Vamos a adentrarnos en un tema que podría cambiar la forma en que entendemos la ansiedad y la depresión. Estos trastornos, a menudo considerados invisibles, podrían estar dejando señales biológicas en nuestro cuerpo. ¿Sabías que podríamos detectar su presencia a través de biomarcadores? Vamos a explorar cómo el cortisol, las citocinas y hasta imágenes cerebrales pueden ofrecernos una ventana a nuestro bienestar mental. Y… ¿sirve para algo las mediciones de estrés que hacen nuestros móviles, a través de las pulseras y los relojes?

¿Qué son los biomarcadores?

Los biomarcadores son indicadores biológicos que pueden medirse y evaluarse para proporcionar información sobre un estado de salud o enfermedad. En el contexto de la salud mental, estos pueden ser cualquier cosa, desde variaciones en el ARN hasta niveles hormonales, que nos ayudan a detectar la presencia de un trastorno mental como la ansiedad o la depresión.

Pero, ¿qué significa esto para quienes sufren en silencio? ¿Cómo podrían estos avances cambiar la manera en que entendemos y tratamos estas condiciones? La capacidad de identificar biomarcadores específicos podría transformar radicalmente el diagnóstico, permitiendo tratamientos más precisos y personalizados, y quizá lo más importante, ofreciendo una validación tangible a quienes padecen estos trastornos.

¿Por qué pueden ser importantes estos biomarcadores?

  1. Un diagnóstico más claro

Imagina que estás lidiando con síntomas de ansiedad o depresión, pero no estás seguro de qué te está pasando. Hoy en día, los médicos se basan en preguntas y evaluaciones para hacer un diagnóstico, pero eso puede ser subjetivo. Si pudiéramos identificar biomarcadores específicos en tu sangre o en tu cuerpo, podríamos decir con mucha más certeza lo que está pasando. Esto significa menos dudas y más claridad desde el principio.

  1. Tratamientos que se ajustan a ti

No todos reaccionamos igual a los tratamientos. Lo que funciona para una persona puede no ser tan efectivo para otra. Si los médicos pudieran ver biomarcadores específicos en tu caso, podrían elegir un tratamiento que funcione mejor para ti desde el principio. Esto no solo mejora la efectividad del tratamiento, sino que también reduce la frustración de probar múltiples opciones hasta encontrar la adecuada.

  1. Saber si el tratamiento funciona

Una vez que empiezas un tratamiento, es normal preguntarse si está haciendo efecto. Con los biomarcadores, los médicos podrían monitorear de manera más precisa cómo está respondiendo tu cuerpo, haciendo ajustes rápidos si es necesario. Es como tener una brújula que te guía en el camino hacia sentirte mejor.

  1. Validar lo que sientes

Mucha gente lucha con la idea de que la ansiedad y la depresión son “reales”, especialmente cuando otros no pueden ver lo que sientes. Los biomarcadores ofrecen una prueba tangible de que estos trastornos son tan reales como cualquier otra enfermedad física. Esto no solo ayuda a reducir el estigma, sino que también te da una validación importante: lo que estás experimentando es legítimo y está respaldado por la ciencia.

  1. Mejores tratamientos en el futuro

Finalmente, entender estos biomarcadores ayuda a los científicos a desarrollar nuevas terapias. Esto significa que, en el futuro, podríamos tener tratamientos aún más efectivos y menos invasivos para la ansiedad y la depresión, beneficiando a todos los que lidian con estos trastornos.

En resumen, los biomarcadores nos acercan a una manera más precisa y personalizada de tratar la ansiedad y la depresión, haciéndolo más fácil y eficaz para ti y para los profesionales que te ayudan en el camino hacia el bienestar.

¿Cuáles son los principales biomarcadores?

Una cosa que tenemos que aclarar antes es que un biomarcador es una señal, no es necesariamente una causa. Es decir no estamos deprimidos porque tengamos estos marcadores, sino que podría ser al revés, el estar deprimido es un síntoma de que podría generar esos cambios en nuestro organismo.

Biomarcadores Genéticos y de ARN

Cambios en el ARNm y ciertas variaciones genéticas están mostrando una correlación significativa con la depresión y la ansiedad. Investigaciones recientes sugieren que pronto podríamos ser capaces de diagnosticar estos trastornos mediante simples análisis de sangre.

