Cuando hablamos de estrategias de afrontamiento o conductas de seguridad nos referimos a todos esos recursos que las personas empleamos para enfrentar y lidiar con situaciones que nos generan malestar, estresan o nos resultan problemáticas. En los trastornos de ansiedad es común encontrar ciertas estrategias que, aunque en un primer momento pueden resultar aliviadoras, terminan teniendo un impacto negativo en estos pacientes.
Las conductas de seguridad se definen como esas acciones innecesarias destinadas a prevenir, minimizar o escapar de una situación o evento temido o que percibimos como angustioso. Este tipo de estrategias no solo incluyen conductas de evitación, sino también comportamientos “encubiertos” estando en la propia situación y que se utilizan con la finalidad de evitar las consecuencias negativas temidas.
Por qué las conductas de seguridad no son una buena estrategia
Como hemos dicho con anterioridad, estas estrategias se encuentran comúnmente en pacientes con problemáticas de ansiedad, ayudan al paciente a sentirse más seguro o protegido. El objetivo del uso de estas conductas de seguridad es sentirse a salvo, lo que produce un alivio casi inmediato de los síntomas de ansiedad.
Estas conductas se caracterizan por ser muy diversas, lo que puede llegar a resultar un inconveniente a la hora de evaluarlas e identificarlas, ya que podemos encontrar desde el hecho de ingerir pequeñas cantidades de agua hasta la ingesta de algún tranquilizante, etc. Vamos a poder diferenciar entre conductas de seguridad abiertas y conductas de seguridad encubiertas, las primeras son observables, como, por ejemplo, ponerse de pie cuando el vagón del metro comienza a llenarse; y las segundas cognitivas, como, por ejemplo, el hecho de rezar interiormente.
En los últimos tiempos, diferentes autores e investigaciones han subrayado el papel tan importante que juegan las conductas de seguridad en el mantenimiento de la ansiedad. Se considera que, si bien inicial y temporalmente producen cierto alivio del miedo y del malestar, a medio y largo plazo mantienen la ansiedad y la evitación. El uso de estos afrontamientos parciales parece eficaz a corto plazo, lo que le proporciona una validez aparente: La persona es capaz de resistir el estímulo fóbico, sin embargo, la información proporcionada por estas conductas actúa como un mecanismo reforzante de las mismas.
Los comportamientos de seguridad permiten a la persona que sufre mantener ocultos los síntomas de la ansiedad y minimizar las posibilidades de ser el centro de atención. De esta manera, tratan de evitar ser juzgados/as y desaprobados/as o rechazados/as.
Conductas de seguridad más comunes
- Ir siempre acompañados/as por una persona con la que se sienten a salvo.
- Tomar pastillas para tranquilizarse.
- Permanecer en clase o en el trabajo en silencio, tratando de pasar desapercibidos/as.
- Beber alcohol para poder hablar con otras personas.
- Dejar que sean otras personas quienes decidan dónde ir, qué comer o qué hacer para no «elegir mal».
- Mostrarse de acuerdo ante las opiniones de los demás, aunque no piensen lo mismo.
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