La ansiedad social es aquella que se despierta cuando tenemos que actuar en situaciones interpersonales como hablar con desconocidos, invitar a salir a una persona que es de nuestro interés, leer en público, tener una primera cita, etc. Es decir que la ansiedad social se presenta en esas situaciones como una emoción natural y adaptativa que todos sentimos ante situaciones sociales nuevas o importantes para nosotros o en las que dudamos de nuestra actuación y de cómo nos verán los demás. Hoy concretamos cuales son las señales de la ansiedad social que nos pueden hacer pensar que la padecemos.
En las personas que desarrollan una fobia social o un trastorno de ansiedad social, esta emoción alcanza niveles más elevados y resulta más perturbadora e incapacitante generando un alto grado de malestar que puede llevar a la persona a comenzar a evitar las situaciones sociales para evitar sentir el padecimiento que conllevan.
La fobia social, o trastorno de ansiedad social, se caracteriza por un miedo intenso, persistente y excesivo en respuesta a una o más situaciones sociales o actuaciones delante de otros en las cuales la persona se ve expuesta a gente desconocida o al posible escrutinio por parte de los demás. La persona teme ser observada, actuar de un modo que sea humillante o embarazoso o mostrar síntomas de ansiedad con resultados similares de humillación o embarazo. Las situaciones sociales o actuaciones en público temidas se evitan o se soportan con una ansiedad o malestar intensos. La fobia interfiere marcadamente en la vida de la persona o produce un malestar clínicamente significativo.
¿Cuáles son las señales de la ansiedad social que nos pueden hacer pensar que la padecemos?
- Miedo o temor a realizar intervenciones públicas: hablar/actuar en público, presentar un informe ante un grupo, realizar una exposición o conferencia, intervenir en grupos pequeños formales…
- Miedo o temor a interactuar de manera informal con otras personas: iniciar, mantener y terminar conversaciones (especialmente con desconocidos), unirse a una conversación o actividad ya en marcha, hablar de temas personales, hacer cumplidos, expresar amor, relacionarse con el sexo opuesto o preferido, concertar citas o acudir a las mismas, establecer relaciones íntimas, asistir a fiestas, conocer gente nueva, llamar a alguien por teléfono, recibir críticas…
- Miedo o temor a realizar intervenciones asertivas: solicitar a otros que cambien su comportamiento molesto, hacer una reclamación, devolver un producto, hacer o rechazar peticiones, expresar desacuerdo/crítica/disgusto, mantener las propias opiniones, interactuar con figuras de autoridad.
- Miedo o temor a ser observado: comer/beber/escribir/trabajar/telefonear delante de otros, asistir a clases, usar los servicios públicos (cuando hay otras personas cerca o hay alguien esperando fuera o se piensa que alguien puede acudir), entrar en un sitio donde ya hay gente sentada (p.ej., aulas o transportes públicos), ser el centro de atención (p.ej., en una fiesta de cumpleaños).
- Temor a sentir mucha ansiedad y pasarlo fatal. Temor a tener un ataque de pánico y no saber manejarlo.
- Temor a no saber comportarse de un modo adecuado o competente (p.ej., miedo a decir cosas sin sentido o embarazosas, miedo a cometer errores sociales).
- Temor a manifestar síntomas de ansiedad (rubor, sudoración, temblor de manos, voz temblorosa, bloqueo, vómito, ataque de pánico) que puedan ser vistos por los demás y/o interferir con la actuación.
- Temor a la crítica y a la evaluación negativa. La persona teme ser vista como ansiosa, incompetente, rara, inferior, poco interesante, aburrida, poco atractiva o estúpida.
- Temor al rechazo, a ser dejado de lado por los demás como consecuencia de su evaluación negativa.
- Temor a ser observado y a ser el centro de atención. Y esto no sólo por el miedo a la evaluación negativa, ya que también hay un miedo a la evaluación positiva.
Un componente muy importante es la evitación de la gran parte de situaciones temidas.
Sin embargo, muchas veces no se evita estar en las situaciones sociales, sino participar en las mismas, ser el centro de atención o de crítica o manifestar síntomas temidos. Esto se consigue mediante conductas de búsqueda de seguridad o conductas defensivas, las cuales persiguen prevenir o minimizar las supuestas amenazas y reducir la ansiedad, como, por ejemplo:
- Consumir o haber consumido alcohol o tranquilizantes; no hacer preguntas en una reunión; intentar pasar lo más desapercibido posible; no hablar, hablar poco o contestar brevemente; no hablar de sí mismo; evitar el contacto visual; hablar sin pausas o hacer mu-chas preguntas para evitar los silencios; pensar mucho lo que se va a decir o incluso ensayar mentalmente con gran detalle lo que se dirá; sobre preparar una charla; controlar continuamente lo que se ha dicho; controlar si se está causando una buena impresión; concentrarse en la propia voz; distraerse o pensar que no se está en la situación; escapar de la situación (directamente o con excusas), pedir disculpas para no tener que escuchar las críticas de los otros.
- En el miedo al rubor: Dejarse barba, darse mucho maquillaje, broncearse, llevar jerseys de cuello alto, pañuelos de cuello o grandes gafas oscuras, sentarse en sitios poco iluminados y, al notarse rojo o anticiparlo, echarse el pelo largo por delante, agacharse para coger algo del bolso, toser para taparse la cara o decir que se tiene que ir al lavabo.
- En el miedo a temblar: Mantener las manos en los bolsillos o detrás, no coger cosas delante de los otros o agarrarlas fuertemente o con las dos manos, beberse una copa rápidamente, firmar los documentos lo menos visiblemente posible o en casa.
- En el miedo a sudar: Llevar ropa ligera (para no sudar) o absorbente, ponerse al lado de ventanas abiertas, no probar comidas o bebidas calientes cuando se está con otros, tomar bebidas frías, mantener los brazos pegados al cuerpo, moverse poco, emplear dosis extra de desodorante, mantener un pañuelo en las manos o darse talco.
- En el miedo a desmayarse: Tensar los músculos fuertemente y apoyarse contra la pared al sentirse mareado.
Si no se puede evitar una situación o escapar de ella, aparecen reacciones como silencios largos, tartamudeo, incoherencias, volumen bajo (incluso susurro), voz monótona, muecas faciales, gestos de inquietud, retorcimiento de manos, postura rígida o cerrada, encogimiento postural, expresión facial pobre, sonrisa o risa inapropiada y contenido poco interesante.
Bibliografía
Bados López, A. (2006). Fobia social: naturaleza, evaluación y tratamiento.
Frangella, L., & Lukaszewicz, C. (2003). Manual psicoeducativo para personas con ansiedad social. Fundación foro, 10 (2) 1, 6.
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