Ansiedad en el embarazo. ¿Como se compatibiliza?.

La vivencia que supone convertirse en madre es una experiencia interior privada y profunda que llena de cambios la vida. A menudo se conocen las transformaciones fisiológicas que experimenta el cuerpo o lo que puede resultar más perjudicial o beneficioso para el bebé y la madre durante el periodo de gestación, pero si hablamos de la ansiedad en el embarazo y los cambios psicológicos a los que se ve sometida la madre, quizás nos resulte un terreno a explorar.

Lo que una madre da a luz en su mente no es a un nuevo ser humano, sino una nueva identidad: el sentido de ser una madre. En ese terreno de experiencias no conocidas y totalmente diferentes a las que hasta ahora ha vivido, ¿cómo surge esa identidad en cada mujer y cómo se vive ese proceso?, ¿cómo encaja esa responsabilidad que exige nuevas actuaciones y formas de reaccionar?. Hoy, apoyándonos en la lectura del excepcional libro El nacimiento de una madre del psiquiatra Daniel N. Stern, os compartimos esos miedos y procesos mentales que rodean la experiencia de esperar un bebé.

El cambio de rol

Encajar esta experiencia compleja con respecto al cambio de identidad no es tarea fácil: la mujer, que hasta ese momento era únicamente hija, pasa a acercarse más a la idea de ser madre. Ser hija comienza a ser parte de su pasado a partir del momento de saber que está embarazada, para empezar a identificarse con ser madre en el presente y futuro, un cambio de identidad que puede valorarse como una profunda pérdida o como una ganancia maravillosa dependiendo de la mujer y de lo que haya vivido hasta ese momento; pero independientemente de cómo sea valorado, no deja de ser un cambio que provoca una compleja combinación de emociones, puedes sentirse feliz y temerosa por lo que está por venir a la vez que triste por lo que dejas atrás.

Uno de los elementos que más genera ansiedad en el embarazo: El cambio de rol de cara a la familia y círculo social también afecta emocionalmente a la futura madre, que a veces se ve rodeada de opiniones de cómo debe actuar o sentirse en determinados momentos. Si lo que recibes choca con tus expectativas personales, esto a veces puede abrir de nuevo un proceso de temor en el que te cuestiones el lugar que deseas socialmente ocupar (¿Si no me dedico enteramente a ser madre estaré descuidando la crianza?, ¿qué ocurrirá con mi profesión?, ¿qué pasará con mi círculo de amistades, con mi matrimonio?…), o si la manera en la que está viviendo el embarazo y reaccionando frente a él es “la adecuada”.

A veces la responsabilidad abruma

De las cosas que más ansiedad generan durante este proceso es el darse cuenta de que de pronto se adquiere la última responsabilidad sobre la vida de alguien. Es una situación inusual y de mucho peso para cualquiera, pero aún más para madres primerizas. Por muy responsable que una se considere en la vida, este tipo de responsabilidad difiere mucho de lo conocido hasta ahora: además de la manutención del bebé, se es consciente de que tiene una labor por delante en la que deberá ayudarle a crecer y a desarrollarse. De nuevo aparecen temores y cuestionamiento hacia sí misma, ¿seré capaz de proporcionarle lo que necesita?. Además, las personas que tienden a experimentar ansiedad, al imaginar posibles situaciones que aún cuentan con un alto nivel de incertidumbre, sobrevaloran las dificultades y temores e infravaloran sus capacidades, por lo que en las ocasiones en las que se paren a pensarlo pueden sentir grandes niveles de ansiedad. Si es tu caso, ten en cuenta que el tipo de confianza y seguridad que deseas experimentar irá surgiendo lentamente a medida que veas con tus propios ojos que el bebé está creciendo.

En este cambio de rol, muchas futuras mamás buscan activamente personas o grupos que tengan experiencia en cuidados, en lo que sentirse comprendidas, apoyadas, y con los que puedan aprender o compartir experiencias; necesitan un marco de seguridad para poder analizar sus miedos y con los que empezar a identificar sus cambios, sus instintos y sus funciones. Forma parte de la preparación hacia esa actitud maternal.

