Un test de agorafobia: Te presentamos preguntas claves.

¿Qué nos dice Google sobre la Agorafobia? Probablemente si crees padecer este tipo de fobia hayas echado mano de internet en más de una ocasión con el objetivo de despejar tus dudas y aclarar si es ese tu padecimiento. Trata de responder a nuestro Test de agorafobia.

La primera definición que encontramos en internet al poner este término es: Temor obsesivo ante los espacios abiertos o descubiertos que puede constituir una enfermedad. La Rae también nos ofrece una definición que hace alusión a: fobia a los espacios abiertos, como plazas, avenidas, campos…

Si has leído estas definiciones es probable que si tu fobia se manifiesta mayoritariamente yendo al trabajo en metro o comprando ropa en un centro comercial, descartes equívocamente tener agorafobia.

Nuestra experiencia trabajando mano a mano con la agorafobia nos lleva a la conclusión de que este tipo de definiciones se quedan escuetas a la hora de definir una fobia que lejos tiene de expresarse únicamente en espacios abiertos.

Queriendo abordar este término de la manera más completa posible diremos que entendemos la agorafobia como el miedo y evitación a estar en lugares o situaciones de los cuales puede ser difícil o embarazoso escapar, o en los que puede ser difícil disponer de ayuda en el caso de que sobrevenga un ataque de pánico.

Aún intentando realizar una definición lo más completa posible, somos conscientes de las limitaciones que existen en la mera definición. Por esta razón, hoy escribimos el siguiente blog, aportando preguntas clave, que pueden ayudarnos a determinar si lo nuestro se trata realmente de agorafobia.

Antes de proceder, queremos recalcar, que este test de agorafobia, no deja de ser una guía orientativa, un material que nos permita despejar dudas, y que un correcto diagnóstico siempre debe ser realizado de manera individualizada, en un contexto terapéutico. Dicho esto…

¿Evitas lugares, medios de transporte o situaciones debido al malestar/ansiedad/pánico que te producen?

Si la primera respuesta a nuestro “test de agorafobia” es afirmativa, es interesante que puedas saber por qué tu vida está girando en torno a la evitación. Es posible que un ataque de pánico en un lugar concreto fuera el detonante, o quizá episodios continuados de ansiedad elevada te han llevado a ir quitando de la lista sitios en los que poder estar. Para explicar este fenómeno debemos hacer alusión al término condicionamiento. Cuando se experimenta un ataque de pánico o ansiedad muy elevada que la persona percibe como desagradable o peligrosa, existe la probabilidad de que se produzca en tu cerebro una asociación entre los síntomas vividos y el lugar en el que se encuentra la persona. Pongamos un ejemplo, si sufro una crisis de ansiedad viajando en el metro, el cerebro asocia: “Has sentido algo horrible y ha sido aquí, en este metro“. Una vez producida la asociación, es decir, el condicionamiento, la teoría de nuestro cerebro será que ese lugar, es peligroso, que en ese lugar se producen sensaciones horribles, casi insoportables, y decidiremos no acudir más, no vaya a ser que volvamos a vivir un episodio tan angustioso. Lo que ocurre es que este fenómeno puede generalizarse, es posible que cuando sentiste ese ataque de pánico en el metro (sigamos con el ejemplo) quisieras huir, salir, desprenderte de lo que sentías rápidamente, lo cual inicia otra teoría, y es que los sitios donde no puedes salir rápidamente “son peligrosos”. De repente, te encuentras evitando subir al autobús, entrando en centros comerciales (la salida está lejos) y tu vida se va condicionando cada vez más con el firme objetivo de no volver a experimentar sensaciones desagradables, es decir, vivir acaba girando bajo la premisa de “no puede volver a pasar“.

¿Estar lejos de casa te produce alto nivel de ansiedad?

En nuestra segunda pregunta a nuestro “test de agorafobia”, tenemos que tener en cuenta que esa evitación se acaba generalizando, vamos reduciendo poco a poco nuestro espacio y el miedo y la ansiedad van ganando terreno. Solo nos encontramos bien en aquellos lugares donde creemos estar seguros, donde creemos estar a salvo. ¿Cuál es lugar seguro por excelencia de las personas que sufren agorafobia? Su casa. Aparece el miedo a salir de casa, pues ahí controlo la situación, me encuentro seguro, protegido. Ocurre que sales a la calle y experimentas ansiedad ¿Qué haces? Volver a casa, y por fin, las sensaciones, los síntomas, los pensamientos catastrofistas desaparecen. ¿Qué ocurre? Pues volvemos a condicionar, volvemos a decirle a nuestro cerebro que ha sido ir a casa lo que nos ha salvado, que menos mal que has llegado a tiempo, que casa es seguro, y que el mundo se te hace grande, ahí fuera es peligroso, no tienes el control, ahí la ansiedad puede acechar, puede acorralar, y quien sabe qué. Por lo tanto cada vez que vuelvo rápidamente a casa y me siento bien, alimento la idea de que la ansiedad es “cuestión de sitios“, y que por supuesto, mi casa es mi templo, el sitio donde el “monstruo” no puede conmigo.

¿A menudo sientes sensaciones corporales (taquicardias, visión nublada, mareos, sudoración…) que te producen miedo o malestar?

