilidad, calma y relajación. Por tanto, su optimización puede mejorar nuestra salud, fortaleciendo nuestras defensas frente al estrés. Existen diferentes técnicas de estimulación del nervio vago:

• Practicar respiración abdominal.
• Practicar mindfulness o meditación de atención focalizada principalmente en la respiración contribuye a la sensación de calma.
• Practicar yoga, qi gong o pilates, disciplinas que combinan el movimiento con la respiración consciente.
• El uso de agua fría sobre la cabeza y la nuca mientras se realizan respiraciones profundas para regular el ritmo de la respiración.
• Mantener relaciones sociales en entornos seguros y de confianza.
• Atender las necesidades fisiológicas del organismo: beber, comer de manera sana y equilibrada, cuidar alimentación, descansar, mantener una buena higiene postural.

Hablemos en concreto del mindfulness, la meditación o el yoga ¿por qué son positivos? aumentan el tono vagal y son efectivas para calmar nuestro estado anímico, reducir la angustia, el nerviosismo y también, para reducir las inflamaciones y mejorar la microbiota y el funcionamiento intestinal. Es decir, el uso de estas prácticas, aumenta el tono vagal, la actividad parasimpática, se activa el córtex prefrontal y se frena la actividad de la amígdala, disminuyendo así los síntomas de las personas con estrés o ansiedad. Además, reduce las reacciones histamínicas de nuestro organismo que ayudan a disminuir la inmunoreactividad.

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