¿Te imaginas que te levantaras pensando que todo lo que tienes, todo aquello en lo que has construido tu seguridad se pudiera desvanecer de un momento a otro? A través de testimonios queremos exponer en qué consiste el trastorno de ansiedad generalizada, que a partir de ahora llamaremos TAG.
“Miro el reloj, son las 23:00 ya debería estar de vuelta, no sé nada de mi hijo. ¿Por qué no me ha contestado al mensaje? ¿Y si le ha pasado algo? Seguro que no, pienso,… si no llega en media hora empiezo a llamar a sus amigos… Entonces aparece en mi mente una imagen, es el tirado en el suelo como si hubiese sufrido un accidente, estoy a punto de llorar. Estoy llegando a casa, todo bien. Se me pasa. Al rato, tengo que entregar el informe a mi jefe como muy tarde mañana, ¿y si no lo aprueba? Bueno, sus comentarios siempre han sido positivos…, aparece otra pregunta ¿y si no es suficiente y se plantea despedirme? vuelvo a contestarme intentando callar mi cabeza, pero me dura poco, tal y como está el panorama laboral será complicado encontrar trabajo”.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por la preocupación excesiva que provoca altos niveles de ansiedad y malestar emocional, aparecen en numerosas circunstancias cotidianas, como puede ser el la salud, la familia, el trabajo, la economía, etc., de manera persistente y cuyo manejo resulta complicado y acaba convirtiéndose en un problema en sí mismo. La diferencia de la preocupaciones que presentan estos pacientes difieren de las que podemos presentar cualquier persona en su vida cotidiana, en la intensidad, frecuencia, son difíciles de gestionar, generan malestar emocional y físico, e interfieren en el funcionamiento de la persona.
Como resultado de las preocupaciones y ansiedad, los pacientes muestran tensión muscular, fatiga y dificultad para concentrarse en un grado bastante alto y, en mayor medida aún, inquietud, irritabilidad y dificultades para mantener el sueño.
“¿Y si…?” así se iniciaría los pensamientos disparadores de las preocupaciones, con un flujo de pensamientos sobre posibles peligros futuros difíciles de controlar. “¿Y si mañana en el examen médico de la empresa me detectan algo malo?” “¿y si fuese una enfermedad degenerativa?” “tendría que anular la boda”.
La base para el mantenimiento de las preocupaciones está en la creencia de que preocuparse es útil, debido a que la mayoría de las consecuencias que piensa la persona que padece TAG tiene una baja probabilidad de ocurrir. Así se refuerza negativamente el hecho que no ocurra, esto es, “no ha ocurrido porque me he preocupado”.
Los pacientes con el paso del tiempo empiezan a desarrollar creencias negativas sobre las preocupaciones con lo que se va complicando la situación, creyendo que puede ser peligrosas e incontrolables: “Tengo todo para ser feliz, un trabajo que me gusta, una familia, económicamente no me puedo quejar pero siempre estoy preocupado, si no es por una cosa es por otra, no consigo que mi cabeza deje de dar vueltas, llevo tanto tiempo así que creo que me voy a volver loco”. Esto sería la metapreocupación, el preocuparse por el hecho de preocuparse.
Como consecuencia de esta preocupación excesiva, las personas con TAG siempre tienen presente la necesidad de estar en alerta ante posibles situaciones adversas. Esto hace que se conviertan en personas que ejercen el control en todo aquello que les provoca temor, si alguien de la familia realiza un viaje tiene que llamar en cuanto llegue a destino, consultar frecuentemente al médico por un síntoma ante la posibilidad de tener una enfermedad, estas serían conductas de búsqueda de seguridad. Éstas junto con las conductas de evitación contribuyen al mantenimiento de las preocupaciones.
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