Fisiología de la ansiedad, es decir, tu cuerpo manifestando físicamente el miedo. Si has respondido afirmativamente a esta pregunta de nuestro test de agorafobia, podemos ver que  el propósito de la ansiedad es proteger al organismo, no dañarlo, por mucho que creamos que los síntomas que tenemos van a acabar con nosotros. Tenemos miedo, y a nuestro cerebro le da igual que sea real o no, su misión es protegernos y para ello pone “en marcha la maquinaria“. ¿Como lo hace? Pues activándolo. Se produce, por ejemplo, una elevación de la frecuencia cardiaca ya que el corazón aporta toda la sangre que puede a nuestros músculos, que se preparan para la acción. También un aporte mayor de oxígeno a los grandes músculos (por si tienen que huir de león) que puede (entre otras cosas) producir mareos. Es decir, todos los síntomas tienen su explicación. Cuando nuestros antepasados vivían en cuevas, era vital que cuando se enfrentaban a algún peligro, ocurriera una respuesta automática que les hiciera realizar una acción inmediata (ataque o huida). Aún conservamos esa respuesta, lo bueno es que sin ella, como especie, no estaríamos vivos, lo malo, es que puede dispararse equivocadamente, cuando no hay leones, cuando no hay peligro. En conjunto, la respuesta de lucha-huida produce una activación general de todo el metabolismo corporal. Así uno se siente frecuentemente acalorado y, como este proceso emplea mucha energía, después uno se siente generalmente cansado y agotado.

Tu cuerpo funciona perfectamente, tus reacciones son naturales, saludables, indican lo bien que funcionas, pero en algo estamos de acuerdo, aparecen en un contexto equivocado.

¿Cuándo estás nervioso o asustado tienes pensamientos del tipo: “Voy a volverme loco”, “Voy a perder el control”, “Voy a ser incapaz de volver a casa”, “Me voy a quedar paralizado”…?

Los sentimientos que acaban manifestando las personas en los momentos que salen de su zona de seguridad son de estar atrapado y necesitar escapar. Al vivir un momento de pánico la lógica de la persona le dice que nada exterior está ocurriendo, por tanto cuando no se puede encontrar una explicación para los síntomas experimentados, la búsqueda se dirige hacia uno mismo, algo así como “si no hay nada alrededor peligroso debe haber algo malo en mi“. El cerebro inventa su propia explicación y justificación traducida en mensajes de “me debo estar muriendo, esta crisis va a ser la definitiva, me estoy volviendo loco, voy a perder el control en cualquier momento“. Y no, no son ideas superficiales que desaparecen rápidamente. Como decimos, la persona acaba huyendo (al fin y al cabo de eso se trata la agorafobia, de un mecanismo de actuación ante el miedo) por lo que esas teorías se acaban fijando en la mente y uno acaba atándose a ellas como si de una religión se tratara. En esta pregunta de nuestro test de agorafobia, el miedo es el Dios, y tú crees estar a su absoluta merced.

¿Sientes que tu vida está adaptada a tus miedos?

La vida de la persona que padecen agorafobia es una vida adaptada a un lema “no quiero volver a sentir eso tan desagradable“. ¿Que ocurre entonces? Empiezan las limitaciones, y los “ahí no, no vaya a ser que…“. El miedo manda en la vida persona y uno puede acabar repitiéndose frases del tipo “yo no puedo ir ahí” “tengo una enfermedad que me impide hacer ciertas cosas“. Aparecen “los imposibles” y la creencia absoluta de que uno no puede hacer gran cosa ante lo que siente. Si hay algo indudable, es que la agorafobia puede acorralar mucho a la persona. De hecho la gente que demanda ayuda, suele poner en prioridad el dolor que le produce sentir que no puede hacer nada en su vida por delante del dolor del propio ataque de pánico. Es posible, que si sufres agorafobia lleves mucho tiempo sin sufrir el ataque de pánico, lo que es indudable es que el precio que estás pagando es demasiado alto.

¿Consideras que tus miedos son tan genéricos que acabas diciendo expresiones del tipo “tengo miedo a todo”?

La percepción de muchas de las personas que sufren agorafobia es que son excesivamente miedosas, de que todo les produce temor y se ven absolutamente acorraladas ante la vida. Existe comúnmente una vergüenza asociada al padecimiento, pues uno no considera que es fóbico a algo en concreto (sitios cerrados, un animal o a las agujas, por ejemplo) sino que es prácticamente una fobia a vivir, lo que suele dificultar que la persona exprese al entorno su problemática. La realidad es que la persona aquejada de agorafobia no tiene miedo a vivir, ni a todo, por supuesto, se trata de un miedo a sufrir pánico y no poder resolver, no poder escapar, no poder aguantar. Cada persona encuentra más dificultades en diferentes contextos (más claustrofóbicos, más sociales…), pero la realidad es que la persona es perfectamente consciente de que el sitio en si no es peligroso (por eso no suelen servir las frases de ayuda de “mira a tu alrededor, estate tranquilo no hay nada malo“). La persona tiene miedo de sí misma, de sus reacciones, de su capacidad de soportar o gestionar las sensaciones y cogniciones que vayan a aparecer.

¿Te sientes identificado con la resolución de este test de agorafobia? Si es así, es posible que padezcas agorafobia, aunque como inicialmente hemos mencionado, será en un contexto terapéutico y no a través de un blog donde podamos darte un buen diagnostico.

Como hemos dicho, es posible que te sientas atrapado o incluso vencido por esta fobia, que sabemos es muy complicada manejar sin ayuda profesional. La buena noticia hace referencia al término con el que iniciamos el artículo: “condicionamiento”, existe su antónimo: descondicionamiento. Que hace referencia al desaprendizaje deliberado de las creencias y aprendizajes que hayamos podido hacer. Y si, de eso se trata, no hay fórmulas mágicas, tenemos que desaprender lo aprendido, para aprender a vivir de otra manera. Desmitificar el miedo, trabajar las cogniciones y sensaciones que lo acompañan, mirar de nuevo a la vida con otras gafas, volver a pisar suelo abandonado, en definitiva, dejar de sobrevivir para vivir. El precio pagado al miedo es demasiado alto para no decir ¡Hasta aquí nuestro test de agorafobia!

 

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