La comunicación juega un papel muy importante no solo en un entorno social sino también a nivel de las organizaciones, es decir en nuestro puesto de trabajo. Por esa razón dedicamos este artículo a la asertividad en el entorno laboral, algo que puede ayudarnos mucho.

¿Quién no se ha quedado a echar horas (sin querer echarlas) porque no le ha dicho a su superior que no? ¿Quién no ha aguantado faltas de respeto por parte de los clientes enfadados porque no ha sabido cómo gestionar esa situación? ¿Quién no ha gritado a su compañero o empleado por no haber realizado una tarea específica? ¿Quién no ha cometido un error y lo ha pagado con el cliente? ¿Quién no se ha comido una regañina por parte del jefe sin ser el responsable de ello y no ha dicho nada?

Si os suena alguna de estas situaciones o parecidas este post os resultara muy útil.

Formas de comunicación

Existen 3 maneras diferentes de comunicarnos con los demás, agresiva, pasiva y asertiva.

La asertividad

La asertividad es la capacidad para transmitir a otra persona nuestras opiniones, creencias o sentimientos de manera eficaz y sin sentirnos incómodos. La conducta asertiva nos permite darnos a conocer, perseguir nuestros objetivos respetando el derecho de los demás y mantener una relación de confianza con nuestros interlocutores.

Las principales ventajas y beneficios derivadas del discurso asertivo son:

• Favorece la confianza en la capacidad expresiva.
• Potencia la autoimagen positiva.
• Promueve el sentido de eficacia personal.
• Genera bienestar emocional.
• Mejora la imagen social pues promueve el respeto de los demás.
• Favorece las negociaciones y el logro de objetivos que dependan de la comunicación.
• Aumenta la autoestima
• La comunicación asertiva nos acerca al logro de nuestros objetivos y la eliminación de la ansiedad.
• Aumento de relaciones más íntimas y significativas.
• Una mejor adaptación social.
• Expresión de sentimientos, derechos y deseos tanto positivos como negativos de una forma eficaz.

La conducta pasiva

En la conducta pasiva ocurre una trasgresión de nuestros propios derechos, al no ser capaces de expresar abiertamente nuestros sentimientos, pensamientos y opiniones o al expresarlos de una manera autoderrotista, con disculpas, con falta de confianza, de tal modo que los demás puedan no hacernos caso.

Hay un límite respecto a la cantidad de frustración que podemos almacenar dentro de nosotros mismo. Nuestro interlocutor tiene que inferir constantemente lo que estamos realmente intentando decir, tarea difícil y abrumadora que puede dar lugar a sentimientos de frustración, molestia o incluso ira.

Si nuestra conducta en una interacción es pasiva (muchas veces por una excesiva cortesía, por miedo…), dejamos de defender nuestros derechos o de expresar nuestras opiniones ante nuestro interlocutor, con consecuencias poco positivas. Esta situación de “sumisión”, provoca a su vez un importante grado de frustración al no poder alcanzar nuestros objetivos en la conversación, y por ende una baja en nuestra autoestima.

Al inhibirnos estamos reforzando el temor a no ser aceptados por los demás. Muchas personas no saben cómo manifestar a su interlocutor su desacuerdo respecto a ciertos temas, quedándose bloqueados y reprimidos en ese momento y posteriormente sentirse culpables por no haber sido capaces de manifestar su desacuerdo.

La conducta agresiva

La conducta agresiva, es la defensa de nuestros derechos personales y expresión de nuestros pensamientos, sentimientos y opiniones de una manera inapropiada e impositiva y que transgrede los derechos de las otras personas.

El componente no verbal puede incluir gestos hostiles o amenazantes, como esgrimir el puño o las miradas intensas e incluso los ataques físicos. La agresión verbal indirecta incluye comentarios sarcásticos y rencorosos y murmuraciones maliciosas (estilo pasivo-agresivo).

Características de los estilos no asertivos en el ámbito laboral

Comunicación pasiva

Generalmente son personas que hacen todo lo que se les dice sin importar lo que piensan o sientan al respecto. Al llevar un estilo de comunicación inhibido vive preocupada por satisfacer a los demás y es incapaz de pensar en la posibilidad de enfrentarse a alguien en cualquier sentido.

