No cabe duda de que Rafa Nadal es una de las figuras más representativas de nuestro deporte en la actualidad y uno de los máximos referentes tenísticos a nivel mundial. Independiente de su alto nivel técnico y táctico, su fortaleza mental también ha contribuido a su enorme éxito.

No en pocas ocasiones, hablando con mis amigos malagueños sobre tenis –deporte que nos une y apasiona- no dejábamos de sorprendernos con los innumerables logros de Rafa Nadal. Uno tras otro. Parece que no tiene límite. Campeón de dos medallas de oro olímpicas (individual y dobles), 17 títulos de Grand Slam (incluyendo su ¡onceavo! Roland Garros), 33 títulos de Masters 1000 y 4 Copas Davis. En total, 80 títulos ATP en toda su carrera profesional. Con tan sólo 32 años.

Los resultados, cuanto menos, abruman. Pero, ¿cómo ha podido llegar a la élite y mantenerse tanto tiempo como número uno mundial? ¿Por qué es considerado uno de los mejores tenistas de toda la historia, no sólo en tierra batida? ¿Cómo es posible que siga batiendo récords y mejorando su mejor versión -incluso poco tiempo después de haber pasado por tantas lesiones, habiéndole dado varias veces por “muerto”-? Independientemente de los aspectos técnicos y tácticos, también juega un papel importante el aspecto mental. Y es que el tenis es uno de los deportes donde el aspecto psicológico juega siempre con ventaja.

La importancia del aspecto mental

Las fortalezas personales. No cabe duda de que uno de los aspectos que más diferencia a Rafa Nadal de otros tenistas es su fortaleza mental o “mentalidad ganadora”. Pero, ¿en qué se traduce?

En primer lugar, en su capacidad para afrontar y gestionar las dificultades o desafíos. En los momentos decisivos parece sacar su mejor versión. Y muchos de nosotros nos asombramos y nos preguntamos: ¡¿cómo puede hacerlo?! ¿Cómo puede gestionar toda la presión y el estrés que llevan consigo estas situaciones límite? Él mismo ha reconocido en alguna entrevista que por supuesto que tiene dudas y miedos en esos momentos, como cualquier persona normal. No obstante, esa determinación o autocontrol -como él mismo la llama- le lleva a mantener la concentración, analizar racionalmente la situación, tomar decisiones -jugar de forma más conservadora hasta buscar el momento preciso de asumir riesgos y atacar, dependiendo de la situación- y actuar, sin bloquearse por los nervios en los momentos clave, sin sentirse superado por la situación. Y ese es el gran match point de Rafa, uno de sus mejores puntos (fuertes).

Más allá de sus conocidas “manías” y de ser tan metódico y disciplinado -mención especial a su tío Toni-, destaca su perseverancia y el trabajo duro. Mientras otros tenistas pueden llegar a confiarse en algún momento del partido, Rafa pelea cada bola como si fuese la última. Punto a punto. Aunque vaya ganando con suficiente ventaja. Aunque esté tan atrás del marcador que parezca que ya está todo perdido. Ni siquiera le frena este revés. Parece no rendirse nunca. Lucha y lleva al límite a sus rivales, que en ocasiones se frustran y desesperan por estar sometidos a esa presión constante de jugar al máximo nivel, terminando por cometer errores y “regalándole” puntos -e incluso juegos enteros-. Pero no sólo ocurre en la pista. Muchos jugadores del circuito comentan que incluso en los entrenamientos él se esfuerza al máximo, como si de una final de un torneo de Grand Slam se tratase.

Otro aspecto importante de su mentalidad tiene que ver con estar preparado para el error y el fracaso. Estar preparado para saber perder -e incluso más difícil aún, estar preparado para saber ganar-. Este aspecto es esencial, sobre todo en el ámbito deportivo. Reevaluar la situación y adaptarse a los cambios, ser flexible a tu estilo de juego y cambiar la estrategia planeada si compruebas que esa estrategia no está siendo eficaz (ni efectiva), mantener la atención y concentración centrada en soluciones y en el presente durante mucho tiempo y no arrastrar la frustración de un error o un punto perdido anterior durante varios juegos –enfocándose en el nuevo punto partiendo siempre de cero- es jugar con ventaja.

Pero igual de importante en este punto es la humildad que le caracteriza, un ace o saque directo que le ayuda desde el primer momento a marcar la diferencia. Reconocer que es una persona normal, sin subestimar a ningún rival, tener claro que nada es estático y permanente y que todo puede cambiar de forma inesperada, ser autocrítico y aceptar sus errores y su parte de responsabilidad en los mismos, sin quejarse, aprendiendo de ellos para intentar trabajarlos hasta que salga bien, para mejorar y superarse cada día. Esa motivación por superarse, ese hambre de ganar le hace no conformarse nunca y seguir motivado e ilusionado por el deporte que tanto le ha dado. Y que tanto nos ha dado.

“No soy ningún héroe, no me siento más especial que nadie. Juego al tenis. Todo lo que sé hacer bien es devolver una pelota. […]
La parte mental es muy importante, porque al final siempre vienen momentos malos y tienes que estar preparado para aceptarlos.. y así superarlos. Siempre hay algo que hay que mejorar” (Rafael Nadal).

En definitiva, Rafa Nadal asume los desafíos como retos y oportunidades para ponerse a prueba a sí mismo (y no como amenazas), percibe que tiene control interno de la situación (confiando en sus fortalezas) y está comprometido con la misma (involucrándose al máximo y disfrutando de lo que hace, lo que le ayuda a mantener la motivación). Todo un modelo a seguir. Dentro y fuera de la pista.

La buena noticia es que no todo es talento innato, sino que todas estas fortalezas personales pueden ser aprendidas y entrenadas. Y bien, ¿aprendemos de Rafa Nadal y aplicamos sus mejores golpes en nuestro día a día? Punto, set y partido.

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