La emoción se define como un estado complejo multifactorial que se traduce en cambios físicos y psicológicos que a su vez influyen de manera importante en el pensamiento y la conducta de la persona. Existen seis emociones básicas universales: alegría, tristeza, ira, miedo, sorpresa y asco. Todas ellas lícitas y necesarias, aunque como sociedad nos empeñemos despreciar aquellas a las que etiquetamos como negativas y promovamos prácticamente de manera utópica la experimentación de las etiquetadas como positivas. Esta manera de entender nuestro mundo emocional hace que las personas nos sintamos frustradas y/o culpables cuando aparecen las llamadas emociones negativas. ¿Qué ideas erróneas se esconden bajo estas creencias? Hoy hablamos sobre 6 mitos sobre las emociones.
Mito 1: No debería sentir emociones negativas
Estas emociones, como el miedo y la tristeza, las experimentamos con desagrado, algo normal, teniendo que en cuenta que verdaderamente no son emociones placenteras de por sí. Otra cuestión es cuando sentimos angustia por padecerlas ya que consideramos que no deberíamos de sentirlas. Esta idea es falsa, ya que como el resto de las emociones su aparición es necesaria por la funcionalidad de éstas. Por ejemplo, la tristeza permite que hagamos cambios necesarios en nuestra vida, favoreciendo la introspección, realizando análisis personales e invitándonos a la reflexión. La ira también nos ayuda a resolver conflictos, nos proporciona información sobre situaciones y personas, la ira como señal de alarma nos informa de situaciones injustas, amenazantes y frustrantes, y por tanto nos ayuda a buscar planes alternativos de acción. Por último, cuando el miedo está justificado ante la aparición de un peligro real nos puede salvar la vida.
Mito 2: Tengo que ignorar las emociones más desagradables
Esta estrategia es utilizada más de lo que creemos por muchas personas, creyendo que si ignoran lo que sienten podrán salir airosos de su malestar. Aunque parezca mentira, esto puede resultar muy problemático ya que no permite que aprendamos a regularnos emocionalmente, ni a establecer los cambios necesarios para poder reestablecernos. Recordemos que las emociones no dejan de ser esa ¨fiebre¨ que nos ayuda a preparar al organismo para que lleve a cabo eficazmente una conducta exigida por el ambiente, movilizando la energía necesaria para ello, dirigiendo la conducta hacia un objetivo determinado.
En algunas ocasiones escondemos estas emociones por miedo a ser juzgados por los otros, otras veces, creemos que si las ignoramos ya se irán. Esto último puede funcionar con emociones negativas muy leves, pero no con emociones más intensas. Si trabajamos de donde vienen y por qué, podremos llevar a cabo los cambios necesarios que implican también nuestro propio crecimiento y maduración vital.
Mito 3: Existen emociones adecuadas e inadecuadas según el contexto.
Este es otro de los falsos mitos, que se dan mucho en los problemas de ansiedad. Las personas se sienten indignas, porque consideran que no es adecuado tener miedo en un contexto que aparentemente no invita a padecerlo, por ejemplo, cuando subimos en un medio de transporte. La realidad es que no existe una manera correcta de sentirse y que quizá se trate más de entender y aceptar (aunque no necesariamente resignarse) que nos sentimos de un determinado modo, nos guste más o menos. Si rechazamos sentirnos de determinada manera porque consideramos que no es lo que se debería sentir, seguiremos sintiendo lo mismo (quizá de manera más intensa) y a eso se sumará una potente angustia.
La idea de que hay maneras correctas de sentirse nace de la también falsa idea de que somos seres puramente racionales y que si sabemos que no pasa nada en el metro, no deberíamos de sentir miedo en el metro. La realidad es que como especie ya hemos demostrado a través de nuestra conducta que no lo somos, al menos no todo lo que creemos. Cómo dice el psicólogo Ramón Nogales “Como decían los de Siniestro Total, somos seres racionales de los que toman raciones en los bares“.
Mito 4 sobre la emociones: Algunas surgen de la nada
No es cierto. Toda emoción surge de la interpretación de una situación, es decir, de un pensamiento. Este pensamiento puede ser más o menos automático y por eso a veces nos puede costar identificarlo, pero eso no significa que no exista. Es importante saber que las emociones pueden facilitarnos el pensamiento al dirigir la atención a la información importante.
Mito 5: Sentir de manera muy intensa significa que he perdido el control
“¿Y por qué?” “Porque ya no controlo lo que pienso“, me dicen. “Como si alguna vez lo hubieras hecho“, suelo contestar. La realidad es que nunca hemos tenido, al menos del todo, el control sobre lo que pensamos, pero es cierto que cuando las emociones se intensifican este fenómeno es mucho más palpable y podemos llegar a asustarnos. Sin embargo, sentir de manera intensa no hace que perdamos el control de lo que verdaderamente nos preocupa: nuestra conducta. Si dirijo mis acciones en base a mis emociones, estoy tomando una decisión, en ningún caso he perdido el control. Si decido agredir cuando siento ira con mucha intensidad, estoy decidiendo agredir. Si decido salir corriendo cuando tengo mucho miedo, estoy decidiendo huir.
Mito 6: No puedo tener emociones contradictorias ante una misma situación
¡Siento emociones contradictorias! Y qué común. Cuando nuestro amigo del alma se empareja, y mientras nos alegramos generosamente por su felicidad, sentimos la tristeza de saber que nuestro día a día como amigos inseparables va a cambiar. Así es nuestro mundo emocional, complejo como nosotros y si lo aceptamos, podemos evitar entrar en lucha con nuestras emociones, reprimiendo lo que sentimos, cuando en realidad, podemos sentir más de una emoción a la vez sin que esto sea un conflicto, mientras las entendamos.
La enseñanza de Sócrates “conócete a ti mismo” darse cuenta de los propios sentimientos en el mismo momento en que éstos tienen lugar, constituye la piedra angular de la inteligencia emocional.
Daniel Goleman
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