Por ejemplo vamos a ver algunas variaciones de estos genes:

  1. Gen 5-HTTLPR (Transportador de Serotonina)

Este gen actúa como un “controlador de tráfico” para la serotonina, una sustancia química en el cerebro que afecta nuestro estado de ánimo. Algunas personas tienen una versión corta de este gen, lo que significa que su cerebro puede no manejar la serotonina de manera tan eficiente. Como resultado, estas personas son más propensas a sentir ansiedad o depresión, especialmente si han pasado por situaciones estresantes en su vida.

  1. Gen BDNF (Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro)

El gen BDNF es como un “constructor” en el cerebro, ayudando a las neuronas a crecer y sobrevivir. Sin embargo, algunas personas tienen una variante del gen llamada Val66Met, que puede hacer que su respuesta emocional al estrés sea más fuerte. Esto significa que pueden ser más vulnerables a la ansiedad y la depresión cuando enfrentan situaciones estresantes.

  1. Gen FKBP5 (Proteína de Unión al Receptor de Glucocorticoides)

Este gen está involucrado en cómo nuestro cuerpo maneja el estrés. Si tienes ciertas variaciones en el gen FKBP5, tu respuesta al estrés puede ser más intensa o descontrolada, lo que aumenta el riesgo de desarrollar ansiedad y depresión, especialmente si has vivido traumas o periodos de mucho estrés.

Biomarcadores inflamatorios

La inflamación sistémica de bajo grado, como hemos hablado ya en un programa anterior está correlacionada con la ansiedad y la depresión. La inflamación es un sistema de defensa maravilloso pero que se podria volver en nuestra contra, se mide través de las llamadas citoquinas como la IL-6 o la PCR, ha sido vinculada a la depresión. Cuando la inflamación se vuelve crónica, puede afectar el cerebro y contribuir al desarrollo de la depresión. Las citoquinas pueden interferir con la función de neurotransmisores como la serotonina, que es crucial para regular el estado de ánimo. Además, las citoquinas proinflamatorias pueden influir en la comunicación entre las neuronas y reducir la plasticidad cerebral, lo que afecta negativamente la capacidad del cerebro para adaptarse y recuperarse de situaciones estresantes.

Cortisol y respuesta al estrés

El cortisol, conocido como la hormona del estrés, ha sido uno de los marcadores más estudiados. Alteraciones en los niveles de cortisol pueden indicar disfunciones que están presentes en la ansiedad crónica y la depresión. cuando el estrés es crónico, niveles elevados de cortisol pueden alterar el funcionamiento cerebral, afectando áreas relacionadas con la regulación emocional, como el hipocampo y la amígdala. Esto puede aumentar la vulnerabilidad a la ansiedad y otros trastornos psicológicos. Por tanto, un desequilibrio en la regulación del cortisol está estrechamente vinculado con la aparición y exacerbación de la ansiedad.

Neuroimágenes y estructuras cerebrales

Tecnologías como la resonancia magnética funcional (fMRI) han revelado cambios en el volumen del hipocampo y la actividad de la amígdala en personas con trastornos de ansiedad y depresión.

Para detectar biomarcadores inflamatorios, como las citocinas IL-6 y PCR, y evaluar los niveles de cortisol, se suelen utilizar pruebas de sangre. Estos análisis son relativamente comunes y pueden ser solicitados por cualquier persona a través de un médico. Sin embargo, la interpretación de los resultados debe ser realizada por un profesional de la salud, ya que la relación entre estos biomarcadores y trastornos como la ansiedad y la depresión es compleja.

Las pruebas para biomarcadores inflamatorios y cortisol suelen ser accesibles y no extremadamente costosas. En cambio, las neuroimágenes como la resonancia magnética funcional (fMRI), que evalúan cambios en estructuras cerebrales como el hipocampo y la amígdala, son más costosas y complejas. Estas pruebas no suelen ser de acceso directo para el público en general, sino que se utilizan en entornos clínicos especializados o en investigación.

Por ultimo… ¿Sirven de algo los biomarcadores que nos ofrecen nuestros móviles y relojes inteligentes?

La HRV (variabilidad de la frecuencia cardíaca) es una medida que refleja la variación en el tiempo entre los latidos del corazón. Es un indicador de cómo el sistema nervioso autónomo (que regula funciones automáticas como la respiración y la digestión) responde al estrés. Una alta HRV generalmente indica un buen nivel de salud y capacidad de adaptación al estrés, mientras que una baja HRV puede sugerir estrés crónico o fatiga. Los dispositivos como relojes inteligentes usan HRV para estimar niveles de estrés. Si bien pueden ofrecer una indicación general del nivel de estrés, no son tan precisos como las herramientas médicas.

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