Aparentemente, respetan a los demás de forma escrupulosa, pero realmente no se respetan a sí mismos y habitualmente anteponen los deseos y opiniones de los demás a los suyos propios. En ocasiones, es el miedo a que sus compañeros lo rechacen lo que se confunde con una apariencia de respeto. Se ven incapaces de decir que no a demandas que van en contra de sus propios intereses personales y profesionales.

Su creencia básica supone que todo lo que los demás quieren, piensan u opinan es importante y no lo que piensan o desean ellas. Además, presentan un miedo irracional, a la posibilidad de ofender a los demás y ser rechazado.

Muchas veces, la persona inhibida se justifica con términos como prudencia y educación al hablar de su forma de ser, en un intento de valorar la misma. Pero no se debe confundir educación con falta de asertividad o con un estilo de comunicación inhibido o pasivo. Pues ese intento de justificación no es más que una manera de intentar diluir los conflictos que las personas con este estilo de comunicación experimentan en sus relaciones interpersonales.

Asimismo, mantener el estilo de comunicación inhibido genera sentimientos de desamparo, ansiedad, depresión y tensión a la hora de mantener relaciones interpersonales. También produce una sensación de bajo control sobre las situaciones y sobre sus propias reacciones personales a la hora de enfrentarlas, lo que conlleva un sentimiento de baja autoestima.

Debido a estos motivos, en ocasiones, cuando el vaso se les ha desbordado, pueden presentar reacciones de extrema agresividad y violencia cuando se sienten acorralados por su propia forma de ser, sin que estas explosiones de ira puedan encuadrarse en el estilo de comunicación agresivo, sino como una consecuencia negativa más del estilo de comunicación inhibido.

Comunicación agresiva

Al contrario que la persona que presenta un estilo de comunicación inhibido, la persona con un estilo de comunicación agresivo se caracteriza porque no sólo se preocupa por defender a cualquier precio sus derechos, sino porque su forma de defenderlos normalmente, lleva aparejada la falta de respeto hacia los derechos de los demás, incluso cuando esto es absolutamente innecesario para defender los propios.

Este estilo fomenta las peleas, las acusaciones, amenazas con respecto a los compañeros o incluso hacia los clientes; se guían por la frase “aquí se hace lo que mando yo” así como ellos siempre han de tener la razón.

Su creencia fundamental supone que la persona se considera la única persona importante y con opinión en cualquier contexto personal y profesional, menospreciando a los demás, de forma que lo que los otros puedan sentir o pensar no tiene interés. Además, acostumbra a quitarse de encima cualquier tipo de responsabilidad sobre su forma de relacionarse con los demás, de forma que cuando el resultado de la relación conlleva consecuencias negativas para los otros, “ellos se lo han buscado”, desechando cualquier responsabilidad por su parte.

Con frecuencia están tensos y pierden con facilidad el control de las situaciones y de sus propios recursos al enfrentarse a las relaciones interpersonales. Suelen presentar grandes problemas a la hora de comunicarse con los demás, pues practican comunicación unidireccional y no bidireccional por no permitir el feedback por parte de los demás. Son personas que se caracterizan por no escuchar a los demás.

Estilo asertivo en el ámbito laboral

La vida laboral es una compleja maraña de interacciones interpersonales y sociales de todo tipo, desde la relación con los subordinados, los compañeros de equipos de trabajo, los jefes y hasta los clientes, se crea un espiral de relaciones sociales en el cual nos exponemos día tras día a diferentes retos, dependiendo de nuestra labor, grado social, posición o desempeño en una empresa o negocio.

En el lugar de trabajo tenemos que dirigir nuestros esfuerzos en adquirir y mantener unas buenas habilidades sociales, unas relaciones con nuestro entorno laboral que aporten un valor añadido a nuestros conocimientos y una capacidad respecto a la profesión que ejercemos.