El autochequeo y las referencias pueden aumentar

En las ocasiones en las que anteriormente la mujer experimentaba los cambios de sus propias sensaciones físicas con angustia y preocupación, es decir, si estaba muy atenta a cualquier cambio en su cuerpo y la interpretación que daba de lo que le estaba pasando hacía que aumentasen sus niveles de ansiedad por temor a que fuese algo grave, tengamos en cuenta que este proceso puede ser complejo para ella, ya que durante el embarazo el organismo adquiere una sensibilidad completamente nueva con respecto a lo que nota, oye y huele. Es un terreno en el que existe un constante cambio, y si acostumbramos a valorar los sucesos de cambio como algo problemático, que implica peligro, buscando incesantemente respuestas que concuerden con nuestros temores, puede que el sistema de alerta esté muy por encima de lo necesario, impidiéndonos disfrutar de nuestro proceso. Ante cualquier duda, recuerda que es siempre mejor acudir al profesional que nos esté supervisando el embarazo que a páginas de internet. La ansiedad en el embarazo puede hacernos buscar en muchos sitios donde la información es muy poco rigurosa.

Asimismo, tendrás mucho más presente la figura de tu madre, prestarás más atención y curiosidad por sus sensaciones y cambios, y seguramente te plantees observar el papel que jugó para ti tu madre o figura maternal de tu infancia. Puede que en este proceso valores los modelos de comportamiento y formas de enseñanza que has vivido con tu antecesora, y es aquí cuando suelen surgir dudas y temores, preguntándote si serán adecuados, si quieres repetirlos o cambiarlos, o si serás capaz de hacerlo.

Anticipar lo que deseamos también hace que anticipemos miedos

A la par que aparece esa actitud maternal a medida que el feto crece en nuestro interior, con todas las dudas y miedos que conlleva, también imaginamos al bebé mentalmente; sin duda en este momento sentirás preocupación por los deseos, miedos y fantasías acerca de cuestiones futuras: ¿Cómo irá el parto?, ¿nacerá sano?, ¿quién será este bebé?, ¿cómo irá cambiando? ¿podré adaptarme a sus cambios?…

Depende de la mujer, estas dudas irán surgiendo de manera gradual a medida que vaya avanzando el embarazo o pueden presentárseles de forma abrupta en momentos de reflexión. Lo que sí que se da en todas las futuras mamás es que, a raíz del tercer mes de embarazo, su imaginación trabajará al máximo rendimiento para dar forma a la vida que lleva en su interior y a los momentos inciertos que esto genera. Digamos que vivirán mentalmente muchos momentos en el futuro, elaborando suposiciones que son guiadas por sus deseos, miedos e historia personal. En cada fantasía pondremos de manifiesto nuestras preocupaciones, prioridades y valores (hasta imaginándonos qué tipo de personalidad o rasgos físicos nos gustaría que desarrollase nuestro bebé son ideas que hablan de nosotras mismas).

El hecho de que imaginemos y nos anticipemos a la situación venidera no es algo al azar o un síntoma de algo negativo, sino que es un mecanismo creativo que desarrollaremos para prepararnos ante las situaciones que pronto afrontaremos.

Otro de los momentos donde se da más ansiedad en el embarazo se produce a medida que se acerca el final del embarazo aumentará la sensación de vulnerabilidad, el miedo por cómo irá el parto, el dolor que puede llegar a experimentar o si su anatomía responderá a las necesidades del momento, así como la salud con la que nacerá el bebé o si estará bien formado, se acrecientan y seguramente ocupen gran parte de tus pensamientos. Es importante tener en cuenta que estos pensamientos aparecen como un mecanismo que pretende prepararnos para lo peor, pero también es necesario hacerlos frente si nos resultan demasiado intensos y persistentes, colocándolos como lo que son: pensamientos que nos pueden ayudar a afrontar las posibles (que no probables) dificultades que puedan surgir, pero que responden a nuestros miedos, unos miedos que no tienen porqué ser representativos de lo que suceda realmente al final.

Como vemos, es un proceso hermoso y complejo con el que, desde luego, podemos disfrutar. Intentar comprender e integrar los intensos cambios que se producen en nuestro interior, nos permitirá observar la experiencia con menor hostilidad para vivirla de manera más normalizada.

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