“Ferdinand Cheval tropezó con su destino un día de abril del año 1879. Repartía el correo en su ronda diaria por Châteauneuf-de-Galaure, un pueblecito del sud de Francia, cuando una piedra en la acera le hizo saltar y desplazarse unos metros. Con el golpe la piedra salió volando revelando una forma que capturó a Ferdinand Cheval. El joven cartero la envolvió en un pañuelo y se la llevó al bolsillo. Cualquier otra persona la habría olvidado en un cajón, pero Cheval había iniciado la gesta más importante de su vida. La piedra se transformó en dos, en tres, en cientos.

Cheval recorría a diario 33 kilómetros para repartir el correo, pero pronto empezaron a escasear las piedras en su ruta, tuvo que perderse en callejones recónditos, dar rodeos.

 

Llegó un momento en el que «no era capaz de encontrar descanso», pasaba las noches en vela buscando rocas con nuevas formas y tamaños para ampliar la colección. Sus trofeos empezaron a tomar forma, pasaron de ensoñaciones a esculturas de animales, cascadas, una planta, una escalera, dos plantas.

Tardó dos décadas en construir la primera fachada de lo que bautizó como su «Palacio Ideal», en los 13 siguientes finalizó el proyecto completo que cuenta con un templo hindú, una mezquita, un castillo medieval y una sepultura en la que el propio Cheval pretendía que lo enterraran“. (Eva Pastrana, ABC)

 

Hay quien se tropieza con una piedra y la maldice y hay quien hace un palacio con ella.

Al principio la mayoría de las personas ven lo ocurrido como un castigo, se preguntan… ¿Por qué? ¿Por qué a mi?

Y no es del todo cierto no quieren saber porqué, lo único que están diciendo es que no les debería estar pasando lo que les pasa. Pero… si nos pasa algo que no debería pasarnos ¿Cómo puedo dar una solución a este problema?

Muchas veces no elegimos lo que nos ocurre, y sin embargo puedo decidir como reaccionar a ello. Intentamos pasar de puntillas por el problema enterrando la cabeza, como dice el falso mito del avestruz. La paradoja reside en que para cambiar hay que aceptar lo que nos pasa. No somos culpables, aunque si responsables.

Y ya que esta pasando, puedo aprovechar para aprender. Puedo usar este trampolín para tratar de saltar lo mas alto que pueda.

Siempre digo que hay quien viene esperando curarse para empezar a vivir. Pero curarse está lejos y aun no lo he experimentado. Sucede que el camino es el inverso, porque uno se cura cuando empieza a vivir.

La vida no te ofrece lo que esperas pero no desesperes. Lo que buscas no es lo que te encuentras muy a menudo. Pero puedes pararte a contemplar la piedra y entender que no esta ahí para amargarte la existencia, puede destruirte la vida o ser un material de construcción.

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