La RAE (Real Academia de la Lengua Española) define la memoria como la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y se recuerda el pasado. Está integrada en diferentes estructuras cerebrales interconectadas entre ellas. Es un sistema donde se recoge de forma sensorial la información que llega del exterior y se almacena para posteriormente poder evocar esa información anteriormente retenida. Pero, ¿se puede trabajar la memoria?

Cómo trabajar la memoria

La memoria es una de las áreas que más fácilmente se puede ver afectada tanto por problemas psicológicos como el estrés, el cansancio, la angustia o el estado de ánimo, como por el paso del tiempo, es decir, conforme nos hacemos mayores todas nuestras funciones se van degenerando en rendimiento y capacidad. Además, actualmente se ha comprobado que el uso frecuente de las nuevas tecnologías (móviles, agendas electrónicas, etc.) hace que nuestro cerebro no tenga que hacer tanto uso de la memoria, afectando negativamente a su rendimiento.

Por todo esto, es importante realizar un entrenamiento que nos ayude a mantener y conservar nuestra memoria a corto plazo y la memoria episódica. Ejercitar la memoria hace que estimulemos las zonas cerebrales implicadas en el sistema o circuito del proceso de la memoria, mejorando así conexiones neuronales.

Entrenarlas con ejercicios, actividades y juegos mentales puede hacer nuestra vida sea más fácil, adaptarnos funcionalmente a las distintas situaciones y dar una respuesta adecuada a las necesidades que surgen en nuestra vida cotidiana. Las consecuencias negativas de no ejercitar nuestra memoria es que empecemos a notar que somos menos capaces de recordar datos concretos, realizar tareas cotidianas con la misma fluidez, etc.

Es posible mejorar nuestra memoria de forma sencilla con el fin de disminuir esos pequeños fallos de memoria que todos tenemos en algún momento y aumentar nuestro bienestar. La clave de este entrenamiento estará en mantener pequeños ejercicios en nuestro día a día. A continuación, os mostramos alguno de ejercicios que podemos poner en marcha.

Ejercicios para trabajar la memoria

  • Cuidar nuestra alimentación: Seguir una alimentación adecuada es algo básico para tener buena memoria. Introducir las siguientes frutas, verduras y otros alimentos serán imprescindibles para ello:

Plátano – Nueces – Manzana – Salmón – Levadura de cerveza – Brócoli – Espinacas – Linaza – Germen de trigo – Espárragos – Avena – Lentejas – Pimientos – Cítricos

• Enfocar nuestra atención en lo que estamos haciendo: en ocasiones, hacemos las cosas en piloto automático. Fijarnos en lo que estamos haciendo, tomar conciencia del “aquí y ahora” hace que nuestra atención esté focalizada en el momento presente y que poco a poco nuestra memoria vaya mejorando.

Visualizar ayuda a recordar: imagina que quieres recordar dónde dejas las llaves de casa para no perderlas cuando las necesites. ¿Qué es lo que podemos hacer? Imagínate a ti misma dejándolas en la mesilla de entrada; visualízate. La memoria es más eficaz si se acompaña de un refuerzo visual o imagen.

Evitar la rutina: hacer cada día lo mismo y seguir las mismas pautas hace que nuestro cerebro deje de recibir estímulos, novedad y motivación. Esta monotonía provoca que el procesamiento de la información se vuelva más lento y que nos cueste más fijar datos e información. ¿Cómo podemos incorporar esta estrategia? Incluyendo pequeños cambios, estímulos novedosos y flexibilidad en nuestra rutina.

Ejercicios mentales cotidianos: con estos nos referimos a pequeños ejercicios o juegos de memoria que podamos incluir de manera rápida, por ejemplo, intentar recordar y evocar matrículas vistas una hora después, memorizar el número de teléfono de amigos o familiares, memorizar un poema o una canción e intenta recordarlas al día siguiente, etc.

Hacer actividades que estimula nuestro cerebro: ejercitar diariamente nuestro cerebro nos ayuda a mejorar procesos básicos como la memoria protegiéndonos así frente al paso del tiempo y posibles enfermedades degenerativas, por ejemplo, leer libros, escribir un diario o, incluso, empieza a estudiar un idioma.

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