Seguro que alguna vez os ha pasado que al sonar el despertador habéis pensado: “Hoy no tengo ganas de levantarme”, “No tengo fuerzas para afrontar el día”, “Estoy cansada, no me encuentro con ánimo de batallar con los demás”, “Me falta energía para levantarme de la cama” … Este tipo de pensamientos pueden darse cuando hemos entrado en un estado de agotamiento o fatiga emocional. ¿Cómo puedo aumentar mi energía en este caso?

¿Qué es el agotamiento o fatiga emocional?

El agotamiento emocional es un estado de extremo cansancio mental y emocional, que a menudo también se acompaña de la sensación de falta de fuerza física o falta de energía. Ese estado de desgaste extremo está provocado por un desbordamiento nuestros recursos emocionales y/o cognitivos. Para que nos entendamos, no damos más de nosotros, no nos da la vida para más. A menudo lo podemos experimentar como una especie de inercia física y mental, una sensación de pesadez y cansancio continuo que envuelve nuestro día a día.

¿Qué causa la fatiga emocional?

Muchas veces el sobrecargarse de actividades y cosas por hacer, hace que esta fatiga emocional se haga más evidente. El agotamiento emocional requiere de una acumulación de exigencias y estrés y, además, puede aflorar una vez que ya has solucionado tus problemas o una vez que ya «ha pasado la tormenta». Con esto, no hablo solo de excesos laborales, sino de cargar con la responsabilidad de asumir conflictos, responsabilidades o estímulos de tipo emocional o cognitivo.

El estrés y la fatiga pueden surgir cuando nuestras propias exigencias laborales, familiares, personales no nos dejan atender nuestras necesidades y deseos. También puede surgir ante momentos de cambios, o situaciones emocionales intensas, tales como: un cambio de casa, una ruptura con la pareja, nacimientos de hijos, volumen de trabajo intenso, etc.

El exceso de sobrecargas tanto a nivel físico (tareas) o a nivel mental (cognitivo, exceso de preocupaciones, rumiación excesiva…) puede desembocar en la saturación de nuestras emociones que termina por desbordarnos, bloquearnos y con la sensación de que nuestras energías se han agotado. Tanto es así, que a veces no sabemos ni lo que sentimos, no podemos ponerle nombre, simplemente “no podemos más”. Este batiburrillo de emociones, tiene que ver con la contención, hemos ido guardando en un bote las emociones y las sensaciones de toda la sobrecarga que hemos ido experimentando (física y mental. Lo que ocurre finalmente, es que ese bote se ha llenado del todo, ya no caben más emociones y en vez de estallar, todo lo que el bote contenía se desborda, como si de una catarata se tratase.

Síntomas del agotamiento emocional

  • Pérdida de energía experimentando un cansancio físico constante.

Nada nos reconforta, nada hace que nuestras pilas se recarguen. Desde que nos despertamos ya sentimos esa sensación de falta de energía.

  • Más nerviosos e hipersensibles

Nuestro estado de ánimo será más irritable, estaremos más nerviosos e hipersensibles, ya que tendremos la sensación de que perdemos el autocontrol. La tendencia a interpretar que lo que ocurre a nuestro alrededor sea una amenaza aumentará, lo cual nos llevará a estar continuamente a la defensiva.

  • Insomnio

Tendremos dificultades para conciliar el sueño ya que nuestra mente no descansará ni un minuto a pesar del agotamiento y estaremos tiempo dando vueltas en nuestra mente a los problemas o situaciones que nos preocupan.

  • Síntomas físicos

Podemos manifestar cefaleas, taquicardias, problemas gástricos y digestivos, pérdidas de apetito o lo contrario, un apetito voraz.

  • Anhedonia

Dificultad de sentir placer o disfrutar de las cosas como lo hacíamos antes. Todo se vuelve como gris, ya no somos capaces de distinguir los colores en el horizonte.

  • Baja motivación

Perdemos el entusiasmo por las cosas, por nuestros intereses y actividades. Además, la presencia de pensamientos negativos y desesperanzadores sumados a la falta de motivación nos pueden llevar a sufrir síntomas depresivos.

  • Fallos de memoria, dificultad para pensar con claridad y concentrarse

Aparecerán olvidos de manera habitual, nos costará concentrarnos en lo que deseamos y tenderemos a cometer más errores.

  • Dificultad para conectar con el aquí y ahora

Nos cuesta conectar con nuestra esencia, con nuestra paz interior perturbada por nuestros pensamientos y nuestro desbordamiento emocional que nos alejan del presente.

¿Cómo afrontamos el agotamiento emocional?

Regular y expresar nuestras emociones. Una de las mejores maneras de prevenir la fatiga emocional pasa por conocerse mejor, para poder gestionar de otra manera las emociones. Si en vez de sobrecargarnos, vamos dejando que las emociones salgan, esto hará que no nos sintamos tan fatigados emocionalmente. Es importante señalar, que no hay emociones buenas y malas, que todas son adaptativas, y que es necesario darles un espacio a todas esas emociones para poder sentirnos mejor con nosotros mismos. Descubrir qué mensaje nos está transmitiendo nuestras emociones, va a ser clave para poder gestionarlas de una manera más saludable, y así poder combatir esa fatiga emocional que nos invade. Un diario emocional nos puede servir como herramienta, ya que lo podemos utilizar como medio para expresarnos, plasmar en él como no sentimos hará que automáticamente la emoción baje en intensidad y podremos distanciarnos de nuestros pensamientos, para no estar todo el día fusionados a ellos.

Establece límites y prioriza. Quizás sea el momento de poner en práctica nuestra asertividad diciendo no al exceso de tareas, actividades. Prioricemos aquello que deseamos llevar a cabo por nosotros mismos, concentrémonos en una tarea específica, sin tener que trabajar en varias actividades a la vez. Si el cerebro se mantiene en diferentes actividades al mismo tiempo, pierde la concentración y la capacidad resolutiva. Por eso, es importante que establezcamos nuestra lista de prioridades teniéndonos en cuenta.

Mantén a raya a la exigencia, seamos flexibles y compasivos con nosotros mismos. No somos ni supermujeres ni superhombres, los “deberías hacer esto o aquello” o “no te deberías de sentir así” solo nos traerán más estrés, angustia y ansiedad, por tanto, nuestro mal estar y nuestro agotamiento se incrementará. Permítete fallar, no tenemos por qué poder con todo en el día. Modulemos nuestro discurso interno, que mantienes contigo brindándonos confianza y tranquilidad, en vez de recrimínanos y criticarnos duramente cuando “no hacemos lo que deberíamos”.

Autocuidate, tomate tu tiempo, dedícate un espacio para ti, para estar a solas contigo mismo. Busca esos momentos del día en los que simplemente respires con tranquilidad y conectes con tus necesidades, sueños y anhelos. Pregúntate ¿Qué necesitas?, ¿Qué quieres en ese momento? Y concédetelo.

Aprender a desconectar de aquello que nos preocupa y nos tensa a través de la relajación. Aprender a respirar, meditar durante el día o antes de irte a dormir. La meditación, o el mindfulness nos ayudan a estar el presente y reduce mucho los niveles de estrés y fatiga mental y emocional.

Recuerda que, si te ves sobrepasado/a por los síntomas y el malestar que acarrean, no dudes en ponerte en manos de un profesional de la salud mental, desde aquí decirte que podemos proporcionarte herramientas y técnicas para solventar la situación.

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