Es posible que ya conozcas que las endorfinas son las hormonas naturales del placer y, junto con la serotonina y otras sustancias (dopamina y oxitocina), constituyen las llamadas “hormonas de la felicidad”. Quizá sepas también que puedes liberarlas de muy diversas formas: a través de la realización de actividades agradables, la risa, la práctica de relaciones sexuales o de ejercicio físico moderado, a través de la relajación.. pero, ¿podrían llegar incluso a crear adicción?

¿Qué son las endorfinas y para qué sirven?

Empecemos por el principio. ¿Por qué nos sentimos bien cuando nuestro cuerpo libera endorfinas? Las endorfinas son unos neurotransmisores (es decir, sustancias que transmiten información entre neuronas) que produce nuestro cuerpo de forma natural –aunque no de forma continua, por eso hay que estimularlas- y cumplen importantes y variadas funciones:

  • Producen sensación de placer, euforia y bienestar general y sexual (estando implicadas en las fases de enamoramiento, deseo sexual y, sobre todo, orgasmo).
  • Inhiben o disminuyen el dolor físico (y emocional) de forma temporal -en los primeros momentos del daño-, como mecanismo de supervivencia, produciendo cierto efecto analgésico, similar a la morfina (¿te has dado cuenta alguna vez de que, inmediatamente después de un daño, el dolor es algo menor que una vez pasado el tiempo, en “frío”? Esto se debe a las endorfinas, que se liberan inicialmente para facilitar el escape o huida de la amenaza que ha provocado el daño).
  • Disminuyen el estrés y la ansiedad -produciendo sensación de relajación- y aumentan el estado de ánimo. En este sentido, se ha demostrado que un bajo nivel de endorfinas o su ausencia se relaciona con la aparición de síntomas ansioso-depresivos.
  • Fortalecen y regulan el sistema inmune.
  • Modulan y regulan también el apetito.

¿Podemos convertirnos en “adictos” a las endorfinas?

Dados sus importantes y variados beneficios, sería lógico pensar en este punto que las endorfinas sean algo deseable para todos nosotros y que, por tanto, “cuantas más, mejor”, ¿no? ¿Quién de nosotros no busca, en mayor o menor medida, las sensaciones de placer, bienestar y felicidad como máxima en su vida –y evitar el dolor-? Es cierto. Pero ¡cuidado! Ello implica un riesgo. Las endorfinas, al provocar placer y bienestar, pueden llegar a ser buscadas de forma adictiva por el ser humano, llegando incluso a “engancharnos” a ellas.

¿Por qué ocurre esto? Porque el cerebro las percibe e interpreta como consecuencias positivas –refuerzos- que satisfacen un deseo o una necesidad y, por procesos de aprendizaje (por razones de supervivencia y reproducción), el ser humano tiende a repetir aquellas conductas que tengan consecuencias positivas para sí, bien impliquen éstas la aparición de sensaciones agradables (refuerzo positivo o premio) o bien conlleven la eliminación de algo desagradable (refuerzo negativo). Y ¡premio! ¿Qué acabamos de ver que hacen las endorfinas? Justamente esto, generan placer y evitan el dolor. De esta forma, se puede crear un círculo vicioso del llamado sistema de recompensa, puesto que al realizar actividades o conductas placenteras libero endorfinas y me siento mejor, y al sentirme mejor libero más endorfinas.

Es por ello que es fácil caer en la repetición masiva o compulsiva de las conductas o actividades que generan endorfinas, llegando incluso a desarrollar conductas de riesgo como la adicción al sexo, la adicción a las nuevas tecnologías, compras compulsivas o incluso el consumo, abuso o dependencia de drogas, buscando la liberación continua y excesiva de estas sensaciones de placer generadas por las endorfinas.

En definitiva, la realización de actividades placenteras como reírte a carcajadas con amigos o familiares, practicar relaciones sexuales satisfactorias, escuchar tu música favorita o hacer ejercicio físico, entre muchas otras actividades, libera de forma natural las endorfinas, que son neurotransmisores que producen una sensación de placer y disminuyen el dolor. Pero debemos ser cautos puesto que pueden llegar a ser adictivas y generarnos un problema mayor, ya que es muy fácil que tendamos a repetir de forma excesiva e intensa las conductas que las generan. Como todo en la vida, en la variedad y el equilibrio está el gusto (..y el placer ;)).

 

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