Es importante una comunicación asertiva que haga valer los derechos de cada uno de nosotros para ser tratados de manera justa, para ello debemos expresar de manera clara y específica lo que en realidad se quiere, piensa y siente. Para ello tendremos que utilizar los componentes de la comunicación tal y como supone el seguir la filosofía que subyace a la teoría de las habilidades sociales, en el sentido en el que seamos capaces de expresar nuestros sentimientos, ideas y opiniones, haciéndolo de forma que, aun defendiendo nuestros propios derechos, respetemos de forma escrupulosa los derechos de los demás.

Cuando somos asertivos en nuestro trabajo, somos capaces de hablar con tranquilidad y confianza a nuestros superiores, y transmitirle nuestras dudas o los problemas con respecto al desempeño de la tarea, de forma correcta y precisa, ayudándonos no solo a nosotros mismos sino a la mejora de la calidad de la empresa a través de las buenas relaciones laborales.

A su vez sabemos cuándo y cómo dirigirnos a nuestros subordinados, manteniendo el debido respeto hacia ellos y sabiendo guiarlos, entenderlos y asimilando sus ideas, propuestas y errores, para el bien de la empresa, lo cual nos convertiría en un buen líder no usando la sumisión con los superiores, ni la agresividad con los subordinados, más bien tratarlos a todos con la misma conducta asertiva, guardando el respeto y la iniciativa en cada situación.

Beneficios de ser asertivo en el trabajo

– Mejora nuestra comunicación y reduce el estrés y la ansiedad.

No hay nada mejor como expresarse sin miedos ni tabúes, y es algo a lo que no estamos acostumbrados a realizar y a la larga, esto puede suponer la acumulación de malestar y acabe generando estrés y ansiedad. Incluso acabar explotando de forma agresiva al ir acumulando, quejas, opiniones y malestares que no se expresan ni a los compañeros ni a los superiores. Para un ambiente laboral sano, mantener una comunicación fluida expresando nuestras opiniones, pensamientos y emociones.

– Nos ayuda identificarnos con nuestras emociones.

En el mundo laboral, como en cualquier faceta de la vida, es importante saber identificar y regular nuestras emociones y no que ellas nos controlen a nosotros. Saber expresarlas con claridad y de forma tranquila nos ayudará a sentirnos mejor y resolver conflictos emocionales con nosotros mismos y los demás.

– Reduce los conflictos por falta de comunicación o un mal uso de esta.

Algunos pueden tener miedo a expresar su opinión porque piensan que ello les puede generar un conflicto e incluso caer en situaciones de agresividad. Pero la asertividad nos enseña a expresarnos de forma constructiva, sin herir ni permitir que nos hieran.

– Establecemos límites.

Saber decir no antes diversas peticiones o expresar nuestra opinión nos ayuda a establecer límites, añadiendo claridad en nuestras relaciones profesionales y limitando las interacciones y comportamientos no deseados.

– Mayor satisfacción laboral y aumento del rendimiento.

Si estamos satisfechos con nuestro trabajo es porque hemos aprendido a ir más allá de la queja paralizante, de la rabia y el enojo, del desánimo y desmotivación ante las frustraciones vividas. Hemos aprendido a tomar iniciativa y ejercer influencia personal sobre aquellos aspectos que nos provocan desagrado, obteniendo un mayor control sobre las cosas que nos afectan.

Es decir, hemos aprendido a expresar aquello que no nos gusta y hemos sido capaces de concentrar nuestros esfuerzos en las posibles soluciones. Si estamos satisfechos laboralmente, si manejamos el estrés, la ansiedad y nuestras emociones, nuestro rendimiento aumentará exponencialmente.

Es claro que cuando nos sentimos a gusto en nuestro trabajo, que disfrutamos de lo que hacemos y mantenemos unas buenas relaciones personales tanto con nuestros superiores como con los compañeros, rendiremos mucho más y representaremos, en últimas, el activo más valioso para la empresa, no solo por la presencia, sino por los aportes que podemos ofrecerle a ella.

Actualmente las compañías han empezado a transformar sus formas de pensar y actuar frente a los empleados, por esto han pasado de un interés netamente instrumental que representaba el hombre hace varios años, visto como un elemento o como un medio para los beneficios de las organizaciones, a un interés más por los aspectos personales y psicológicos de sus miembros, considerando que en ellos se encuentra cifrado el éxito de la organización y por ende la productividad y rentabilidad de la empresa.

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